lunes, 29 junio 2015. Estoy en una habitación de hotel. A los pies de la cama hay un espejo muy grande. Puedo ver a quien entra a la habitación dos segundos antes. Una chica me ofrece un plato pequeño con un bombón, que finalmente se come ella. Se va. Entra un chico con una lista de instrucciones. Se va.Entran dos chicas vestidas de payaso. Les digo que quiero dormir, que se vayan. Entran dos payasos gordos y les digo que se vayan con gestos. Veo, a través del espejo, que están a punto de entrar tres caballos. Grito que se vayan. Sólo entra uno. El caballo se mete mi mano en la boca. No me duele. Pienso que quizá esté entrenado para no hacer daño o quizá le hayan sacado los dientes. Aprieto la mandíbula al caballo. El caballo se queja. Le dice, hablando, al jinete que deja ese trabajo, que está harto. Al fin se van todos. En el armario encuentro un micrófono que alguien ha colocado y un robot de cocina. El robot da vueltas y hace un ruido infernal. No sé cómo apagarlo.