la silla salvaje

sábado, 22 agosto 2015. Camino con un chico desconocido por unas calles desconocidas. Eso hace que me sienta especialmente a gusto. Llegamos a un concierto al aire libre. Una chica me pregunta si he probado "La silla salvaje". Me lleva al escenario, me sienta en una silla de cuero y noto como algo o alguien me da pequeños mordiscos. Puedes ir donde quieras, dice. El público aplaude. Me veo bajando una escalera de caracol que lleva a una pequeña sala de baile. El chico desconocido está esperándome. Bailamos. Las otras parejas van vestidas a la moda de los saloones del oeste. Me veo en un pasillo donde me arrastran hacia unas habitaciones tipo monasterio. Otras chicas me miran con asco. Ellas van vestidas muy recatadas y yo llevo un vestido tipo can-can. Me pego a la pared, cierro los ojos y deseo: Quiero salir de aquí. Noto que alrededor de mí se forma una caja vertical, como un ataúd. Puedes salir cuando quieras, oigo decir. 

un tornado

domingo, 16 agosto 2015. Primero un tornado, después una canoa. Buscar supervivientes. Van llegando por su propio pie. Maletas en una cinta transportadora. Se supone que es buena señal. Todas las maletas menos la mía.

unas alas enormes

martes, 4 agosto 2015. Dábamos muchas vueltas. Yo tenía que volver a casa de mis padres para prepararles la cena. Llamabas a mi madre por mi nombre. Mi hermana nos mira desde la cama. Mi madre dice que todos tienen fiebre. Y dábamos muchas vueltas por calles por casas, atravesábamos como si nada calles y casas. En alguna nos ponían la mesa, una fuente llena de tartaletas de manzana. Yo veía el truco de todo aquello. Encontraba un papel que habías pegado cerca del cuello, en el interior de mi rebeca. Veía el truco. Me marchaba sin enfadarme, pero me marchaba de todos modos. Tú te arrepentías, me dabas una caja llena de tarjetas escritas a mano. Un tipo me ponía unas alas enormes, advirtiéndome que eran alquiladas y en dos horas debía devolverlas. Aunque me regales alas no voy a cambiar de opinión, te decía. Y seguíamos dando vueltas.

tu voz

lunes, 3 agosto 2015. Habitación con paredes encaladas. Luz de fluorescentes. Ventanas alargadas pegadas al techo. Da la impresión de un sótano. Formamos filas. Vamos de uniforme (camisa blanca, falda o pantalón gris). Algunas caras me resultan familiares. Quizá sean niñas del colegio que se han hecho mayores. Suena el teléfono. Está en la pared junto a la reja que hace de puerta. Un tipo, sin descolgarlo, dice que es para mí. Es la voz de Joan. Antes de que diga nada le advierto: Manos libres. Me cuenta cosas que ve, dice que vendrá a por mí y, nada más decirlo, ya estamos juntos caminando por la calle.

basura

sábado, 1 agosto 2015. Camino con mi padre. Cruzamos la Plaza de los monos. En la esquina, junto al semáforo, hay basura amontonada. Mi padre ve un puro a medio fumar y se agacha a cogerlo. Me extraña mucho porque siempre ha sido muy escrupuloso y además ya no fuma. Rebusca entre el montón de basura hasta dar con un tubo para guardar el puro. Junto al tubo hay unos utensilios de cocina de madera completamente nuevos y limpios. Dudo si llevármelos a casa.