luna

miércoles, 13 agosto 2025. Llaman a la puerta de la casa de mis padres, abro y la gata aprovecha para escaparse. La llamo varias veces, me asomo a la escalera (que es distinta, tiene barrotes), nada. Bajo a la calle y la busco. Hay un puesto de feria donde venden coco cortado, turrón y altramuces. También puedes llevar tu mascota para que otra persona la adopte. Una chica me tiene unos impresos, dice que puedo dejar a la gata allí y que otra familia la acogerá. De repente me doy cuenta de que llevo a la gata en brazos. La aprieto contra mi cuerpo y corro hacia casa, feliz de haberla encontrado.
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Voy con Sonia y Mesa Toré por un parque desangelado, de vuelta a casa. Le digo a Mesa que en el homenaje a Manuel Alcántara leí un poema suyo. Eres buena, me dice.
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Alberto y yo vamos por el paseo marítimo sentados en una especie de sillón con motor. Veo a Francis mirando el mar. Pasamos por su lado sin detenernos. Me vuelvo a mirarlo y le hago un gesto como diciéndole: ya te contaré.

gallur

martes, 12 agosto 2025. Estoy esperando para cruzar Muelle Heredia. Se acercan tres chicos. Pienso que acaban de llegar en patera. Me preguntan dónde pueden ir a comer. Uno de ellos dice, calle Bolsa. Le digo que allí todo es muy caro; hacia el este todo muy caro, hacia el oeste más barato. Aparece un coche pequeño amarillo, hace un trompo para entrar en el puerto y los tres chicos salen corriendo. De repente estoy en una habitación anexa a la iglesia de la Victoria. Una de las profesoras pregunta a tres chicas de dónde son. De Zaragoza. Les dice que digan nombres de calles de su ciudad. Dicen nombres muy raros, parecen nombres que yo les pondría a unas cabras. Se lo digo: ¿En vuestra ciudad ponéis a las calles nombres de cabras? Todas ríen como si hubiera contado un chiste. La profesora quiere recordar el nombre de una sierra. Guadarrama, le digo. Me mira con admiración. Le digo que no tiene importancia, que yo todo lo aprendí hasta los siete años, después nada. Vuelve a preguntar a las chicas por pueblos de su tierra, pero no saben ninguno. Gallur, respondo. Todas se miran y cuchichean.

edredones

lunes, 11 agosto 2025. Estoy preparando el desayuno. Llaman a la puerta. Pienso que siempre miro por la mirilla con el ojo derecho y esta vez voy a hacerlo con el izquierdo. No veo nada. Abro. Mi hermana y mi prima Cristina son niñas. Están acostadas en el descansillo sobre edredones y sábanas revueltas. Hablan de sus cosas. Les pregunto si han llamado. Dicen que no saben, que igual le han dado al timbre por error. Vuelvo a lo mío. Al meter la taza en el microondas, choca y se derrama. La taza es ovalada. No sé de dónde ha salido. Busco mi taza favorita pero no doy con ella. Me paro a pensar: ¿cuál es mi taza favorita?

neopreno

domingo, 10 agosto 2025. Estoy de visita en casa de una chica a la que no conozco. De repente me dice que su hermana acaba de llamarla, tiene que contarle algo muy personal y tengo que irme. Ponte los zapatos y te acompaño, dice. Le digo que puedo irme sola, pero ella insiste. Le digo que solo me acompañe la mitad del camino. A su lado está Oeste que intenta varias veces acercarse a mi mochila. Supongo que quiere meterme de regalo un mechero que le dije que es muy bonito.
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Estoy en la cola de un puesto de helados hecho de madera. Alguien se pone detrás, muy pegado a mí. Me vuelvo y es un chico muy alto, miro hacia arriba y es Paco. Me mira muy serio, me saluda fríamente. Soy yo. Lo sé, responde. Le digo que me alegro muchísimo de verlo. Dice que también, pero actúa mecánicamente. Le digo que justo hace un momento acabo de saludar a José Miguel y a Laura. Miro a ver si están todavía en la playa. Paco entra al patio de un bar. Se sienta en una mesa con una pareja mayor (imagino que son sus suegros). A su lado hay una sillita de bebé. Me dice que la ropa que lleva la ha hecho su hijo (es una especie de vestido muy ancho de lino verde militar; me extraña porque hace un momento llevaba un traje corto de neopreno). Dice que también hace bordados. Miro la sillita y es de bebé de pocos meses, no creo que pueda sostener ni el biberón, mucho menos una aguja, pero no digo nada.
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Estoy en un hotel caótico. Comparto habitación con una señora mayor mal teñida. Está viendo la tele a un volumen exagerado. Cojo la mochila y salgo a buscar un lugar tranquilo. Cuando bajo al patio, una chica aparece con un cuenco de sopa. Se le va cayendo por el camino, se tambalea como si caminara por una pasarela. Me dice que no salga, que el cielo va a explotar. Miro al cielo y está de un color rarísimo y una forma abombada. Le pregunto al dueño del hotel si puedo ir al monte a leer. Dice qe no me lo recomienda, que en los días explosivos todo el mundo va al bar a emborracharse. Es que yo quiero leer y la señora pone la tele muy fuerte. Tenías una habitación para ti sola, pero me pediste que te cambiara. Vuelvo al hotel. Me fijo en que voy vestida de rosa pálido. En el suelo encuentro una tira de tela de cuadros madrás muy bonita en tonos pastel. Al ponérmela veo que los dobladillos están solo hilvanados. Mientras espero el ascensor llega una pareja mayor. Él va de blanco de la cabeza a los pies (incluidos pelo y cara)Pienso que parece un personaje de David Lynch. Al entrar en el ascensor, solo entra ella. Le pregunto a qué piso va. Dice que al 8 pero le da al 2. Bajamos. Frente al ascensor hay una taquilla de cine antiguo. Un chico desde dentro grita: ¡ha llegado la abuela! Y sobre la ventanilla se enciende un luminoso rojo donde puede leerse LA ABUELA. Pienso que ese hotel es una locura. Al ir hacia mi habitación, noto el sueño del pasillo blando. Parece que caminara sobre un colchón de agua. Delante de cada habitación hay un agujero con agua. Pienso que quizá hayan inundado la planta de abajo para conseguir ese efecto. Al llegar donde se supone que estaba mi habitación, pasan del número 13 al 15. Le pregunto al dueño qué ha pasado. Como decías que había mucho ruido la he eliminado, si quieres puedes quedarte con la mía, dice. Siento una tristeza enorme, quiero irme a casa, pero estoy tan cansada que acepto quedarme con su habitación. Sígueme, dice.

solo

sábado, 9 agosto 2025. Levanto a mi padre de la cama. De repente vamos andando por la calle. Va muy diligente hasta el punto de que lo suelto del brazo y camina solo. ¡Mira mamá, papá vuelve a caminar solo! No te confíes, dice mi madre.

bricolaje

viernes, 8 agosto 2025. Estoy en casa, pero tiene la distribución de la casa de mi abuela, incluso la terraza se parece al patio. Salgo y a la izquierda dos señoras barren. Me preguntan qué es eso tan bonito que hay junto a la ventana del baño. Eso tan bonito es un engendro de bricolaje que, se supone, hicimos entre Alberto y yo para matar el tiempo. Una tabla de aglomerado a la que fuimos pegando piezas rotas de plástico y mármol.

castores

jueves, 7 agosto 2025. Estoy en un bar. Veo a Alberto y Salvatore en otra mesa. Cojo mi vaso y voy con ellos. El camarero pregunta si quiero tomar algo y yo pongo mi vaso sobre la mesa. El camarero se va y apaga la luz. Alberto cuenta que una amiga ha estado de viaje, que el hotel era muy barato, que compartía habitación con una familia con un montón de niños, y lo peor era que los niños tenían cada uno como mascotas castores que se pasaban la noche haciendo ruido. Lo cuenta muerto de risa (yo no le veo ninguna gracia). Pienso que nunca lo había visto reírse tanto de algo.

erizo

miércoles, 6 agosto 2025. Alberto y yo llegamos a un centro comercial. A un lado del pasillo hay una cubeta grande y cuadrada de plástico transparente de la que salta un erizo. Cuándo está a nuestros pies se hace una bola, lo cojo con cuidado y lo devuelvo a su sitio. En la cubeta hay bolas de papel virutas de madera. El erizo vuelve a saltar. Alberto intenta cogerlo pero se pincha. El erizo se me sube a la pierna como si quisiera venirse a casa conmigo.
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Mi padre está metido en la cama. Mira el reloj aunque sé que no puede ver la hora. Están tardando mucho, dice. Es que no he llamado a Urgencias, se reirían de nosotros por llamarlos para una tontería.

música

martes, 5 agosto 2025. Perkins me está esperando tumbado sobre el césped. Me tumbo junto a él. Le cuento que han convertido en música un libro mío, que ha quedado precioso. Miramos el cielo, lo recorren dos estelas paralelas de nubes.

revolución

lunes, 4 agosto 2025. Entro en una tienda (pero entro desde dentro). Paso por delante del mostrador de mármol, donde un tipo coloca lonchas de jamón como si fuera pescado fresco. Pienso que, ya que estoy allí, podría comprar para la fiesta de feria que quiero hacer en casa de mis padres. Una chica me llama desde otra puerta que hay junto a la que da a la calle. Quiere enseñarme algo. Entro. Pasillos y una gran habitación destartalada a modo de almacén. Me recuerda a las imprentas clandestinas. Sobre la mesa hay papeles amontonados y cajas de cartón abiertas. Me enseña un catálogo sin encuadernar con fotos de políticos, entre ellos Alberto Garzón. ¿Qué fue de él?, pregunto. Me manda callar. Me enseña otro catálogo con fotos de pueblos. Eso es Teba, le digo, mi suegro era de allí. ¿Sabías que Teba fue el único pueblo que apoyó la Revolución de Asturias en el 34?, le digo. Me saca del brazo de la habitación, me acompaña hasta la calle. No vuelvas, dice.

medio corte

domingo, 3 agosto 2025. Alguien me dice que le gusta mi corte de pelo. Le digo que de la mitad hacia la nuca me lo han hecho en una peluquería y de la mitad hacia adelante en otra.

mascota azul

sábado, 2 agosto 2025. Estoy con un grupo de personas que no conozco. Aparecen Maribel, Purranki y Ash. Purranki lleva una mascota con correa. La mascota es una bayeta azul de 25x25 cm. Se mueve alegremente cuando la acaricio. No te extraña nada, dice Maribel muy contenta. Ash lleva una pecera con asa en la tapa a modo de maleta. Dentro hay pequeñas bayetas de colores de no más de 5x5 cm. No comprendo que la que supuestamente es su madre pueda vivir fuera del agua, pero no digo nada.

teba

viernes, 1 agosto 2025. Llegamos a una calle de casas matas bajando unos escalones de piedra. De la que hay frente a la que se supone que es la nuestra, salen Sr. Chinarro y dos tipos con cara de no haber dormido. ¿De trasnoche?, le digo. Dice que no, que se acostaron pronto porque hoy tienen dos conciertos, uno en Fuengirola y otro en Tebas, que si llega a saber que íbamos a vernos me hubiera guardado un par de entradas. Le digo que no se preocupe, que estoy muy cansada. Cuando se van le digo a Alberto si se ha fijado en que ha dicho Tebas en vez de Teba, que todo el mundo lo dice mal.