hierba

miércoles, 28 agosto 2013. Yo comía hierba y las tortugas comían hierba. Para llegar a las ruinas tropezaba muchas veces y perdía una alpargata. En la mano otras alpargatas de mi número encontradas en la basura y un cuaderno con listas rescatado de detrás de unas tablas con los dedos de los pies. Un chico que hablaba de Bruce Lee me saludaba como si me conociera, pero no. Yo no sabía quién era, dónde estaba, ni dónde ir. 

alzheimer

domingo, 25 agosto 2013. En un puesto de un parque venden pequeños pastilleros o jaboneras, no se sabe bien. Alberto me compra una con un dibujo de una pajarita de papel en negro y rojo. Le digo que la cambie por otra porque ese dibujo me da mal rollo. Mientras la cambia, entro en un bar y explico a un grupo que está comiendo que mi madre tiene alzheimer y se ha perdido. Uno de ellos se levanta de inmediato y dice que me ayudará a encontrarla. Cuando está a mi lado veo que es Rafa. Caminamos por una carretera junto a un monte. Se va haciendo de noche. Rafa dice que la encontraremos. 

parrish por sabrina

viernes, 16 agosto 2013. Han convertido la casa de mis padres en un cine. Veo a Rebollo mirando los buzones como si fueran la cartelera. Me acerco, le digo que cuando vea a Jonás le pregunte si querría mi abrigo gris. Cuando subo la casa no tiene paredes, parece una habitación enorme de hotel. Todo es enorme y blanco, la cama, las ventanas, la mesa. Suena una canción, parece la voz de Mark Lanegan, pero aún más grave. Al sentarme a la mesa digo que nada me gusta más que una voz grave. Eso es masoquismo, dice mi madre. Mi padre silba una canción, es la primera vez en toda mi vida que lo veo silbar. Mi madre dice que le encanta esa canción. Mi hermana dice que es la banda sonora de "Parrish" y que, además, la ponen esa misma noche en la tele. Todos silban felices. Pienso que confunden "Parrish" con "Sabrina", pero no digo nada.

los anillos de saturno

sábado, 10 agosto 2013. Ayudo a un tipo a cargar sus coches. Los tiene aparcados en línea, con los maleteros enfrentados. Yo vigilo y el entra y sale de un portal con bártulos. Temo que después, en agradecimiento, quiera acompañarme a casa. Entro en el portal para decirle que en cuanto termine me iré. Al salir, los coches no están. ¡Me han robado!, grita. Corremos cuesta abajo, intento parar a un coche de policía pero pasa de largo. Pasa un policía en moto y me pongo delante. Le explico lo ocurrido. ¿Y me para sólo por eso?, le voy a meter un puro, dice el policía. No comprendo nada. El tipo dice que debe marcharse, que lo ha perdido todo. ¿Me llamarás mañana?, pregunta. Me siento culpable por haber dejado de vigilar sus coches, pero sé que no lo llamaré.
+
Se supone que estoy en un encuentro de poetas y que vuelvo al hotel. Todas las calles me parecen iguales, camino muy despacio para no saltarme la mía. Me cruzo con Mestre. A ver si me da tiempo a coger el último bus y llego a tiempo a la comida, dice. En ese momento recuerdo que la comida no era en el hotel. Noto que alguien me sigue, me vuelvo, el Félix Grande. Me has pillado, dice, no sé llegar al hotel y llevo siguiéndote un rato. Yo tampoco sé ir. Nos reímos. Una chica japonesa en camisón, y con un antifaz sobre la frente, nos pregunta si con unos prismáticos se verán mejor las estrellas. Le digo que no, que ni siquiera con un telescopio conseguí ver nítidamente los anillos de Saturno. Nos da las gracias y se va. Miramos cómo se aleja dando pequeños saltos. Entre tanto se ha hecho de noche y todavía no hemos encontrado el hotel.

cuatro hijas

viernes, 9 agosto 2013. Llego a un hotel subterráneo donde, se supone, debo preparar una comida para más de cincuenta personas. Me reciben cuatro niñas casi idénticas con los ojos grandes y muy azules. Pienso que son las hijas del dueño del hotel, pero por lo que me van contando deduzco que  son hijas de Mariángeles. No comprendo cómo Mariángeles ha podido ocultar tanto tiempo que tiene cuatro hijas. Empiezo con la comida. Alguien dice que el pollo huele mal. Estará podrido, dice otro. No paran de criticar todo lo que hago, se quejan hasta del tamaño de la olla. Yo sigo como si nada. Llega Alberto. Le pregunto sí él sabía que Mariángeles tenía hijas. Una, dice. ¡Tiene cuatro! Alberto no le da ninguna importancia. Mientras cocino, pienso en dónde dejará a sus hijas cuando sale con nosotros y si sus dos hijos sabrán que tienen cuatro hermanas.

dos veces

sábado, 3 agosto 2013. Tengo la cabeza sobre los brazos y los brazos sobre una mesa. Me noto muy cansada. Veo a Daniel al otro lado, noto la mesa ancha. Si estirara los dedos no podría llegar a tocarlo. Le pregunto por su hija. ¿Cómo está Clara? Se ríe. Sigue bien, dice. ¿Sigue? Y de repente imagino que ha estado enferma, que se está recuperando. Por su cara de guasa deduzco que ya se lo he preguntado. Sí, dice, hace diez minutos. Le pido disculpas con un gesto que viene a decir que a veces no recuerdo lo que he preguntado hace diez minutos. Se ríe y eso me tranquiliza. Lleva un single de Radio futura, lo abre despegándolo. Dentro, alguien ha escrito algo. Por la letra es una chica, dice. Pienso que ahora querrá conocer a esa chica y que se irá, y no volveré a verlo en mucho tiempo. Pero no digo nada.

pudor y aceitunas

viernes, 2 agosto 2013. La casa de mis padres vuelve a no ser exactamente la casa de mis padres. Hay muchas puertas y todas están abiertas. Los vecinos viven sin pudor, los ves pasar en pijama o incluso desnudos, los ves comer, los ves rascarse. En el sueño consta que Julio trabaja allí. Llega escoltado por tres secretarias, está muy delgado y lleva barba. Me alegro mucho de verlo, lo abrazo, le pregunto qué tal todo. Ya sé que nos has dejado y ahora escribes sobre aceitunas, dice. Tengo que contarte cosas y todas buenas, le digo.
+
Tengo que ir obligatoriamente a una fiesta. No sé el porqué y no sé llegar. Hay una casa sobre un monte te tierra muy blanda. La tierra se desmorona a cada paso. Todos entran con una botella de vino, yo llevo seis copas. Hay varios hombres con chilabas. Empiezo a pensar que no debía haber ido. Alguien abre una caja de embalar y dentro hay juguetes que fueron míos de niña. Ya tengo un tema de conversación, pienso. Alberto ordena piedras sobre una mesa. Parece que no me conoce. Siento una tristeza enorme. Conduzco un coche destartalado, huyo. El coche tiene los pedales muy pequeños y temo tener un accidente.

esa música maravillosa

jueves, 1 agosto 2013. Llego a la casa de mis padres, pero no es exactamente la casa de mis padres. Las habitaciones están cambiadas de sitio. Mi madre me pide que hable con mi padre, que lo convenza. ¿De qué? Ha visto una película y quiere ir a hablar con el director para pedirle un fotograma, dice que suena una música maravillosa y quiere tenerla. Déjalo que vaya, así se entretiene. Es que es en Canadá. ¿Papá se va a Canadá? A por un fotograma. Mi padre abre muebles, busca ropa, pero dentro de los muebles hay baldosas y piezas de cuarto de baño. Papá, puedo bajarte esa música con youtube. Tengo que ir a Canadá, esa música es maravillosa, dice sin mirarme.