bolsos

sábado, 31 octubre 2009. Le digo a mi hermana que salgo a comprarme un bolso. Dice que me acompaña y, en vez de vestirse, se desnuda. Ante mi cara de estupor, se pone varias prendas, unas encima de otras, hasta no poder moverse. Mientras espero a que se arregle, salgo a la terraza. En cada terraza del bloque que queda enfrente hay una chica con un bolso enorme, me lo muestran y se ríen.

café con gambas

viernes, 30 octubre 2009. Mi hermana y mis primas estás en el comedor de la casa de mi abuela sentadas alrededor de la mesa. Separan cosas inservibles y las meten en bolsas de reciclaje. Yo reviso cada bolsa. En la de cartones encuentro objetos de plástico, juguetes y tubos de vitamina C. Separo cada cosa con paciencia. En otra bolsa hay un álbum de fotos. En una de ellas mi madre está muy guapa y muy joven . Despego una foto y la uso como si fuera un teléfono, efectivamente mi madre está al otro lado y hablamos.
+
Voy tumbada en el asiento de atrás de un coche. Veo cómo un paisaje de casas muy blancas va pasando ante mis ojos. Deseo que el trayecto no acabe nunca.
+
Alberto, Salud y yo pedimos un café en una terraza. El camarero trae dos gambas enormes. Salud intenta pelarlas pero cada vez que las toca se convierten en otra cosa, unos bichos viscosos con coral muy desagradables. No entiendo cómo pueden tomar gambas con café. El mío, por cierto, no me lo han puesto.
+
Encuentro un libro de Beckett con las páginas plastificadas en cristal. Parecen cartas. En una de ellas cuenta que estuvo en la feria de Málaga.

en tránsito

jueves, 29 octubre 2009. Unas azafatas me acompañan a un bar-librería mientras no sale mi avión. Está abarrotado. Una chica pide en la barra un libro de Juan Carlos Mestre. Tiene algunos poemas subrayados. Espero que no lo quiera para quedármelo yo, pero no digo nada. De repente el bar-librería se queda vacío. Sólo queda Daniel Verge en la barra. Siento una alegría inmensa al encontrármelo, alegría de reencuentro mezclada con la alegría de la primera vez. Él no levanta la vista del vaso.
+
Una pareja muy feliz deja un montón de huevos sobre la encimera. De uno de ellos sale un pollo con la cabeza azul. De los demás empiezan a salir niños y niñas que caminan muy serios. Estoy asombrada. Uno de ellos es igual a mi suegro de niño. Pienso que cuando termine el extraño desfile tendré que elegir uno porque con todos no puedo quedarme. Se han colocado en fila sobre una cama turca. Algunos se han convertido en muñecos de plástico. Me llama la atención una niña desnuda, totalmente naranja. Cuando la aprietas suena un pito que lleva entre las piernas. Menos mal que el pito es de quita y pon, pienso.
+
Estoy en un hospital o algo parecido. Me levanto descalza en mitad de la noche a buscar una tira de tela. Corro de vuelta a mi habitación sin encender las luces para que no me vean. Mientras corro, voy sacando hilos de esa tira de tela.

lanza de quijote y fórmulas matemáticas

miércoles, 28 octubre 2009. Tengo delante un ordenador enorme. La pantalla del tamaño de una pared. Al abrir un mail del escritor Chivite la luz del monitor sale hacia la derecha y veo un paisaje con árboles y río. No hay nada escrito, sobre los árboles hay figuras pequeñas, parecen soldaditos de juguete. Al intentar tocarlos, aparece un mensaje escrito. He dejado el mensaje en la lanza, dice. Busco una lanza dorada que tenía un cenicero con forma de Quijote que había en casa de mis padres cuando era niña.
+
Entro en un local muy blanco con paredes de baldosas y estanterías con tubos de ensayo. Me siento en una de las bancas, saco una libreta y pregunto a un compañero por qué lección van. Hoy es el primer día de clase, dice. Me alegro muchísimo porque pensaba que había llegado a mitad de curso. Copio las fórmulas matemáticas que hay en la pizarra. Según las escribo en la libreta van apareciendo tatuadas en la palma de mi mano izquierda. Eso no me gusta nada. Oigo una voz conocida, me vuelvo, en la fila de atrás está Aumesquet, un compañero de instituto al que no veo desde hace años. Está muy delgado, parece incluso más joven que entonces. Me hace señas, dice que después de clase tenemos que hablar.

leonas, anillos y purranki

martes, 27 octubre 2009. Dos leonas pasean sueltas por la Plaza de la Merced, junto a la casa de Picasso. Se acercan, me quedo muy quieta. Una pasa de largo, la otra me ataca.
+
Llego tarde a clase, antes de entrar me sacudo arena del pelo, la ropa y los zapatos. El profesor está escuchando la radio y los alumnos duermen en sus pupitres tapados con sábanas. Algunas sábanas son de papel de aluminio. Saco una caja de madera lacada, unos palillos y me dispongo a comer. Rosamari, mi amiga del colegio a quien no veo desde hace 30 años, me pregunta de dónde viene mi pasión por Oriente. Sentimiento primigenio, respondemos mi amigo Purranki y yo al unísono. Y es que Purranki está tumbado bajo mi pupitre. Lo miro y me sonríe.
+
Envuelvo unos anillos de plata, de uno en uno, en unas servilletas de tela sucia enormes. Después me los voy metiendo en la boca.
+
Tengo una semilla enorme con forma de huevo en un vaso de plástico. Junto a la pared hay un arriate de tierra color ceniza. Hundo la semilla sin dificultad. Le pregunto a Purranki, que anda por allí con su hija Irina en brazos, cómo puedo recordar dónde lo he sembrado. ¿Es un huevo que te traje de Japón?, dice. Sí, era un huevo, me lo comí y dentro tenía esto. ¡Es el primer huevo con semilla de la historia!, dice entusiasmado. Su hija, de apenas un año, baja de sus brazos, sube a un triciclo y se aleja vestida de novia.

naranjas y purés

lunes, 26 octubre 2009. En un hotel nos han dado una habitación para minusválidos equipada con mil artilugios. A la hora de pagar tenemos que ponernos en la cola para minusválidos. La ventanilla es muy pequeña y está en alto. No entiendo nada y me alejo de allí. Una chica muy joven me acompaña, se parece a la poeta Bárbara Cumpián. Dice que tiene ganas de cumplir los 18 para comprarse un coche. En ese momento aparece Alberto con varias bolsas llenas de naranjas y varios litros de cerveza. No puede con ellos, le ayudamos. Aparece una chica en un coche sacado de una película del oeste y dice que nos lleva a casa.
+
Estoy en la cocina de la casa de mis padres. Mi suegra dice que hay que tirar toda la comida. Le digo que yo me encargo. Cuando se va, la guardo y pequeños cuencos. Hago distintos purés para que no los reconozca. Uno de ellos es blanco con cuadrícula verde. me paso un rato mirándolo, es precioso. Otro es azul y me pregunto a qué sabrá. Mi hermana entra en ese momento, dice que es la hora de su té de melocotón. Le enseño un cuenco diminuto con puré fucsia. Ése quiero, dice. Se lo sirvo en una concha de la playa.

ratón en pijama

domingo, 25 octubre 2009. Mi madre ha preparado la mesa y convocado a toda la familia. Esperamos a mi hermana y su marido, han ido a examinarse del carnet de conducir. Me quedo en la cocina mezclando en una fuente arroz con verduras en un cuenco. Mi tía Mari dice que yo aposté que llovería y que mi hermana no haría el examen, y que he perdido. No digo nada. Dos niños muy pequeños llaman en ese momento a la puerta, mi tía les da un bombón a cada uno y se van solos en el ascensor. Pienso que es una locura, pero tampoco digo nada. En ese momento aparece mi hermana compungida, sale de debajo de la cama. Dice que como llovía no fue a examinarse y que se han gastado todo el dinero que tenían en un coche que no podrán usar. Se sienta a comer como si nada. Mi cuñado lleva una caja de cartón enorme en las manos, me la acerca para que vea lo que hay dentro. Hay un ratón minúsculo con una especie de pijama blanco. No sé si está muerto o dormido, pero no pregunto.

carrasquilla, gas y berlín

sábado, 24 octubre 2009. Entro en la tienda de Carrasquilla que había frente a mi casa cuando era niña. En las paredes hay revistas donde yo salgo en portada. Miro a mi alrededor disimuladamente, pero nadie me ha reconocido. No sé si comprarlas todas para hacerlas desaparecer o desaparecer yo y no volver por el barrio.
+
Mi abuela dice que antes de salir debo barrer la casa. Como no encuentro el recogedor, ato un trozo de papel a un palo. Todo lo que recojo vuelve al suelo. Bajo los muebles hay confeti y tapones de corcho. Miro a mi abuela esperando una explicación. Un golpe de gas me da en la cara. Mi padre es el especialista en gas, le digo a mi abuela. Mi padre aparece con un casco y una llave inglesa. En ese momento me doy cuenta de que llevo un bolso de fiesta colgado al hombro.
+
Tengo delante un papel de regalo del tamaño de una sábana. Está arrugado, al pasarle las manos para alisarlo van apareciendo palabras. Miro a mi madre sorprendida. Mi madre me explica que es una carta del escritor Chivite y que debo encontrar el orden. ¿Tú no eras especialista en puzzles?, dice y se ríe. Sobre el estampado del papel hay dibujos y flechas que me llevan de un extremo y otro. Consigo con trabajo entender títulos de libros que debo leer lo antes posible. También hay borrones de tinta y dibujos esquemáticos de personajes. Se parecen a los dibujos de Kafka, dice mi madre. Ya no hay angustia que valga, leo en una de las esquinas. En la esquina opuesta el remite: Berlín.

miel y melena

viernes, 23 octubre 2009. Un tipo rueda una película en su casa de campo. Pienso que se trata de una porno por el decorado cursi-campestre y porque hay varias chicas medio desnudas. Hombres no hay. En realidad las chicas no hacen nada, simplemente sirven la comida que ha preparado el dueño de la casa. El tipo se parece a Max von Sidow. Mientras ellas se pasean con fuentes de hojaldres, él está abatido en una silla. Me siento a su lado sin decir nada. No me gusta que me observen, dice. Bajo a la cocina. Las chicas preparan borrachuelos, el suelo está pegajoso por la miel. Una chica me dice que soy a quien más han criticado mientras estaba arriba. La que más, repite. Bueno, al fin soy la primera en algo, le digo.
+
En la terraza de un bar veo de espaldas a una niña de mi clase que tenía una melena negra, larga y espesísima. De frente a ella está Camilo de Ory. Cuando Camilo me ve, se levanta y golpea a la chica en la cabeza varias veces. La chica ni se inmuta. Camilo y yo nos miramos y nos reímos.

virginia y el supuesto vicente

jueves, 22 octubre 2009. Mi hermana ha vendido mi bicicleta de carreras. Tiene que llevársela a un portugués que vive en el pasaje que hay cerca de la casa de mis padres, donde siempre quise jugar de niña. Un chico pica piedras a la puerta del edificio, lo saludo en portugués. Se ríe y nos saluda con el mazo. Mi hermana desaparece con la bici y su nuevo dueño, mientras la espero miro vitrinas y estanterías, una chica abre una puerta y me dice que entre. Es Virginia. Tienes que ver esto, dice. Estamos rodeadas de montañas de basura, basuras ordenadas por materiales y colores. Montañas de trapos de flores, montañas de trapos de cuadros, montañas de botellas de plástico amarillo, montañas de tapones de corcho. Virginia y un chico que se parece a Vicente Muñoz Álvarez, bajan una de las montañas corriendo, al llegar abajo las piernas se le hunden en barro, se dejan caer, juegan a salpicarse como si estuvieran en la orilla del mar. No comprendo cómo no les importa ensuciarse, aunque siento mucha envidia. En una pantalla enorme que hay al fondo veo una escena en la que una pareja de ancianos desnuda a Virginia y al supuesto Vicente, los besan, los tocan con las manos llenas de barro. Pienso que lo que veo en esa pantalla es lo que está sucediendo en la cabeza del supuesto Vicente, que en ese momento me mira y saluda. ¿Has notado el terremoto?, dice Virginia completamente feliz. No le digo que sólo se trata de una máquina de asfaltar. Lo que sí le digo es que quiero irme a casa, estoy muy cansada, le digo. El supuesto Vicente me coge en brazos como si fuera una niña. Su ropa vuelve a estar limpia y huele a pan.
+
En la entrada de la casa de mi abuela hay un taquillón enorme lleno de piedras. Las voy sacando, las limpio y las envuelvo en papel de seda. Un hombre me pregunta en inglés de dónde es cada una. Todas son de aquí, le digo en inglés. No hacemos nada, yo limpio las piedras y él me mira, pero me siento absolutamente feliz, pienso que podría pasarme así el resto de mi vida. En ese momento llega mi suegra y me pregunta si podé los geranios y si he visto lo que la lluvia ha hecho con el laurel.
+
Hay una lectura en una clase que, por el tamaño de los pupitres, parece de parbulitos. No tiene ventanas, está rodeada de puertas abiertas que dan a un patio. Le pregunto a una chico si la lectura ha terminado. Dice que sólo la primera parte y que todos los poetas estaban borrachos. Me fijo en que sólo tiene una pierna y aun así parece muy feliz. En un rincón, veo a Jacinto Pariente intentando quitarse un zapato. Meto un dedo por un agujero y le rasco la planta del pie. Ya no me duele, dice. Un tipo que pasa a nuestro lado, al ver la escena, dice: Los poetas jóvenes me dais asco.

ian gibson

miércoles, 21 octubre 2009. Ian Gibson va a dar una rueda de prensa para presentar unos libros de poesía. Los autores están sentados entre el público. Gibson los va señalando con el dedo y grita, ¡Ahora lee tú!

dos masips y mi prima elisa

martes, 20 octubre 2009. Joan Masip está sentado a mi izquierda en una parada de bus, aunque en realidad estamos esperando que pase nuestro avión. Pasan aviones continuamente por delante de nuestras narices, pero ninguno es el nuestro. Joan ve en el suelo una tableta de chocolate. La coge, me la ofrece. Tiene mucho hierro, dice, te vendrá bien. Cuando voy a tomar una pastilla, otro Masip idéntico sentado a mi derecha me dice que no me la coma.
+
Mi prima Elisa quiere que la acompañe a comprar un vestido de fiesta. Mientras caminamos hacia la tienda, va sacando de una bolsa de deporte varios vestidos brillantes. Ése para ti, dice. El vestido es bonito, pero tiene los tirantes tan finos como un espagueti. Nunca me pongo tirantes, ya lo sabes. En vez de entrar en la tienda, llegamos a un bar donde el camarero nos dice que todas las piscinas están completas. Elisa insiste en que tiene que nadar dos veces por semana. Está a punto de echarse a llorar. Desaparece con el camarero. Mientras la espero, mi hermana me da unos cedés para que les haga copias. Al cabo de un rato le pregunto qué hora es. Las diez menos cuarto, dice. Pienso que había quedado en recoger a Elisa a las nueve y media. Cuando voy a salir a la calle a buscarla, me doy cuenta de que llevo el pelo mojado envuelto en una toalla.

humo, salmón y desfile

domingo, 18 octubre 2009. Alberto insiste en que entremos en una iglesia. Están en plena misa. Un señor muy mayor fuma a nuestro lado. Alberto le dice que es de muy mala educación fumar dentro de una templo. Dos señoras que hay sentadas delante se vuelven con sus cigarrillos entre los dedos y nos echan el humo a la cara. Junto a ellas está sentado mi padre, también fumando. Salimos de la iglesia, Alberto muy indignado. En la plaza de la iglesia está toda mi familia, inclusos los hijos de los primos de mi padre, saludándose y abrazándose efusivamente.
+
Estoy en lo que parece el patio de una casa de campo. Hay familias con hijos. Un niño de unos cuatro años se acerca corriendo hacia mí, me abraza y me dice en inglés cuánto me quiere, cuánto me ha echado de menos. Mientras, a mi lado, una chica remueve con un palo unas rodajas de salmón que hay en una caldera que tiene en el suelo, entre los pies. Carlos Modia aparece con un plato vacío para que la chica le sirva salmón. Me pregunta cómo me va viendo con mi suegra. Le digo que estoy aprendiendo mucho y que gracias a estar allí ahora tengo un blog. Mientras le hablo imagino mi casa de Mijas vacía con las puertas de la terraza abiertas.
+
Acompaño a Ángeles a comprar unos cosméticos. Se prueba barras de labios y sombras de ojos, quiere que yo también me las pruebe, pero le digo que no me gusta maquillarme. Envidio la facilidad con la que habla con la dependienta de marcas y distintos nombres de colores que a mí me parecen el mismo. Me pruebo uno en el dorso de la mano y la dependienta me mira mal, mientras que a Ángeles acaba de regalarle un líquido amarillo para el pelo, y hasta le da a probar lo que parece un postre. Antes de que se lo lleve a la boca, lo rocía con nitrógeno líquido. Las dos ponen cara de placer. Veo pasar a Alberto y lo sigo. Un desfile de clics de Famobil de tamaño natural y vestidos con capas rojas se interpone un mi camino y hace que lo pierda. Corro por una rampa mecánica que de repente se para y de repente comienza a marchar en sentido opuesto. De todos modos sigo subiendo. Una señora aplaude mi agilidad. Salto, voltereta, caigo de pie y la saludo. He perdido definitivamente de vista a Alberto. Me echo a llorar. Una chica me agarra del brazo, dice que no me preocupe, que ella tuvo que engordar 50 kilos para una película y que eso es mucho peor. Me acompaña a las puertas de un edifico oficial donde veo a Joan Masip esperándome. Me extraña que lleve ropa de color claro, pero no le digo nada, me abrazo a él y sigo llorando.

muebles y más muebles

sábado, 17 octubre 2009. Mi madre dice que tienen que traer un mueble que ha comprado y que estemos pendientes de la puerta. En ese momento llaman. Mi sobrina Elena, que en el sueño vuelve a ser una niña, pregunta quién es y dice que no abre porque no llega a la mirilla. Le doy un beso por haberlo hecho tan bien. Miro pero no sé ve nada, alguien ha pintado la mirilla por fuera. Como si tuviera Rayos-X en los ojos veo a dos chicos correr escaleras abajo. En la puerta de enfrente han dejado basura, una escoba sucia y unas chanclas de playa. En ese momento llegan unos hombres empujando varios muebles enormes. Pónganlos donde puedan, dice mi madre. Mi padre la mira con gesto de Habías dicho sólo uno. Mi madre le dice que no sea tan escrupuloso y ayude. Los operarios meten muebles en el que fue mi cuarto. Les digo que tengan cuidado. Un escritorio, que parece una caja china gigante, se desvencija antes de colocarlo en su sitio y una vez dentro de mi cuarto se vuelven pequeños. Oímos de lejos protestar a mi madre, mi padre se sienta en mi cama mientras yo intento recolocar todos esos cajones. Deberíais hacer un viaje o hacer un cursillo de parejas, le digo. Mi padre se ha convertido en mi hermana. Tú que vives con ellos, deberías hacer algo para que se lleven mejor, le digo. Ella se tapa los oídos con gesto de niña y hace que canta.
+
Alberto y yo caminamos junto a una tienda de muebles. Me dice que ha comprado uno y el dueño le ha prometido que me regalará unas piedras. Mientras me habla, no hago más que mirar unas cubetas enormes en la acera llenas de piedras muy negras, pensando en cuáles serán la que van a regalarme.
+
Estamos enseñándole Málaga a Carmen Beltrán y Enrique Kb. Carmen camina delante de nosotros. Carmen camina igual que la Duquesa de Alba, le digo a Alberto entre sorprendida y preocupada. Llegamos a una zona de pabellones de ladrillo visto medio derruidos, están llenos de estudiantes. Carmen y Alberto se suben a una mesa, alcanzan con facilidad el ventanuco, y entran. Yo lo intento pero no llego. Alberto me dice adiós con la mano. Una chica me ofrece ayuda. A mí me pasa lo mismo cada mañana cuando vengo a clase, dice. Le pregunto dónde estoy. Dice que es el pabellón de Valencia. Un grupo de chicos sentados en el suelo tocan con guitarra "En un mundo tan pequeño". Entre eso y la luz que entra por los cristales sucios me siento muy feliz.
+
Mi amiga Cova le sirve a Andoni, su marido, un vaso enorme de perfume. Es un perfume verde que huele a hierbas y tiene la densidad de haber machacado un kiwi. Andoni se lo bebe entre risas mientras otro amigo le hace fotos con el móvil. Miro a mi alrededor por si están sus hijos. Ni rastro, así que llego a la conclusión de que he viajado en el tiempo, al pasado. Estoy de pie, con los codos apoyados en la mesa, mirando lo felices que son. El tacto de la mesa es agradable y pienso que es tan sólida que podría aguantar el peso de dos personas. Noto a Kb detrás de mí, me agarra la cintura suavemente. Comienza a bajar con disimulo la palma de la mano. Si vas a darme un cachete que sea bien fuerte, le digo.

porno

viernes, 16 octubre 2009. La mesa camilla del cuarto de estar de la casa de mi suegra está llena de películas. Mi cuñada dice que quiere ver una pero, coja la que coja, siempre es una porno. Incluso hay una versión de "La guerra de las galaxias". Está indignada, me pregunta si acaso son esas las películas que les pongo a sus hijos. No le hago ni caso, en lo único que pienso es en que se largue de una vez, para poder ver a Chiwaka en acción.

tesán y familia

jueves, 15 octubre 2009. Vamos de visita a casa del poeta Alberto Tesán. Me llama la atención que todas las habitaciones están decoradas como si fuesen patios andaluces y que todas tienen dos camas, incluso la de matrimonio tiene una cama pequeña plegable en un rincón. Sus hijos me piden que los vista para salir. En el sueño su hija es mayor que el niño. Pilar, su mujer, tampoco se parece a su mujer, tiene el aspecto de Maribel, la mujer del gran Purranki. Tesán nos llama desde la planta baja para salir a comer, David corre hacia las escaleras y lo pillo al vuelo de un brazo antes de que caiga rodando. Una vez en la calle, los niños se quitan la ropa y hacen que nadan en un charco, y Tesán camina a mi lado a cuatro patas. Pilar dice que así es imposible que nos den mesa en el restaurante.

terraza clandestina

miércoles, 14 octubre 2009. Estoy en casa de mis padres, mi madre dice que Araceli, la vecina, está en el ascensor esperándome para ir al colegio. Tengo examen. La bolsa no está lista ni yo arreglada. Meto lo primero que veo sobre la mesa, un tenedor una revista una naranja. Corro hacia la calle pero Araceli ya se ha ido. Una chica con aspecto de lesbiana me hace un gesto y me acerco. Llegamos a una especie de baños termales. Pienso que debo ducharme e ir al examen. La chica me indica dónde está. La ducha es una manguera que sale de un cobertizo encalado. Por un ventanuco veo a Alberto y sus amigos disponiéndose a comer en una venta cercana. Intento darme prisa pero mi ropa está mojada. Me envuelvo en una toalla enorme y salgo de allí. Camino con prisa hacia Conde Ureña. Cuando por fin llego a lo que se supone que es el colegio, hay una zanja enorme por la que debo trepar. Alumnos que ya se van a sus casas me ayudan a subir. Busco mi clase para hacer el examen si todavía es posible. Están desmantelándola, unos obreros arrancan a tiras moqueta del suelo, las sillas están apiladas en un rincón como para hacer una hoguera con ellas.
+
Un dibujante de cómics muy mayor, que se parece a Camilo de Ory, da una charla sobre su obra. Cuando termina, nadie se acerca a él. Alberto saca bricks de leche y se los pasan unos a otros como si fuesen litronas. En el suelo hay un gusano negro de plástico, se lo doy a Enrique Kb pensando que es suyo. Después todos salen de la sala como si nada. Le digo al dibujante si le ha gustado la experiencia. Me gusta más se bloguero, dice. Los amigos se han ido. Me siento a la puerta del centro a esperar al tipo porque me parece mal dejarlo solo. Me siento en un escalón junto a Daniel Verge. Le digo que me he enterado de que han hecho "La abeja Maya" en 3d y también quieren hacer "Heidi". Daniel hace un gesto con la mano como si espantara una mosca. Llega el dibujante y se sienta con nosotros. Le cuenta a Daniel exactamente lo mismo sobre Heidi y añade que va a desvelar quién era su padre. Daniel está entusiasmado con la noticia. Le reprocho que no se cree nada de lo que le cuento, igual que Alberto, sin embargo celebran la misma noticia en boca de otros. No os lo vais a creer, termino diciendo, pero yo conocí al padre de Heidi y siempre viste de amarillo.
+
Estoy dormida, suena el timbre, oigo los pasos de mi suegra correr para abrir la puerta. Intento detenerla, pero tiene más fuerza que yo. Una planta del pasillo y que llega hasta el techo, mueve sus ramas para ayudarme empujando la puerta. Finalmente conseguimos que mi suegra no la abra. Me fijo entonces que junto a la puerta de entrada hay un trastero con una planchadora industrial, y al fondo una terraza enorme con el suelo verde de falso césped. Le pregunto a mi suegra por qué no me lo había dicho. Porque ahí no cabe ni un restaurante pequeño. Mientras tanto, llevo un despertador digital en la mano e intento ponerlo en hora, pero aparecen dibujos Pokemon en vez de números.

chanclas y pikitos

martes, 13 octubre 2009. Me encuentro a Ferran Fernández por la calle. Al ver que voy descalza se quita las chanclas y me las da. Me quedan enormes y además son del mismo pie.
+
Héctor Márquez desayuna en el quicio de la puerta un paquete de pikitos. Sólo lleva puesto una toalla a la cintura. Abro el armario y saco unos pikitos iguales a los suyos. Caminamos muy felices por la calle, comiendo pikitos.
+
Observo una escena donde el escritor Chivite y su familia pasan la tarde en el cuarto de estar. Delante de una pared llena de libros hay una mesa grande de madera encerada. Su mujer está de espaldas. Se saca mechones de pelo y los ata según las indicaciones de una revista. Su hija mayor tiene el pelo muy rizado e intenta recogérselo en un moño con un pincho de madera. Tengo que daros una noticia, he decidido estudiar andaluz, dice.

comida aérea

lunes, 12 octubre 2009. Mi suegra dice que le prepare la cena, quiere carne. Cuando tengo la comida preparada me dice que quiere pescado y que me dé prisa porque también se la tengo que preparar a su hija. Le digo sonriente que prefiero tirar toda la comida por la ventana. Y lo hago.

pendrive

sábado, 10 octubre 2009. Parece la celebración de una boda en una nave muy blanca. Hay mesas de seis. Mi amiga Salud dice que ocupe una mientras ella encarga la comida. Cada vez que me acerco a una mesa, ésta se llena inmediatamente. Entre tanto, me doy cuenta de que he perdido el pendrive donde guardo todo lo que he escrito. Me tiro al suelo y busco entre las mesas. Ya no es una boda sino una biblioteca. Los estudiantes me dicen que no haga ruido. Tumbada en el suelo voy encontrando mecheros y pendrives, pero ninguno es el mío.

piedras sospechosas y porrompompero

viernes, 9 octubre 2009. Voy con Antonio Muñoz Quintana en el asiento trasero de un coche, nos damos cuenta de que no lleva conductor. Salto y tomo el volante. Tengo que subir por una cuesta muy empinada. Me bajo, doblo el coche como si fuera una carpeta y trepo por la cuesta. Un chico con rastas intenta ayudarme, dice que le dé el coche, que no va a robarme porque no sabría qué hacer con él. De Antonio, ni rastro.
+
Bajo un escalón enorme y ya estoy en la playa. Hay piedras mojadas que brillan. Cojo dos, son idénticas. Me parece sospechoso. Miro a mi alrededor por si alguien las ha puesto ahí. Camino por la playa y todo el tiempo veo piedras iguales colocadas de dos en dos. En el paseo marítimo hay una performance. Alguien ha puesto una urna con muñecos y canicas. En un monitor se ve al autor dando explicaciones. Me siento a verlo. Me fijo que el sueño está cubierto con dibujos de Liniers. Lo han descubierto hace poco, ahora este suelo vale millones, me dice una chica. El artista se parece a mi amigo Óscar Jordán, pero no me atrevo a preguntarle si es él. El supuesto Óscar dice que quedemos para comer. Voy a casa a cambiarme, mi casa no es mi casa, es una habitación desordenada, ropa que no es mía se amontona sobre la cama, en el suelo hay monedas y papeles escritos. Alberto dice que tiene que irse. No puedes dejarme aquí con todo esto, le digo. La hora del almuerzo ha pasado e intento llamar a Óscar, pero no encuentro la agenda, el teléfono que hay colgado en la pared no funciona. Sólo deja escuchar sms leídos, dice Alberto y cierra la puerta.
+
Juego con mi madre, en un patio muy luminoso lleno de plantas, a no dejar caer una pelota al suelo dándole puntapiés. La pelota es en realidad una especie de patata Matutano inflada. Al principio se nos cae, pero después de un rato somos capaces de hacer hasta chilenas. Mientras jugamos, de fondo suena el Porrompompero.

pijamas y venganza

jueves, 8 octubre 2009. Carlos Navarrete está haciendo sopa dentro de un armario. Cuando me acerco para que me dé una taza, pregunta por qué no llevo el pijama completo. Llevo los pantalones con muñecos rosas y la camisa con muñecos azules. Antonio Blanco toma sopa, de pie, apoyado en la pared. Lleva un pijama blanco muy grueso. Mira, gatos rosas y osos azules, le digo. A mí siempre me han regalado los pijamas, dice él.
+
Alberto ha perdido su cartera, la busca en un parque infantil. Mientras tanto pregunto a quienes están por allí si han visto una cartera pequeña negra. Una señora se fija en una foto del tamaño de una uña que llevo en la mano. Dice que es su hija, que murió hace años. Me pregunta de dónde la he sacado. Encuentro fotos de desconocidos constantemente, le digo. Me da una foto borrosa de dos tipos en la barra de un bar. Dice que ellos mataron a su hija y yo debo vengar su muerte.

pechos pequeños y paraguas

miércoles, 7 octubre 2009. Entro en una habitación y las paredes cambian de color, los muebles desaparecen, estoy dentro de un cubo blanco. Un tipo de aspecto oriental me amenaza con un rastrillo gigante. Toco la pared buscando una ventana, aparece, pero está demasiado alto para saltar. El tipo me empuja, caigo de espaldas, me inmoviliza tumbándose encima. En ese momento entran sus compinches y se ríen. No queríamos molestar, dicen. Cuando se van, el tipo me besa y se restriega sobre mí. Su lengua me da asco porque parece una canica, pero sus manos me gustan mucho porque cuando me toca los pechos se me vuelven muy pequeños.
+
Paso por delante del que fue mi instituto y recuerdo que dejé una nota escondida entre los ladrillos de las duchas. Entro, todo está muy cambiado, los alumnos me parecen todos macarras vestidos para un viernes noche. Donde antes estaban las duchas ahora hay un bar. Saludo a la dueña, dice que se acuerda de mí, que el antiguo instituto lo derribaron y sólo quedan dos piedras que se guardan en un almacén. Me pregunta qué fue de mi vida y, cuando voy a empezar a contarle, vemos pasar a Blas, mi profesor de matemáticas. Va descalzo. Se saludan. Soy Isabel Bono, le digo. Me acuerdo de ti, dice, fuiste la única alumna que se atrevió a agarrarme un dedo. Intento recordar de qué me habla y me viene una imagen estilo Magritte de Blas con paraguas. No fue el dedo, fue el paraguas, le digo.

bermudas

martes, 6 octubre 2009. Una señora, que al parecer es mi profesora de patronaje, me pregunta si he terminado los bermudas. Mañana hay que entregarlos, dice. Le digo a un compañero de clase que los míos llevarán volantes por la parte de atrás, que no se me ocurre otra cosa. El compañero me dice que ha leído "Mi padre" y le parece una joya. Deberías dejarte de bermudas y escribir más, me dice. Cuando me fijo en su cara es la del presentador Jorge Javier Vázquez.

sesión golfa

lunes, 5 octubre 2009. Mi prima Elisa y el poeta Andrés Gómez Miranda han ido al cine y me han dejado en un bar de la Plaza de la Merced cuidando de Darío. A la hora de cambiarle los pañales observo que las mesas del bar se han convertido en camas cuadradas cubiertas por edredones plastificados. El problema es que, según lo limpio, Darío va menguando. Cuando termino de vestirlo es del tamaño de un dedo. Deseo que sus padres vengan por él cuanto antes para que no desaparezca del todo. Elisa y Andrés llegan por fin. Darío es otra vez de tamaño normal, pero en vez de un dodotis lleva papel de periódico que no recuerdo haberle puesto. Sus padre no se dan cuenta. Andrés dice muy asombrado que ha visto a mi abuelo en el cine, y si no es muy mayor para eso. Teniendo en cuenta que murió hace unos años, sí, está muy mayor para ir a la sesión golfa, le digo.

resina

domingo, 4 octubre 2009. Alberto ha aparcado el coche justo al lado de un vagón de metro, dice que tenemos que darnos prisa si no queremos perderlo. Me da varios tickets pero todos están usados. El vagón no tiene asientos, parece una discoteca. Tampoco tiene ventanas, tienes paneles con falsas peceras.
+
La hermana de mi suegra dice que ha recibido una carta de Maestu donde la invitan a un homenaje que van a hacer a su padre. Mi suegra dice que no piensa ir. Su hermana se enfada tanto que las cejas y los labios se le ponen naranjas fluorescentes.
+
Mi prima Elisa está en la cama. Dice que ha vuelto Penélope y no se fía de ella. Le digo que no recuerdo quién es, que sólo recuerdo a Clara. Clara era mucho peor que Penélope, dice. Mientras, vemos en una proyección circular en la pared, cómo Andrés habla con una chica. Esa es Penélope, dice mi prima. Andrés entra en la habitación y me da una cajita circular con resina para flautas de madera. Es uno de mis olores favorito, le digo.

música y estrellas

sábado, 3 octubre 2009. Entro en un bar vacío. La camarera entra detrás de mí, dice que todavía no han abierto. Vengo a comprar un cedé, le digo. Sobre el mostrador hay varios recopilatorios, pero yo quiero uno del que no recuerdo el nombre del grupo. Empieza por E, le digo. La chica me lo da y el bar se llena de repente. A mi lado, Javier Ojeda de Danza invisible, me dice que tengo muy buen gusto.
+
Es el cumpleaños de Scarlett Johanson, y antes de soplar las velas decide que se va de casa. La vemos desde la terraza arreglar un piso justo enfrente. Le hacemos señas para que vuelva. Le enseñamos la tarta desde lejos. Ella corre las cortinas. Un chico me dice que me ha hecho las copias que le pedí. No recuerdo haberle pedido nada, pero se lo agradezco. Cuando llega Daniel Verge se las doy. Estos grupos te van a gustar mucho. Buscamos en una mesa de noche cajas de cedés para guardarlos.

la gran ola

viernes, 2 octubre 2009. Por la ventana del dormitorio veo el mar. Hay tormenta. Unas olas enormes vienen a romper en los cristales. Es un espectáculo. En el momento en que una ola gigantesca va a llegar, mi suegra baja la persiana de un golpe. No quiero que se ensucien los cristales, dice. Me siento como un niño al que le hubieran apagado la tele.
+
Mi suegra dice que quiere cambiar los cuadros del salón de sitio. Sobre el sofá ha colocado un retrato de su madre. Dice que no encuentra otro esté a su altura. Los demás a su lado son monigotadas. Me hace que cuelgue todos los demás, apiñados, detrás de la puerta.
+
Mi abuela dice que no puedo irme sola tan tarde. Esperamos a mi tía Encarna sentadas al borde de la bañera. Lo que de verdad me preocupa es que sea de madrugada y mi tía ande sola por la calle.
+
Alberto, Antonio Blanco y mi prima Elisa hablan con misterio en la terraza de un bar. Elisa dice que el próximo número de la revista será sobre parapsicología. Pienso que está de broma y le propongo que Blanco escriba un artículo. Blanco dice que sabe mucho sobre el tema. Alberto pide que regalen con ese número una película que no conozco Al parecer a todos les va mucho el tema. Yo no sé si están de broma o hablan en serio. Entre tanto, a Blanco se le cae al suelo una cajita envuelta en papel blanco con un lazo azul muy fino. Se la doy. Esperaba que e dijera lo que es, pero se la guarda en el bolsillo sin decir nada. Todo me parece muy sospechoso, hasta el punto de creer que en realidad no son ellos.

montaña rusa

jueves, 1 octubre 2009. Alberto y yo vamos en una montaña rusa para niños, cada uno en un cochecito distinto. Yo voy tumbada, tapada con una manta. Alberto dice que nunca le han gustado las atracciones peligrosas. Le digo que no se preocupe porque es para niños muy pequeños. En ese momento comenzamos a hacer tirabuzones vertiginosos. Cuando bajamos, un niño me pregunta si quiero ser su madre. Le miro los zapatos, como siempre hago con todo el mundo para saber si me caerá bien. El niño lleva un zapato en un pie y una zapatilla de deporte en el otro. Ven conmigo, le digo. Entramos en un taxi, lo abrazo y nos vamos a casa.