suelo de hielo

viernes, 27 diciembre 2014. Mi madre se ha mudado y me enseña la casa nueva. Todo está manga por hombro y la distribución de las habitaciones es de locos. Para subir al dormitorio de mi hermana hay que trepar por una escala de cuerda. Está decorada con motivos árabes en tonos rosa. Horrible, no hay sitio para nada. Lo mejor es la cocina, dice mi madre. Por las mañanas el suelo parce el cielo y por las noches una piscina, dice. Tiene forma de triángulo y suelo cubierto de baldosas de cristal translúcido que da miedo pisar. Parece una pista de hielo. Lo mejor es la basura, dice. Una pared con más de cincuenta buzones verticales empotrados en la pared.

escalada en descenso

sábado, 21 diciembre 2013. Llego a un bar. Le pido a una chica que me guíe hacia el patio. Aparecemos en lo alto de un muro estrecho de más de 50 metros de altura. Ahora hay que bajar, dice la chica, y comienza a descender agarrándose a la parte estrecha del muro con las puntas de los dedos. Le digo que jamás he escalado hacia abajo. La chica se suelta y la agarro al vuelo. Grito pidiendo ayuda. Desde abajo nos miran sin hacer nada. De repente yo también estoy mirando la escena desde abajo con mi madre. Mira, soy yo, le digo.

mido dos metros

jueves, 19 diciembre 2013. No sé qué hago en una iglesia. Se parece mucho a la del colegio. En uno de los laterales veo a Federico. Hace mucho que no nos vemos. Me acerco. Mira, ahora soy casi tan alta como tú, le digo. Y para demostrárselo le doy un beso en el cuello sin tener que ponerme de puntillas.

sus manos

viernes, 13 diciembre 2013. Al llegar a mi antigua casa, veo una mancha que cae por la pared desde el último piso hasta la acera y forma un charco. No parece agua, pero tampoco es aceite. Al entrar al portal encuentro a una vecina vacunando a todo el que quiere subir en ascensor. Si no te vacunas, no subes, me dice. Decido marcharme. Abro el buzón y recojo algunas de mis cosas además del correo. Al salir veo que el C2 está a punto de salir, corro y entro al vuelo. Hay sillas sin ordenar, incluso al fondo del bus hay una mesa de formica. Dejo mis cosas sobre la mesa y me siento. Se acerca Max von Sidow sonriente. Nos saludamos como si fuéramos amigos que no se ven desde hace mucho. Se sienta frente a mí, no me suelta las manos mientras me habla. Me pregunta si me gustó lo que escribió. Le digo que era precioso. El mérito es de los traductores, dice. Sus manos están calientes y son enormes. Su cara está bronceada y parece recién afeitada, tengo ganas de tocársela. No dejamos de mirarnos ni de tocarnos las manos. Me siento completamente feliz.

champiñones

miércoles, 11 diciembre 2013. Llego a un bar después de bajar una cuesta entre dos paredes encaladas. Me siento en una mesa donde Joan está mirando la carta. Le pregunto qué va a pedir. Algo con champiñones, dice. Veo que a mi lado está Elías con una chica. La chica tiene la ropa, la piel, el pelo, incluso los ojos, como si hubiese estado metida en lejía. El pelo y los ojos tiran a rosa despintado. No quiere que Elías se acerque demasiado a mí, tira de él. Quiere pedir duces. Muchos, dice. Sus cartas son normales, la mía es un rollo de bolsas de basura donde han escrito los platos. No sé qué pedir. No pidas champiñones, dice Joan.

una pistola

sábado, 7 diciembre 2014. Llego a la que se supone es la casa de Iker. Parece una casa de los 70, con el tejado plano, las habitaciones grandes con ventanas de rejas negras. En lo que parece un dormitorio hay dos camas de bambú sin hacer. Duermen en dos camas, qué raro, pienso. También hay un sofá con mantas revueltas, mucho desorden. Una chica me lo va mostrando todo. No digo nada. Hay una puerta cerrada. Ahí duermo yo, dice la chica. Me encierro cada noche porque él duerme con con pistola en la mano, dice.

siempre hay noviembres

viernes, 6 diciembre 2014. Intento encontrar las cajas en unos grandes almacenes. Quiero pagar un vaso que llevo en la manos y tengo prisa. Donde se supone que deberían estar, hay una parking desierto. Oigo voces y corro hacia ellas. Una pareja muy joven acaba de encontrar una bufanda en el suelo y lo celebran. Por una parte no comprendo tanta celebración (la mitad de la bufanda está mojada y sucia), pero por otra envidio que la hayan encontrado antes que yo. Los sigo por un pasillo luminoso de puertas que se van abriendo a nuestro paso. En una, un coche aparece de repente y trata de atropellarnos, pero se queda atascado. Un hombre sale y dispara a la chica varias veces sin éxito. Ahora es cuando la apuñala, dice el chico y huye. El hombre ve que me no me voy, deja a la chica y me persigue. Me escondo detrás de unas cajas enormes de electrodomésticos. Pienso que podría esquivar un cuchillo, pero no balas. Abro una caja y saco un brazo de batidora para usarla de mazo si el hombre me encuentra.
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Hay unas mesas de madera muy rústicas. Hay gente que habla en pequeños grupos. Se supone que es la noche en la que los muertos vienen a visitarnos. A mi lado está mi tía Paqui. Le digo que me preocupa mi padre, que me dijo que sabía que moriría en noviembre. Pero noviembre ya ha pasado, responde ella. Siempre hay noviembres, le digo. ¿Ves esas sombras?, señala. Por el cielo pasan nubes que parecen cuadros expresionistas y al llegar a un punto se vuelven nubes grises. Está bien que todas se vuelvan grises, dice. No sé qué quiere decir. Alguien sirve un licor pastoso, los que no tienen vasos ponen las manos.

hueco

miércoles, 4 diciembre 2013. Estamos en lo que parece un hospital, aunque es una sola sala con muchas camas. Nos adjudican un hueco en la pared para colocar toallas y nuestra ropa. Alberto está en la cama, pero no parece enfermo. En la cama de al lado hay un chico con heridas en las piernas, su ropa en el suelo con manchas de sangre. Un accidente de moto, pienso. De repente la sala se llena de parientes que vienen a visitar a alguien. Un grupo de enfermeras se abre paso entre ellos dando palmadas, como lo harían entre gallinas. Una de ellas señala nuestro hueco con toallas y alerta a las demás: ¡Se han duchado!

canguros de lana

viernes, 29 noviembre 2013. Mi madre, dos señoras mayores y yo, esperamos a que pase un taxi. Siempre pasan por el otro lado de la calle. Cambiamos varias veces de acera. Llega Daniel. Al parecer va al mismo sitio que nosotras. Un camión nos hace señas, dice que nos lleva. Mi madre dice que aprovechemos y vayamos, ellas ya llegarán después. Daniel sube de un salto. Pienso que siempre quise viajar en la cabina de un camión, pero al entrar es una sala de actos con sillas abatibles de madera. Daniel se sienta sin esperarme, sólo quedan sitios libre al fondo. Dos chicas muy gordas se ponen justo detrás de mí. Jalean a un equipo de fútbol y me golpean en la cabeza con una tubo de cartón que pone Real Madrid. Me levanto y me voy. ¿¡No serás del Barça!?, me gritan y se ríen. Le digo a Daniel que me largo, él ni me mira. En la calle encuentro a Alberto y Salvador. Han ido a recoger a mi madre y vuelven a casa. ¿Qué tal ha ido la lectura de poemas?, me pregunta mi madre. En ese momento me salva de responder una manada de ovejas muy raras, con las patas delanteras muy cortas. ¡Mira qué cerditos!, dice mi madre. Son canguros de lana, le responde Alberto. Una pareja los guía con una caña. Me extraña que vayan vestidos de fiesta. Ella va maquillada con purpurina. Pienso que quizá los canguros de lana trabajen en un circo. Como si pudieran leer mis pensamientos, el chico levanta la caña y dice: No son canguros de lana, son cerdos cerdos, es decir, lobos. La chica hace un gesto con los dedos, explicándome que si la palabra se repite, cualquier animal resultante es lobo. Sonríe con una enorme boca, rojo brillante, de mujer acostumbrada a sonreír en el circo para que se la vea desde lejos, pienso. Alberto se ha parado en una esquina donde unas chicas vestidas se flamenca sirven mojitos. Me despido de la extraña pareja y espero mi mojito. Alberto sólo ha pedido dos, uno para Salvador y otro para él. Una de las camareras moja un cubito de hielo en un vaso y me lo ofrece. Esto es lo tuyo, me dice.

lego de copas y deseo cumplido

jueves, 28 noviembre 2013. Me levanto y veo una construcción de copas delante de la puerta de la cocina. Llegan hasta el techo, pienso en el ruido que harían si cayeran. También, en lo bonito que sería verlas caer. Pienso que Alberto las ha dejado ahí para mí.
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Alguien ha colocado una tirolina de un edificio a otro. Los edificios tienen más de veinte plantas. Alguien me dice si quiero probarla. Le digo que sí, pero en el fondo pienso que arriesgar mi vida por algo tan tonto no tiene ningún sentido. Miro los cables desde el suelo y deseo que se rompan. Se rompen. Hoy no podrás subirte, me dicen.

cuna de madera

miércoles, 27 noviembre 2013. Voy en autobús, aunque en realidad es un portal con bancos de madera. Unas señoras muy mayores me cuentan sus batallitas. Miro hacia la calle, no reconozco ninguna. Al ir a bajar, el portal es un autobús con barras de madera. Me encuentro dos cuentos infantiles. Uno es una careta. Toma, para Darío, le digo a Andrés que entra cuando yo bajo. Lo rechaza. Salvador me pregunta si sigue en pie lo de pasar el día en la playa. Se ha puesto a llover, pero le digo que sí. No sé cómo estoy en la casa de mi abuela, recogiendo algunas cosas, mirándolo todo como se miran las cosas por última vez. Apago las luces y cierro la puerta. En el jardín hay un hombre robando flores. Le digo que puede cortar sin miedo todas las que quiera. Cuando voy a echar la llave, veo que todas las luces están encendidas y las contras de la puerta abiertas. No me entretengo, intento cerrarla de todos modos y largarme de allí lo antes posible. El hombre se queda cortando esquejes de campanillas moradas. Bajo la calle a toda prisa, en calle Cristo hay una pelea de esquiadores. La policía no interviene, observan desde la otra acera. Pienso que perderé el tren, he quedado con Salvador y Alberto para ir a la playa, recuerdo, aunque ya es noche cerrada. Un taxi descapotable me dice que suba, y que me siente en el asiento delantero. En el de atrás, se tumba un chico muy borracho. El taxista me lleva a su casa. Su mujer duerme en una cuna de madera. Quiero avisar a Alberto de que no llegaré a tiempo. Responde una chica. ¿Estás de broma?, me responde cuando le pregunto por él. Me explica que es su secretaria y que Alberto ha desaparecido.

la risa

martes, 26 noviembre 2013. Mi madre y yo recogemos ropa de un tendedero desde una ventana. A veces hay perchas sin ropa, o ropa sin pinzas. A veces se nos cae de las manos, la miramos caer, nos reímos a carcajadas. Cuanto más se ríe mi madre más feliz me siento.

peralhiguera

sábado, 23 noviembre 2013. Juan y yo discutimos amigablemente sobre si el árbol bajo el que estamos es una higuera o un peral. De repente se nos cae encima. Nos abrimos paso como podemos entre las ramas. Cada uno coge una fruta y se la enseña al otro. Ves, era una higuera, le digo mostrándole un higo. Él, a la vez y con una gran sonrisa, me muestra una pera.

muchas y muy verdes

martes, 12 noviembre 2013. Una nube de insectos se acerca, me atacan. Son santateresas. No me da miedo que me piquen, lo que me asusta es pensar en la posibilidad de que todas se pusieran a gritarme a la vez. Me tapo los oídos, cierro los ojos.

un banco

lunes, 11 noviembre 2013. Soñé que me iba a vivir a un escalón y dormía en un banco de piedra. Daniel quería que me levantara e hiciera cosas y, esas cosas, las escribía con tiza en una pared de ladrillo.

cendrars vs sellers

domingo, 3 noviembre 2013. Parece que hay una lectura en la que participo, pero el ambiente es caótico. Parece la plaza de un pueblo, encalada, con piedras y ladrillos rudimentarios que hacen de asiento. Mis amigos se sientan cerca del improvisado escenario. Antonio prefiere quedarse solo sobre una piedra desde la que comienza un callejón. Alguien me dice que leerá conmigo Juan Marqués, pero por más que lo busco no lo encuentro. Antonio me da el libro que debo presentar, pero al abrirlo no hay poemas, sólo fotos de arte contemporáneo. Improvisa, me dice muy tranquilo. Alberto y Blanco me hacen señas, quieren que empiece cuanto antes para poder marcharse a un bar.
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Parece la segunda parte de la noche, porque la plaza se parece (aunque ahora es diáfana). Estamos esperando que nos sirvan la cena al aire libre, las mesas parecen improvisadas con puertas. Hay amigos que no se conocen entre ellos, sin embargo todos parecen pasárselo bien. Juan Francisco, con una seña, me dice que la chica que está a su lado es su nueva novia. Muy guapa, le respondo con otra seña. Uberto dice que ha dejado la bici apartada para que algún niño pueda robarla. Intento hablarles de la vida de Blaise Cendrars, pero toda la atención es para mi padre, que cuenta anécdotas divertidas de pintores e imita a Peter Sellers. Lo miro entre mis amigos, y me siento muy orgullosa de él. 

impotencia

viernes, 1 noviembre 2013. Estoy en un bar con Salvatore y Cantos. De repente se levantan, salen por una puerta que no es y vuelven. Se ríen. Miro la mesa y veo que se han dejado algunas cosas. Cantos un jersey, Salvatore una bolsa de deporte. Al cogerlas para dárselas, las cosas se multiplican y pronto hay ropa de deporte y hasta un neceser con pequeñas botellas desperdigadas sobre la mesa. No puedo con todo, pero intento no dejarme nada.

horizonte, manzanas y álbum de fotos

miércoles, 30 octubre 2013. Hay un grupo grande de personas esperando algo en el jardín de un hotel. Miran el horizonte. Chivite sale del grupo y pasa de largo por mi lado. Saluda dándome un golpecito en el hombro. Comienza a llover con violencia. Por una parte estoy encantada de que llueva. Por otra, me da pena porque pienso que Chivite está falto de sol.
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Voy a un cumpleaños sin tener ganas. Me duele todo. Voy en una tabla con cuatro ruedas como en los chistes de pobres sin piernas. De regalo llevo un tarro que parece de pepinillos, pero en realidad son manzanas diminutas rojas. Intento darme la vuelta, volver a casa, muchas veces, pero no lo consigo.
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En casa, una pareja enseña sus fotos. Alguien le pregunta si son de cuando asesinaron a su hija. No sé qué decir, no me atrevo ni a mirarla  a la cara.

larvas

domingo, 27 octubre 2013. Alguien me entrega a escondidas una caja de cartón, pienso que serán gusanos de seda, pero son pequeños gatos del tamaño de una uña. Intentarán escapar, ten cuidado, me advierten. Dejo la caja un momento bajo el piano de la casa de mi abuela, pensando que de ahí no podrán salir. Cuando vuelvo a mirar dentro de la caja, algunos han escapado y otros se han convertido en larvas.

el pecado de dios

viernes, 25 de octubre 2013. Camino detrás de una chica, me parece reconocer a Rosamari, una niña del colegio a la que no he vuelto a ver. Rosamari, la llamo. Ella no se vuelve, aprieta el paso. Vuelvo a llamarla. Dice que hace años que nadie la llama así. Nos abrazamos, me cuenta cosas, quiere que volvamos a vernos. Cuando vuelvo a abrazarla para despedirme parece que sólo tenga huesos.
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Bajo una escalera enorme, versallesca. Alguien baja cantando a gritos. Me paro. Es Eduardo, me alegro mucho de verlo. ¿Qué es eso que cantas? Un poema que he escrito, dice y vuelve a cantar: "El pecado de Dios es el pecado del mundo".

oso abogado

jueves, 24 octubre 2013. Hay una exposición de cuadros y objetos frikis hechos con sábanas y cortinas de baño. Al entrar, una de las azafatas me acompaña, se ríe con mis comentarios. Hay un huerto enorme donde Elena, la artista, labra la tierra y siembra objetos de su infancia. Incluso hay una pequeña playa de piedras. Un museo con playa, qué original, le digo. La azafata me cuenta que de niña vivía allí, que los terrenos son de su padre y que se pasó la niñez tomando autobuses y deseando vivir en la ciudad. Aparece Daniel con otro amigo y dos niños muy pequeños. Por su cara, tiene algún problema. Un problema muy grande, me dice. Entran en una especie de horno con agua. Me despido. Devuelvo la piedra que cogí, al mar. Elisa aparece disfrazada de años 20, pero con una capa blanca de tul hasta los pies. Todos están en el comedor. La azafata nos acompaña. Daniel ya está seco, vestido y sentado. Yo llevo un oso de peluche en la mano. Al pasar por su lado le digo acercándole el oso: soy un abogado disfrazado de oso de peluche. Se ríe. Le digo con la mirada: tenemos que hablar. El asiente. 

vecinos

martes, 15 octubre 2013. Al parecer acabo de mudarme, todo está manga por hombro. Los vecinos se empeñan en ayudarme a ordenar, pero no hacen más que romper cosas. Alguien ha dejado una cama enorme de matrimonio con el colchón viejo. Se ve, incluso, que dentro se mueven ratones. Levanto las sábanas y aparecen ratones-elefantes. Son naranjas con la trompa peluda. Al ser descubiertos hacen agujeros en el propio colchón y desaparecen. No pienso dormir ahí, les digo. Me largo, ahí tenéis los muebles, os los regalo, y la casa también. Algunas vecinas lloran, un chico se mete en la cama como si así pudiera evitar mi marcha. Afuera hay una boda. Un tipo se acerca y me dice que va a contarme un secreto al oído. Recuerdo que era un secreto muy inocente, pero no sé cuál.

superpoderes

domingo, 13 octubre 2013. tengo un hijo con superpoderes. Si se pone sobre la frente una tarjeta de memoria puede ver las fotos e incluso convertirlas en película. 

taxi cama

martes, 8 octubre 2013. Una cama de matrimonio tapizada en escay burdeos hace de taxi. El conductor es un chico chino muy joven que ni habla español ni sabe dónde están las calles. Me subo a la cama, es cómoda, temo caer en las curvas.

muñecas

domingo, 6 octubre 2013. Después de una enorme pelea con mi hermana, salgo al jardín y veo varias muñecas desnudas caminando con pasos ridículos sobre la hierba. Cuando caen, aprovecho para devolverlas a casa, pero vuelven a escapar.

dólmenes

viernes, 4 octubre 2013. Desde un balcón, parecido al de la casa de mi abuelo, veo unos dólmenes alineados en la playa. Corro hacia ellos para verlos de cerca antes de que se vaya el sol. De repente aparece Joan con su madre y otros familiares, me cogen de la mano y bailan.

no debemos dejar huellas

sábado, 28 septiembre 2013. Parece que hay una fiesta en el puerto. Llegamos en una furgoneta, pero en vez de tomar la primera curva tomamos la segunda y caemos al agua. Damos varias vueltas, me crujen los dientes, puedo ver las enormes piedras sobre las que vamos a caer. No quiero morirme ahora, pienso. La furgoneta cae de pie, como los gatos, apenas tenemos unos rasguños. Pido ayuda a gritos, unos policías se asoman y acto seguido empujan dos coches sobre nosotros. Al cabo de un buen rato aparece un hombre, saca de un maletín gorros y fundas para zapatos de plástico con gomilla, como las que dan en los quirófanos. Me explica que no debemos dejar huellas y me pide disculpas por haber tirado dos coches sobre nosotros. Era para despistar. Después saca del maletín un plato de jamón y una botella de vino y se sienta a comer. Los políticos, usted ya sabe, me dice comiendo a dos carrillos. No sé de qué me habla, pero asiento a todo lo que dice para irme cuanto antes de allí.

generar agua

viernes, 27 septiembre 2013. Mi padre ha construido una fuente enorme con restos de metal que ha encontrado aquí y allí. Dice que el mecanismo consigue no sólo ahorrar agua sino generarla, pero que necesita la ayuda de alguien. Me gusta verlo tan ilusionado. De repente aparece Mario, un compañero de Diseño al que no veo hace mucho. Mi padre le pide ayuda. Después de trabajar codo con codo, Mario se echa a llorar. No puedo hacerlo, no soy ingeniero, sólo diseño trajes de novia, dice.

demasiado rosa

lunes, 24 septiembre 2013. Voy en bus. Una chica le pega a la conductora con el bolso, se ríen. Supongo que son amigas. El bus se convierte en una pescadería donde venden bloques de gambas congeladas y barras de labios. La chica del bolso quiere que me pruebe alguna. Demasiado rosa para mí, le digo. La conductora me ofrece gambas. Le digo que llevaré un kilo porque esa noche vienen los amigos a ver el fútbol.

no molestar

sábado, 21 septiembre 2013. Una calle con escombros. Veo a Jonás a lo lejos, me acerco. Veo que se tumba boca arriba y sube las piernas sobre una piedra. Se duerme en seguida. Me acerco sin hacer ruido y le dejo sobre el pecho un ticket de compra del supermecado, para ese juego de inventar historias.

construcciones de fruta

jueves, 19 septiembre 2013. Purranki y yo hacemos construcciones con trozos de fruta. La habitación tiene dos paredes de piedra y dos de cristal. Mientras tanto, Juan de niño corretea por allí.

poesía de cálculo sin fin

martes, 17 septiembre 2013. Hay un poema escrito en una hoja de cálculo. Cuando lo leo en alto algunos caracteres, por su cuenta, hacen sonidos que acompañan al poema. Si alguien me preguntara cómo se llama este nuevo tipo de poesía le diría "de cálculo sin fin", pienso.

un vagón

viernes, 13 septiembre 2013. Estoy tumbada, boca arriba con los brazos pegados en paralelo al cuerpo, en lo que parece un vagón sin techo. Sólo puedo ver las paredes del vagón y el cielo. El vagón se mueve. Quiero bajar, quiero moverme, pero no puedo.

de incendios

miércoles, 11 septiembre 2013. Mi madre grita y da patadas de karate en la cocina. De repente una pierna le sangra con un grifo abierto toda presión. Camino por la inmensa entrada de un hospital, parece que no alcance nunca la puerta. Mesa Toré me da una identificación falsa para que pueda colarme a ver a mi madre. Las habitaciones son pequeñas, oscuras, colchonetas y mantas en el suelo donde se apiñan los enfermos. Al fin encuentro a mi madre. Me tumbo a su lado.
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Lo que parecía una reunión de amigos se transforma en un caos de desconocidos que desordenan unas estanterías en un portal. Una chica se prueba un vestido que fue mío. Dos tipos con mala pinta inspeccionan mis cámaras de fotos. Intento recuperar algunas de mis cosas, pero no encuentro bolsas suficientes para guardarlas. Una chica que pasa por la calle rocía el portal con gasolina y tira una cerilla. Todo empieza a arder.

totoro no es mi vecino

viernes, 6 septiembre 2013. Nos habían robado todos los muebles y se los habían regalado a nuestros vecinos. Los vecinos porretas vaciaban nuestros cajones por la ventana, pero lo que caía al vacío no eran nuestras cosas, eran muñecos de dibujos animados en 3d muy parecidos a Totoro. Los miraba caer, deseaba que remontaran el vuelo y lo hacían. Después intentaba llamar a la policía, pero cada vez que descolgaba el teléfono salía mi madre hablando de sus cosas.

hierba

miércoles, 28 agosto 2013. Yo comía hierba y las tortugas comían hierba. Para llegar a las ruinas tropezaba muchas veces y perdía una alpargata. En la mano otras alpargatas de mi número encontradas en la basura y un cuaderno con listas rescatado de detrás de unas tablas con los dedos de los pies. Un chico que hablaba de Bruce Lee me saludaba como si me conociera, pero no. Yo no sabía quién era, dónde estaba, ni dónde ir. 

alzheimer

domingo, 25 agosto 2013. En un puesto de un parque venden pequeños pastilleros o jaboneras, no se sabe bien. Alberto me compra una con un dibujo de una pajarita de papel en negro y rojo. Le digo que la cambie por otra porque ese dibujo me da mal rollo. Mientras la cambia, entro en un bar y explico a un grupo que está comiendo que mi madre tiene alzheimer y se ha perdido. Uno de ellos se levanta de inmediato y dice que me ayudará a encontrarla. Cuando está a mi lado veo que es Rafa. Caminamos por una carretera junto a un monte. Se va haciendo de noche. Rafa dice que la encontraremos. 

parrish por sabrina

viernes, 16 agosto 2013. Han convertido la casa de mis padres en un cine. Veo a Rebollo mirando los buzones como si fueran la cartelera. Me acerco, le digo que cuando vea a Jonás le pregunte si querría mi abrigo gris. Cuando subo la casa no tiene paredes, parece una habitación enorme de hotel. Todo es enorme y blanco, la cama, las ventanas, la mesa. Suena una canción, parece la voz de Mark Lanegan, pero aún más grave. Al sentarme a la mesa digo que nada me gusta más que una voz grave. Eso es masoquismo, dice mi madre. Mi padre silba una canción, es la primera vez en toda mi vida que lo veo silbar. Mi madre dice que le encanta esa canción. Mi hermana dice que es la banda sonora de "Parrish" y que, además, la ponen esa misma noche en la tele. Todos silban felices. Pienso que confunden "Parrish" con "Sabrina", pero no digo nada.

los anillos de saturno

sábado, 10 agosto 2013. Ayudo a un tipo a cargar sus coches. Los tiene aparcados en línea, con los maleteros enfrentados. Yo vigilo y el entra y sale de un portal con bártulos. Temo que después, en agradecimiento, quiera acompañarme a casa. Entro en el portal para decirle que en cuanto termine me iré. Al salir, los coches no están. ¡Me han robado!, grita. Corremos cuesta abajo, intento parar a un coche de policía pero pasa de largo. Pasa un policía en moto y me pongo delante. Le explico lo ocurrido. ¿Y me para sólo por eso?, le voy a meter un puro, dice el policía. No comprendo nada. El tipo dice que debe marcharse, que lo ha perdido todo. ¿Me llamarás mañana?, pregunta. Me siento culpable por haber dejado de vigilar sus coches, pero sé que no lo llamaré.
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Se supone que estoy en un encuentro de poetas y que vuelvo al hotel. Todas las calles me parecen iguales, camino muy despacio para no saltarme la mía. Me cruzo con Mestre. A ver si me da tiempo a coger el último bus y llego a tiempo a la comida, dice. En ese momento recuerdo que la comida no era en el hotel. Noto que alguien me sigue, me vuelvo, el Félix Grande. Me has pillado, dice, no sé llegar al hotel y llevo siguiéndote un rato. Yo tampoco sé ir. Nos reímos. Una chica japonesa en camisón, y con un antifaz sobre la frente, nos pregunta si con unos prismáticos se verán mejor las estrellas. Le digo que no, que ni siquiera con un telescopio conseguí ver nítidamente los anillos de Saturno. Nos da las gracias y se va. Miramos cómo se aleja dando pequeños saltos. Entre tanto se ha hecho de noche y todavía no hemos encontrado el hotel.

cuatro hijas

viernes, 9 agosto 2013. Llego a un hotel subterráneo donde, se supone, debo preparar una comida para más de cincuenta personas. Me reciben cuatro niñas casi idénticas con los ojos grandes y muy azules. Pienso que son las hijas del dueño del hotel, pero por lo que me van contando deduzco que  son hijas de Mariángeles. No comprendo cómo Mariángeles ha podido ocultar tanto tiempo que tiene cuatro hijas. Empiezo con la comida. Alguien dice que el pollo huele mal. Estará podrido, dice otro. No paran de criticar todo lo que hago, se quejan hasta del tamaño de la olla. Yo sigo como si nada. Llega Alberto. Le pregunto sí él sabía que Mariángeles tenía hijas. Una, dice. ¡Tiene cuatro! Alberto no le da ninguna importancia. Mientras cocino, pienso en dónde dejará a sus hijas cuando sale con nosotros y si sus dos hijos sabrán que tienen cuatro hermanas.

dos veces

sábado, 3 agosto 2013. Tengo la cabeza sobre los brazos y los brazos sobre una mesa. Me noto muy cansada. Veo a Daniel al otro lado, noto la mesa ancha. Si estirara los dedos no podría llegar a tocarlo. Le pregunto por su hija. ¿Cómo está Clara? Se ríe. Sigue bien, dice. ¿Sigue? Y de repente imagino que ha estado enferma, que se está recuperando. Por su cara de guasa deduzco que ya se lo he preguntado. Sí, dice, hace diez minutos. Le pido disculpas con un gesto que viene a decir que a veces no recuerdo lo que he preguntado hace diez minutos. Se ríe y eso me tranquiliza. Lleva un single de Radio futura, lo abre despegándolo. Dentro, alguien ha escrito algo. Por la letra es una chica, dice. Pienso que ahora querrá conocer a esa chica y que se irá, y no volveré a verlo en mucho tiempo. Pero no digo nada.

pudor y aceitunas

viernes, 2 agosto 2013. La casa de mis padres vuelve a no ser exactamente la casa de mis padres. Hay muchas puertas y todas están abiertas. Los vecinos viven sin pudor, los ves pasar en pijama o incluso desnudos, los ves comer, los ves rascarse. En el sueño consta que Julio trabaja allí. Llega escoltado por tres secretarias, está muy delgado y lleva barba. Me alegro mucho de verlo, lo abrazo, le pregunto qué tal todo. Ya sé que nos has dejado y ahora escribes sobre aceitunas, dice. Tengo que contarte cosas y todas buenas, le digo.
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Tengo que ir obligatoriamente a una fiesta. No sé el porqué y no sé llegar. Hay una casa sobre un monte te tierra muy blanda. La tierra se desmorona a cada paso. Todos entran con una botella de vino, yo llevo seis copas. Hay varios hombres con chilabas. Empiezo a pensar que no debía haber ido. Alguien abre una caja de embalar y dentro hay juguetes que fueron míos de niña. Ya tengo un tema de conversación, pienso. Alberto ordena piedras sobre una mesa. Parece que no me conoce. Siento una tristeza enorme. Conduzco un coche destartalado, huyo. El coche tiene los pedales muy pequeños y temo tener un accidente.

esa música maravillosa

jueves, 1 agosto 2013. Llego a la casa de mis padres, pero no es exactamente la casa de mis padres. Las habitaciones están cambiadas de sitio. Mi madre me pide que hable con mi padre, que lo convenza. ¿De qué? Ha visto una película y quiere ir a hablar con el director para pedirle un fotograma, dice que suena una música maravillosa y quiere tenerla. Déjalo que vaya, así se entretiene. Es que es en Canadá. ¿Papá se va a Canadá? A por un fotograma. Mi padre abre muebles, busca ropa, pero dentro de los muebles hay baldosas y piezas de cuarto de baño. Papá, puedo bajarte esa música con youtube. Tengo que ir a Canadá, esa música es maravillosa, dice sin mirarme.

la chica de las alturas

martes, 30 julio 2013. Una chica habla todo el tiempo de alturas, se queja de la poca altura de las cosas. Llega Sr. Chinarro y, casi sin mediar palabra, se mete por el extractor de la cocina. La chica de las alturas lo anima, lo ayuda. Sr. Chinarro aparece por la ventana del piso de arriba que da al patio de luces. La chica se tira al vacío y queda tumbada boca arriba. Poca altura, dice. Poca altura, repite Sr. Chinarro, ya te dije que había que subir al menos un piso más.

a pan

miércoles, 24 junio 2013. Juan está sentado en una grada vacía, muy blanca, que parece un decorado de aquel programa que se llamaba "El planeta imaginario". Me acerco y, sin decir nada, se levanta y me da un abrazo. Su cuello huele a pan.

hacer reír

martes, 23 julio 2013. Por como vamos vestidos, parece que volvemos de una fiesta. Se abre la puerta de un ascensor, corro hacia dentro. El ascensor se transforma en un autobús. El autobús debe volver a recoger a más gente. le digo a Alberto que nos hagamos los dormidos para que, cuando se vuelvan a abrir las puertas, los demás se rían.

tempus fugit

domingo, 21 julio 2013. Debo encontrar unos regalos y envolverlos. Dentro de cada mueble o cajón que abro aparece un regalo a cual más infantil. Cuando me decido a envolverlos, porque no me queda tiempo para seguir buscando, el papel de regalo siempre me queda corto. Llaman a la puerta, son varias vecinas que, sin mediar palabra, entran en casa, abren los cajones y se llevan los manteles que mi madre bordó de joven.

arcos de pan

sábado, 20 julio 2013. Chiringuito en blanco y negro. Una señora saca un cubo muy sucio lleno de pescado. Para que se vea lo fresco que está los tira sobre la arena para que la gente vea cómo saltan. Da asco. Todos se arremolinan sobre el cubo. Digo que nos cambiemos de sitio. Nos alejamos y sale el sol, y ahora todo es a color. Hay una mesa libre muy cerca de la orilla, y seis sillas. Una está ocupada por más de veinte barras de pan u unos picos largos que parecen arcos de violín. Hay dos Hugos. Uno bebe cerveza el otro dice que no bebe alcohol y pienso que se habrá hecho de alguna secta extraña. Le pregunto al Hugo que bebe alcohol si los picos de pan no le recuerdan al taller de su padre. Niega con la cabeza sin dejar de comer.
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En los huevos Kinder regalan figuritas de cómic que ha diseñado Federico del Barrio. Si las colocas sobre la mesa o en el suelo de casa no pasa nada, pero si las colocas sobre cualquier acera se vuelven a tamaño natural. Las aceras comienzan a llenarse de estatuas preciosas, de personajes.

chino coreano

viernes, 19 julio 2013. Cristina se va a trabajar. Antes me da algunas instrucciones sobre su casa. Al chino no le hagas caso, me dice. Un hombre chino muy mayor, en ropa interior, pasa de un dormitorio a la cocina, desayuna de pie. ¿Le digo hola en chino o en español? En nada, porque es coreano y no te comas mis galletas, dice y se va.
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Manuel y yo cruzamos el puente de Pasillo del Matadero de vuelta a casa. Unos tipos sin camiseta corren hacia nosotros, vienen huyendo de algo. Mejor te acompaño hasta la puerta, dice Manuel. Por una de las calles, un grupo celebra el 18 de julio. No sé quiénes me dan más miedo, le digo.

metrópolis

jueves, 18 julio 2013. Estoy en un local oscuro con las paredes de ladrillo. Comienza a llegar gente, no conozco a nadie, todos parecen triunfadores. Entra Luciano con un lienzo enorme, lo extiende en el suelo. Yolanda le da instrucciones de dónde debe retocarlo. Me alegro de verla, la abrazo, está guapísima. El pelo te brilla de felicidad, le digo. Me cuenta que va a enviar a Luciano a Nueva York, que le ha conseguido una exposición en la mejor galería. Me acerco a felicitarlo, pero él sigue retocando el lienzo. El lienzo representa una calle llena de gente. Me recuerda a Metrópolis de Grosz, pero no digo nada. Le pregunto a Yolanda si se va con él, dice que sí, la sonrisa no le cave en la cara. Todos se van pienso y siento una pena enorme.

frac y motosierra

martes, 16 julio 2013. Alberto y yo paseamos por la explanada de Conde Ureña. Veo a un tipo con frac, en el jardín de su casa, probando una motosierra. Le digo a Alberto que corra, que lo conozco y es peligroso. Ya en casa, le enseño un recorte de periódico donde alguien ha escrito en el margen, a lápiz y con mala letra, varios nombres de enfermedades mentales. Llaman a la puerta, le digo a Alberto que se esconda porque puede ser el loco. Intento meterme en el altillo del armario. Alberto abre la puerta: su hermana, su sobrina y su sobrina nieta vienen de visita. Les cuento lo del tipo de la motosierra y les enseño el periódico. Ellas sacan regalos de varias bolsas. ¿A qué parece Navidad?, dice feliz mi sobrina.

nutria gigante

lunes, 15 julio 2013. Voy en el asiento del copiloto en un coche en marcha y sin conductor. Cambio como puedo de asiento e intento aparcarlo, pero me meto sin querer en un jardín. El coche se para y empieza a menguar hasta convertirse en un vehículo estrafalario. Pienso que si consigo arrancarlo volverá a ser como era. Veo a Chivite sentado en unos escalones convertido en músico callejero. Le pregunto si sabe dónde tiene el contacto ese modelo. Se ríe, no contesta.
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Estoy en un cine. En vez de asientos hay camas. No hay nadie más. Pienso que es la segunda vez que ponen una película sólo para mí. En el sueño consta que es una película que quiero ver desde hace mucho. De repente aparece mi hermana y enciende las luces de la sala. se sienta al borde de mi cama y dice que le tome la lección. Entra mi madre y apaga la pantalla. les digo que es mi única posibilidad de ver esa película. Mi madre, a regañadientes, vuelve a encender la pantalla. aparecen imágenes en blanco y negro de accidentes aéreos, entre ellos, una nutria gigante que se come a los pasajeros según salen de un avión.

torneo de rana

domingo, 14 julio 2013. Camilo y yo jugamos en un torneo de rana. La rana no está colocada en una mesa, está en alto, como si fuéramos a jugar al baloncesto. Es imposible que ganemos, le digo. Él tira unas fichas rojas al aire, no cuela ni una. A nuestro lado, una pareja de chicas, las mete todas. Cuando me toca tirar, mis fichas son de goma y al lanzarlas se quedan flotando en el aire.

laberinto

sábado, 13 julio 2013. Andrés salta desde una ventana. Me asomo rápidamente para comprobar que está bien. Lo veo nadar feliz en un pantano. Después Alberto se sube a un árbol que queda justo en la orilla y se lanza también al agua. Mientras tanto, intento salir de esa casa, pero no doy con la salida, siempre aparecen puertas nuevas, habitaciones que no conocía y, como todas están sin muebles, soy capaz de distinguir unas de otras. Además, para salir debo apagar la luz anterior y encender la siguiente antes de continuar. 

tinte

viernes, 12 julio 2013. Juan viene a verme. Me sorprende verlo con el pelo tenido de rubio, pero no digo nada. Se recuesta en el sofá y habla. me cuenta muchas cosas. No se ha quitado el bolso bandolera que lleva, pero no digo nada.

cumpleaños mortal

miércoles, 11 julio 2013. Después de caminar mucho llego a una casa de pueblo. Me acompaña una niña que no ha dejado de recitar poemas (muy buenos para su edad) durante todo el viaje. Al fondo de la casa veo un patio con mucha gente en pie, en filas ordenadas. A la entrada veo a mi abuela y a una de mis tías abuelas. me sorprende verlas vivas y, sobre todo, tan maquilladas. Abrazo a mi abuela, le doy muchos besos, le digo que me alegro de volver a verla. Me dice que no se lo diga a nadie, pero que en realidad no va a celebrar su cumpleaños sino que va a morirse esa misma noche. No lo entiendo porque murió hace muchos años, pero no digo nada. Me alegra en cierto sentido que ahora vaya a morir con una fiesta. En el patio, mi hermana grita que hay comida de todos los países, pero los platos ya están casi vacíos. Mi suegra también está viva, alguien le ofrece unos caramelos. Antes de que se los coma, le advierto de que son de regaliz y plátano. Gracias por avisar, dice. Veo a Andrés y a Antonio al fondo, les pregunto si hay algo de beber. Antonio saca unos vasos con hielo de un hueco de la pared. Un tipo muy gordo con pinta de saber de cómics se sienta a mi lado. Dice que se alegra de que sólo le hiciera una pregunta. Al parecer le pregunté si un libro de Jota era bueno. Dice que es muy bueno y se ofrece como agente. Se lo diré, le digo, pero no te hagas muchas ilusiones.

circunferencia

lunes, 8 julio 2013. Un grupo de gente forma una circunferencia a pocos metros de la orilla. Camilo ha decidido ahogarse voluntariamente y están, no sé bien si acompañándolo o simplemente esperando a que acabe. Corro hacia a ellos, grito para que le ayuden, se van, intento sacar a Camilo del agua pero no doy con él.

vida extra

domingo, 7 julio 2013. Daniel y yo buscamos un bar para sentarnos a hablar. Se va haciendo de noche y empezamos a encontrarnos a conocidos que van vestidos estrafalariamente y llevan cosas absurdas en las manos. me recuerda a un juego de ordenador donde tengamos que librarnos de ciertos personajes y conseguir vidas extras para poder sentarnos tranquilamente

días azules

sábado, 6 junio 2013. Miro un calendario en una pared muy blanca. No hay nada más. Miro algunos números marcados en azul y siento una tristeza enorme. Cuento los días que faltan para que alguien vuelva.

josemiguel

miércoles, 3 julio 2013. Pueblo en fiestas. He quedado con mis padre para la hora de comer. Mientras, hago tiempo con Paquito (mi amigo cuando era niña). Dice que me tiene una sorpresa. La sorpresa es Josemiguel (un niño al que no he vuelto a ver desde hace 33 años). Paquito se queda en un bar y nosotros nos vamos a caminar por el pueblo. Hablamos, no como si nos hubiésemos visto ayer, mucho mejor. Nos reímos mucho. No te recordaba tan ingenioso (de repente ayuda a un chico a cargar su furgoneta), ni tan amable, le digo. Le pregunto por sus hermanas. Me alegra que las nombres, ahora puedo hablar de ellas sin tapujos, dice. Lo malo llega cuando tenemos que saltar un escalón de unos 3 metros. Tírate, me dice desde abajo con los brazos abiertos. Le digo que daré un rodeo. El rodeo se complica, aparezco por terrazas de casas abandonadas y bancales sembrados. Estoy mucho más lejos y más alto. Lo veo que me mira, desde tan lejos, abre los brazos y dice: tírate. Nos reímos. En los bancales está Paquito y vuelve a ser un niño que juega con la tierra. Gracias, le digo.

cerdos con sombrero

martes, 2 julio 2013. Voy por un camino entre dos filas de árboles. A lo lejos veo que se acerca un grupo de personas y todos llevan sombrero. Cuando están a pocos metros me doy cuenta de que son cerdos que caminan erguidos. Algunos llevan una botella de vino bajo el brazo. Los sombreros son de fieltro verde. Me detengo asombrada. Al pasar justo a mi lado, caminan a cuatro patas sin mirarme. Después vuelven a erguirse.

en cabestrillo

domingo, 30 junio 2013. Alberto y yo nos elevamos en vertical y nos desplazamos por encima de la gente. Parece que la ciudad está en fiestas y las calles llenas. Volvemos al suelo, hay tanta gente que me pierdo. Veo a Virginia con un grupo, la abrazo, lleva el pelo rubio, está preciosa. Vicente lleva el pelo afro, le queda muy bien, pero resulta ser una peluca. Se les ve muy felices. Me despido y sigo buscando a Alberto. Veo a Camilo solo en un bar, sentado frente a una mesa enorme y vacía como si estuviese esperando a un grupo de amigos. Se levanta a saludarme. Lleva el brazo izquierdo en cabestrillo, dice que apenas puede moverlo. Está muy delgado parece un pájaro caído de un nido. Me da la mano para despedirse, se la beso y me voy. No sé cómo volver a casa, no reconozco ninguna calle y ya están todas vacías.

última sospecha

jueves, 27 junio 2013. Caigo en un agujero de arenas movedizas. Mientras me ahogo, no comprendo que el agujero sea perfectamente redondo y el agua esté helada.

tanatobook

miércoles, 26 junio 2013. Inventaban un facebook para después de muertos. Simplemente con una solución salina conseguían que el cerebro enviara imágenes de sus "viajes". Todas las fotos eran aéreas y desencuadradas. Los muertos competían para ver quién era capaz de volar más lejos. La gente empezaba a suicidarse para poder abrirse un tanatobook.

carroza barco cocina

lunes, 24 junio 2013. Llego con Elvira a casa de Rosamari (una amiga del colegio a la que no he vuelto a ver). Intentamos saltar por su azotea, pero rompemos algo, hacemos ruido y decido que es mejor avisarla. Le presento a Elvira. Se saludan juntando las lenguas un segundo. Rosamari lleva por cabeza una lata de aceite de cinco litros con su cara dibujada. Todo eso (la naturalidad con que se toma que asaltemos su casa, el saludo con Elvira, su cabeza de lata) me sorprende, pero no tanto como debería. En la terraza hay una cocina de madera de varios pisos con forma de barco. En cada piso hay alguien supuestamente famoso cocinando. En el piso más altos veo a Federico y a León de Aranoa. Conduce Antonio Soler. Alguien me dice que los distraiga un rato mientras no salen las carrozas. Veo a Isabel con una maleta y les cuento cuando le tocó viajar junto a todo un equipo de fútbol, a ella que detesta tanto el fútbol. Isabel se sienta y se ríe. Alguien me dice que debo seguir entreteniendo a los de la carroza, pero que no olvide que sólo me quedan unos minutos para recoger un certificado en Correos. Miro la orden de aviso y el remitente es Rilke. Tampoco me sorprende tanto como debería. Le pregunto a Alberto si me acompaña, pero se tumba en el suelo, se tapa con una pequeña manta amarilla y dice: Hoy dormiré aquí.

basura

jueves, 20 junio 2013. Han vuelto a hacerlo, dice mi madre al abrir la puerta que da al jardín. Alguien ha tirado varios pollos (sin cabeza, sin plumas) y los ha debido de tirar desde lejos porque están reventados. Mi padre se queja, más por asco que otra cosa. No te preocupes, si te fijas, no son pollos, son gallinas (algunas tienen dentro huevos), y la pierna es de mujer (también hay una pierna humana junto a la puerta), le digo a mi padre para tranquilizarlo. Eso significa que no os los tiran a vosotros, los tiran contra mí, le digo como si fuera de una lógica aplastante y eso lo solucionara todo.

de sopa en sopa

martes, 18 junio 2013. Sanmartín y yo comemos sopa en silencio. Me pasa una papelito doblado con mucha discreción. "Lástima que no te guste el Batlle city". Sigo comiendo. Me pasa otro. "Lástima que no te guste el Batlle gear". Lo miro. Nunca me han gustado los juegos ni los pasatiempos, le digo. Muy despacio, mete un tenedor en su sopa, saca un pelo y lo deposita en mi plato.

oro

domingo, 16 junio 2013. Llego a Hacienda. Me acerco a una de las mesas y me dicen que espere un segundo. Llegan dos tipos a los que atienden de inmediato. Después el funcionario se levanta y se va. Le pregunto a su compañero si volverá pronto. No sabe. Se forma una cola variopinta. Una funcionaria llega con una especie de carrito de helados y comienza a repartir copas de cava con virutas de oro. Me ofrece una. Le digo, suficientemente fuerte para que me oiga toda la cola, que tomar oro me parece una soberana estupidez. La cola protesta, quieren lincharme. Yo me río. Una mujer intenta ofenderme diciéndome que ella jamás a comido granada.

el masip

viernes, 14 junio 2013. Camino por la acera. A lo lejos alguien que camina hacia mí. Cuando está a pocos metros, veo que es Joan. Nos abrazamos. La felicidad.

árboles con pomo

jueves, 13 junio 2013. Camino con Odila (una compañera de colegio a la que no veo hace años) por un camino de tierra. Ella prefiere bajar al bosque. Nos perdemos. Le digo que conozco un truco para no dar vueltas inútiles: cada vez que dejamos atrás un árbol, lo toco con el índice y se convierte en una puerta cerrada. A Odila le sorprende que la puertas tengan incluso pomo.

ataúd pastillero

miércoles, 12 junio 2013. Me cuesta llegar a casa. Las aceras están cubiertas de piedras enormes como las que ponen en los puertos para detener las mareas. Entre las piedras hay gente atrapada. Intento no pisar a nadie, abrir camino también para ellos. Cuando al fin llego a casa hay una especie de fiesta. Mucha gente que no conozco alrededor de una mesa larga y rectangular. Veo que se han bebido la garrafa de Pajarete y que Alberto se enfadará cuando vuelva. Mi madre dice que hay un paquete para mí. Pienso que es un libro, pero es un ataúd. Lo miro con insistencia, lo miro como si tuviera superpoderes. En unos pocos segundos lo he convertido el un pequeño pastillero con forma de ataúd.

todos comen papel

martes, 11 junio 2013. La casa de mis padres se ha llenado de caballos, pero a nadie parece importarle. Me refugio en el que fue mi cuarto, un caballo se está comiendo mis libros. Al verme en el espejo tengo el pelo muy largo. Me siento tan feliz que decido salir a comprar el periódico. Mi madre dice que es muy tarde y que aún tengo que contarle lo del garaje. No sé qué es lo del garaje, pero le digo que sí, que después y me voy. En el ascensor hay más botones de la cuenta. Algunos tienen números y otros nombre. Por curiosidad le doy a uno que pone Salitre y aparezco en una parada de la calle Salitre. Llego a un bar, Alberto está sentado, esperando que le sirvan. Te he comprado el periódico, le digo. Lo va rompiendo a trocitos, y se lo come.

772

lunes, 10 junio 2013. Dentro de una casa de piedra que se cae, una mujer cuenta su vida. La cuenta en verso. No son poemas, es su vida y la cuenta sentada. Todos nos arremolinamos a su alrededor porque habla muy flojito. Un hombre enorme, con un jersey de lana, me empuja. La lana me pica en la cara. Le digo con una sonrisa que es un maleducado. Se quita el jersey, pienso que va a pegarme. Dice que no tengo derecho a estar allí. Aquí sólo pueden estar quienes hayan escrito un mínimo de 200 poemas. Ale me mira, me da un codazo, se ríe. Hago una cuenta mental de todos los poemas que he escrito. 772, pienso.

de manzanas y pulgares voladores

domingo, 9 junio 2013. Alguien dice que va a empezar "Magic mystery tour" y todos empezamos a caminar hacia un cubo envuelto en tela negra en mitad de un descamapado. Yo camino desnuda, pero a nadie parece importarle. Al llegar, nos dicen que han cambiado la película por "Iron man". Decepcionados, nos sentamos a comer. Nos sirven un menú en bandejas metálicas de las que se usan en la cárcel. Jonás mira su manzana asada cubierta de sirope y la esconde debajo de la mesa. Alberto le dice que está muy feo tirar comida. Aloma llega con una falda de vuelo, que al parecer le había regalado Jonás. Aloma coge la manzana y se la come en dos bocados con los ojos muy abiertos. Jonás se arrodilla, le pide perdón y llora abrazado a la falda.
+
Rebollo dice que si me agarro a sus pulgares llegaremos antes. Se coloca detrás de mí, coloca los brazos como si fueran los brazos de un sillón, y al agarrarme a sus pulgares, efectivamente, nos elevamos y avanzamos muy rápido. Cuando llegamos a una especie de hangar muy blanco, otros han llegado antes que nosotros. Una chica con collar de semillas me dice que no sabe cómo decirle que está embarazada. Quiere que se lo diga yo. Ahora mismo no puedo, le digo, tengo que encontrar los cubiertos de plata de mi madre. Aquí están, dice la chica y me los entrega envueltos en una camiseta.

hombre levadura

sábado, 8 junio 2013. El dormitorio de mi hermana está desordenado. Hay ropa y pinzas de la ropa sobre la cama. Intento, al menos, quitar las sábanas. Rebollo se asoma, hace un gesto con las cejas y la cama crece, y el desorden crece.

reinicia!

viernes, 7 junio 2013. Un ordenador enorme sobre una mesa de playa. Alberto lleva trabajando todo el día y de repente el ordenador no hace nada. ¡Reinicia!, dice Luismi levantando los brazos. Hazle caso, le digo. El ordenador explota. Alberto me castiga a ir de copiloto.

menú semanal

miércoles, 5 de junio 2013. Hordas de ultras tomaban el mundo al grito de ¡Universidad, universidad! Entraban en las casas y se llevaban a las mujeres jóvenes. Yo me escondía detrás de una cortina, pero no me servía de nada. Por el camino, me azotaban con una bola de pinchos. Cuando la veía venir hacia mi espalda deseaba que no me doliera. La bola se convertía en regaliz blando y sólo me acariciaba, pero yo gritaba de dolor para que no se dieran cuenta. A mi hermana le ponían un cinturón de castidad un poco absurdo, porque le quedaba grande y no servía para nada. A mí me obligaban a bailar en una sala de baile con un chico mucho más bajito que yo, pero como lo hacía muy mal acababan mandándome a la cocina.

pleno al quince

lunes, 4 junio 2013. Estoy en un ultramarinos pequeño junto al pantano de El Chorro. Veo cómo plantan geranios a la orilla del pantano. Alberto entra, me enseña un boleto de quiniela. Dice que no la rellené bien, que olvidé marcar el pleno al quince y tuvo que hacerlo él. ¿Y cuánto he sacado? Quince.

cuchillos jamoneros y princesas disney

viernes, 31 mayo 2013. Alberto dice que tenemos media hora para llegar al tren. Estamos en lo alto de un monte frondoso. Corremos, nos dejamos caer por una pendiente de piedras. Menos mal que están pulidas, pienso mientras caigo. Al llegar abajo corremos por unas calles también llenas de montones de piedras y conchas secas de erizos de mar. Me entretengo a mirarlas, pierdo a Alberto. Al doblar una esquina, unos niños armados con cuchillos jamoneros me detienen. Intento hacerme su amiga, les enseño unos dibujos que llevo enrollados en la mano. Los dibujos no les gustan. Consigo huir mientras los rompen. Alberto me espera a la entrada de un taller. Hay cientos de cajas de madera con tornillos, tuercas, y material de papelería. Al fondo hay una mesa enorme con restos de cuero. Pienso que quizá haya cuero color amarillo. No te entretengas, dice Alberto. Lo necesito para arreglar el bolso. Me guardo un trozo de cuero en el bolsillo. Me siento feliz.
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Estoy en lo que parece una mina abandonada. Hay poca luz. Las mujeres de mi familia se lo pasan en grande asomando la cabeza por los agujeros de unas placas de madera donde alguien ha dibujado cuerpos de princesas Disney. Mi padre me pregunta si no quiero fotografiarme. No respondo, salgo corriendo. Mi prima Cristina, en la carrera, me da una magdalena. Pienso en Proserpina.

hierbas medicinales y una zanja

jueves, 30 mayo 2013. Voy caminando por la calle. Un hombre chino se me acerca y me pregunta por qué escribo. Antes de que pueda responderle, me habla de por qué escribe él. Habla muy rápido. Después de un buen rato, le pregunto si sabe algo de plantas medicinales. Se sienta en el sueño y se echa a llorar. No sé nada, no sé nada, dice con la cabeza entre las manos.
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Hago de albañil en lo que parece un dormitorio de niños. Sólo he conseguido hacer una zanja cuadrada y profunda. El resto de la habitación está cubierto de hierba, incluso las paredes. Los niños entran con sus madres. Las madres me reprenden, los niños gritan de alegría: ¡Un piscina, una piscina!

sabor a bosque duro

domingo, 26 mayo 2013. Una chica muy sosa nos da clases de repostería. Dicen que lo más importante es que las tartas lleven mensajes de paz, que el sabor es lo de menos. Intento dibujar una pajarita de papel, pero no me sale. Todos se han ido. Me como un caramelo cuadrado que hay sobre la mesa. Sabe a rayos. El sabor es lo de menos, pienso. Leo el sabor en un papel de celofán: Bosque duro. En ese momento llega Pablo. Es tan alto que para abrazarme me levanta y me cuelga de una alcayata. ¿Y si nos largamos de aquí?, le digo.
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Parece una estación de autobuses con un balcón. Miro desde arriba a los que van y vienen. Llega un bus cargado de conocidos que, al parecer, vienen a la entrega de un premio. El primero en salir es mi sobrino Diego. El actor Antonio Garrido fuma muy nervioso. ¿Quién es?, me pregunta alguien. Es uno de los hombres más guapos del mundo, respondo. Veo a mi amigo Agustín y le hago señas, pero está muy ocupado ayudando a bajar del bus a Caballero Bonald. Ya sé quién es el premiado, pienso. Detrás de ellos baja Robert de Niro. Lleva un bolso amarillo de mujer. Pienso que quizá dentro esté el premio y sea él quien se lo entregue  Caballero Bonald. Cuando está suficientemente cerca, compruebo que es mi bolso. No sé qué hacer, si decirle que me lo devuelva o esperar al final de la ceremonia.

leche materna

jueves, 23 mayo 2013. Estoy en una tienda de ropa de bebé mirando bufandas. Me las pruebo, todas me quedan cortas y, además, tienen forma de raqueta. Llegan dos chicas con sus niños en unos carritos y dicen que alguien les ha robado un termo con leche materna, que la policía y ya ha acordonado la tienda y tienen una orden de registro para mirar dentro de nuestros bolsos. Me siento en el suelo pensando que la mañana será larga.

hojas secas del fin del mundo

martes, 21 mayo 2013. En el sueño consta que es el día del fin del mundo. Hay mucha luz y muy blanca a pesar de que hay nubes muy negras cubriendo la ciudad. Filas de coches se amontonan a la entrada del puerto. ¿Dónde irán?, pienso. Hay gente que llora apoyada en los árboles del parque. Yo me entretengo en recoger hojas secas del suelo.
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Parece una fiesta. Hay chicas que han traído pastelitos diminutos que ellas mismas han hecho. David está sentado sobre una tarima y recita en inglés la letra de un vídeo musical que se proyecta en la pared, a su espalda. La letra me hace llorar. David me mira dulcemente. Mientras, Manuel me peina el pelo con los dedos.

desorden

lunes, 20 mayo 2013. Yo intentaba ordenar la casa y, a mi paso, mi madre iba cambiando los muebles de sitio.

piedra de fieltro

viernes, 17 mayo 2013. Alguien me devuelve la piedra forrada de fieltro que hizo Ana. Parece que la hayan abierto para ver qué había dentro y, después, como nos han sabido cómo dejarla como estaba, la han envuelto en fixo. Enorme tristeza. Pienso en cómo se lo diré a Ana sin que ella también se ponga triste.

regalos y vacas pastando

jueves, 16 mayo 2013. Hay tronos por las calles, pero no reconozco ninguna cofradía. He perdido a Alberto. Una fila de niñas con uniforme pasa por delante de mí. Una de ella le da una sonora bofetada a otra. las demás no dicen nada. Miro a la profesora indignada. Pasa de largo. Una de las niñas me dice a escondidas que siempre es igual, que les pega a todas y nadie puede hacer nada para remediarlo. Persigo a la profesora entre los nazarenos, le grito que reaccione. La profesora se vuelve. También lleva un ojo morado. De repente aparece Alberto cargado de regalos.
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Salgo a la terraza. Las losas se han convertido en césped y las macetas en árboles frutales. La escalera de aluminio es una escalera de piedra que me lleva a otra terraza. La otra terraza es un prado inmenso con vacas pastando y un río.

horror vacui

miércoles, 15 mayo 2013. Camino junto a mi prima Cristina, vamos muy calladas. Al pasar por delante de una tienda de trajes de flamenca le pregunto, por decir algo, si ya le ha comprado uno a su niña. Dice que sí, que se lo pondrá en la feria. De repente me doy cuenta de que ella no tiene una niña, sino un niño. Pienso que ella también ha respondido sólo por decir algo, por romper el silencio.

costillas

sábado, 11 de mayo 2013. Bajo en ascensor al garaje de la casa de mis padres. Al abrir la puerta un chico me dice que tenga cuidado porque voy a encontrarme un regalito de 101 años. Efectivamente, en el suelo hay una anciana muerta. El chico se acerca a mí, se ríe a carcajadas. Afortunadamente, en vez de coches aparcados hay mesas vestidas con manteles de cuadros rojos y cubiertos. Cojo un cuchillo, camino hacia atrás. Él dice que lo deje, que no tengo escapatoria y que el cuchillo es de postre. Cojo un cuchillo de carne con el mango de madera. Este sí, le digo. Se ríe, dice que yo será incapaz de clavárselo. Pienso que es verdad. Sí, pero mira, le digo y me lo clavo con fuerza. Me despierto con un dolor enorme entre las costillas.

platos verdes

miércoles, 8 mayo 2013. Oigo ruidos en la calle, me asomo y veo a dos hombres con mazos enormes de goma. Van golpeando a todos los coches aparcados, también a algunas personas que salen al oír ruido. Entro al cuarto de mi hermana, duerme con la luz encendida. Intento apagarla, nada. Echo la persiana, no quiero que vean que hay alguien en casa. Alguien me dice que tengo que dejar echa la cena. Corro a la cocina, unos espaguetis se queman en una olla. Pongo otros a cocer y se hacen en dos segundos. Busco platos limpios, pero no hay. Encuentro unos platos Duralex verdes muy viejos, los miro. Me gustaría quedarme un rato así, mirándolos, pero no hay tiempo. Intento de nuevo apagar las luces de la casa. Nada.

libros huecos

lunes, 6 mayo 2013. Un tipo me lleva de la mano hacia un paseo marítimo, dice que colecciona puestas de sol. Yo junto piedras, le digo. A ratos se parece a Cumbreño, a ratos a Pérez Pastor. Quiere darme una sorpresa. Entramos en una librería caótica. Veo primeras ediciones de Beckett en las baldas que pegan con el techo. Me encaramo, todas las estanterías y los libros me caen encima. Un chico muy parecido a Eduardo se acerca a abrazarme. Cumbreño-Pastor corre a quitármelo de encima. Déjalo, le digo. ¿Y cuál era la sorpresa?, pregunto. Es una librería falsa, los libros están huecos, las estanterías son de cartón, si no estarías muerta, dice satisfecho.

luces de la tierra

viernes, 3 mayo 2013. Camino por lo que parece la plaza de un pueblo. Es de noche y no sé muy bien ni dónde estoy ni a dónde voy. Aparece Daniel, camina a mi lado. Le hablo de un concierto de Robert Smith, le digo que alguien estuvo a punto de presentármelo, pero me digo vergüenza. Le hablo de cosas que me han pasado todos estos años sin vernos. Te voy a enseñar una mina, le digo. Todo está demasiado oscuro. A lo lejos se ven las luces de una cuidad. Nos quedamos mirándolas en silencio. "Luces de la tierra", digo con un tono algo dramático y Daniel me mira. Lo decía Beckett, no yo, me excuso.
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La misma plaza, ahora de día. Camino descalza y con pasos cortos, como si llevara grilletes en los tobillos, de hecho me pesan y duelen mucho. Sigo sin saber dónde estoy. Veo una especie de autobús-cremallera e intento correr hacia él, pero me cuesta mucho avanzar. Cuando llego sólo que da un sitio libre. ¿Va a la ciudad, pregunto? La conductora no dice nada. Una señora me hace sitio a su lado, me cuenta que desde que se quedó viuda coge ese autobús cada día, por distraerse. Llora.

viva murcia

sábado, 27 abril 2013. Cristina tiene que llevar unos libros a un pueblo de Murcia y me pide que la acompañe. Cuando llegamos a la plaza del pueblo se nos acercan niños y mayores, nos calibran. Para romper el hielo le digo si es verdad que preparan los mejores michirones de la región. Nos dan de beber y nos pasan cazuelitas con michirones. Un hombre mayor que todavía recela, me pregunta cuál es el verdadero truco de la receta. Ponerle un buen trozo de sobrasada, le digo. En ese momento todos enloquecen, incluso nos acercan niños como lo harían en la procesión de un santo. Cristina me dice dos cosas con la mirada: que se nos ha ido de las manos y que está medio borracha. De repente estamos dentro del coche. Cristina dice que no puede conducir, arranca el volante y lo clava en el salpicadero, delante de mí. De nuevo, de repente, estamos en casa. Nos miramos, no me atrevo a preguntarle cómo hemos vuelto. Como si pudiera leerme el pensamiento, me dice orgullosa: sé conducir dormida.

hámster

domingo, 21 abril 2013. Entro con mi sobrino Darío a un ascensor. Subimos en zig-zag. Cuando se para queda entre dos pisos. No sé si nos dará tiempo a salir antes de que vuelva a ponerse en marcha. Darío se ha encontrado un hámster, le digo que se lo guarde en el bolsillo y haga todo lo que yo le diga. Hago una bola con él y lo cuelo entre las dos plantas. Darío se sienta en el suelo a esperarme sin haber sacado al hámster de su bolsillo trasero. Me temo lo peor.

música de advertencia

sábado, 20 abril 2013. Tengo un nuevo cuarto, parece un zulo. Techo bajo, sin ventanas, paredes de ladrillo, pocos muebles, todo extremadamente ordenado. En un hueco está mi ropa ordenada por días de la semana. Si saco la prenda del lunes un martes, de la percha sale una música de advertencia. Cada percha tiene su propia música que indica a qué día corresponde. Por fin, pienso. De repente una de las paredes cae, lo rompe y ensucia todo. Unos obreros se asoman, dicen que estaban construyendo un baño y se han confundido de pared.

cangrejeras

viernes, 19 abril 2013. Llegamos a la orilla de un río para bañarnos. Mientras extiendo las toallas, pienso que me dará asco meter los pies en el barro. Le pregunto a Pacho si lleva cangrejeras. Se ríe a carcajadas. ¿Le pasa algo a Blanco?, parece que cojea. Pacho, vuelve a reírse a carcajadas.

protocolo

domingo, 14 abril 2013. He quedado en un restaurante, pero parece que he llegado demasiado pronto porque todavía están montando las mesas. Veo a Alberto. Cuando voy a sentarme junto a él, una camarera me dice que me siente a su lado. Es el protocolo, añade. Después nos entrega con mucha ceremonia unos salvamanteles de papel. Alberto protesta, dice que odia todas esas pamplinas. Saco de dentro de la blusa un sobre marrón con revistas. Un chico se ríe desde la otra mesa. Llegan Yolanda y Joaquín, a los que no veo hace años. Quieren que los ponga al corriente. Les hablo de mis dolores y de que ahora descanso del tratamiento. No me prestan atención. El chico francés se acerca y me pregunta qué estoy bebiendo. No sabe a nada, pero tiene muchos grados.

por buscar

sábado, 13 abril 2013. Ayudo a Caína a buscar algo en el garaje. No sé bien qué buscamos o si sólo estamos ordenando. Por allí anda Nacho, a quién no veo hace años. Trabajamos en silencio.

de terrazas

jueves, 11 abril 2013. He quedado para comer con Jurdi, Blanco y Pacho. Nos dan una mesa muy pequeña en la acera junto a la puerta del Rectorado. La gente pasa, nos molesta (y nosotros a ellos). A la hora de pagar buscamos el bar, pero ha desaparecido. Un barrendero se nos acerca, nos explica que la crisis van tan rápido que mientras comíamos el bar ha cambiado de dueño y ahora es una mercería.
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Estoy con mis padres en una terraza muy concurrida. Tren hombres enormes toman a mi padre por francés y se burlan de él. Mi padre se esconde en un portal. Voy tras el cabecilla, le digo que se largue, primero de buenas maneras, después a gritos. Dice que volverá. Al cabo de un rato aparecen de nuevo arrastrándose con unas matas por encima para mimetizarse con el suelo. El más grande golpea a mi padre en la nuca. Agarro un plato y un cuchillo de postre para hacerle frente. Miro a mi alrededor, nadie se inmuta, todos siguen comiendo. Le digo a mi padre que se haga el muerto y así se irán. Mi padre no dice nada, la gente a nuestro alrededor aplaude a los tres hombres.

de cero

miércoles, 10 abril 2013. Juan ha venido a verme. Dice que tenemos que comprar libretas nuevas, pero cuando llegamos a la tienda es una carnicería. Esto no nos vale, le digo. Todo vale, dice él. Empieza a rascar con la uña, hasta romperlo, a un cuaderno que llevo en el bolso. Tenemos que empezar de cero, dice.

examen de historia

domingo, 7 abril 2013. Estoy arreglando la lavadora de mi madre, hay un montón de piezas en el suelo. Mi madre me toca el hombro. Deja eso, dice. Ha llegado una carta, resulta que no hiciste el último examen de historia, así que deja eso y ponte a estudiar ahora mismo. No comprendo nada. Le digo que tiré todos los apuntes del instituto, que sólo conservo los de filosofía de segundo y los de matemáticas de la facultad. Tendrás que pedírselos a Begoña, dice. Los apuntes de Begoña están en gallego y además tiene la letra demasiado redonda, respondo. Me siento junto a la lavadora, no sé qué hacer, odio la historia. Pienso que no me importa que anulen todo lo que he estudiado porque nunca me ha servido para nada. Golpeo el suelo con una llave inglesa.

calles blandas

sábado, 6 abril 2013. Busco una salida entre unas calles de muros estrechos y blandos. El suelo también es blando. Me cuesta mucho avanzar.

un ladrón muy guapo

jueves, 4 abril 2013. Estoy en una reunión familiar. De repente un chico alto y desgarbado entra por la ventana. Al ver la habitación llena de gente, agarra un jamón que hay sobre la mesa y corre hacia los dormitorios. Corro tras él. Le pregunto de dónde ha salido, que se vaya. No me entiende, se lo repito en inglés y en francés. Dice que Fred le dijo que podía vivir ahí. No sé quién es Fred. Lo empujo hacia la puerta, forcejeamos. De repente se convierte en un cachorrito de perro con los ojos brillantes, lloriquea. Mi hermana quiere quedarse con él. Forcejeo con mi hermana. Intenta colarse de nuevo en casa, me muerde las manos. Pido ayuda a mi familia. Nada. Al fin consigo dejarlo fuera y cerrar la puerta. Ya está, pero se ha llevado el jamón, le digo a mis padres. No parecía un ladrón, era tan guapo, dice mi madre.

pollo-ostra

miércoles, 3 abril 2013. Parece una escena de Blade runner. Francis duerme sobre un nido de colchonetas y trapos dentro de un armario. Llego con un pollo enorme sin plumas. Así que diste con él, dice Francis. Estoy segura de que es él, respondo. Lo abrimos sin necesidad de cuchillos. Lo sabía, digo satisfecha. Dentro del pollo hay un sarta de perlas.

beckett's souvenir

martes, 2 abril 2013. Eduardo y yo paseamos de la mano. Le voy enseñando mis sitios favoritos. Él me cuenta que desde hace un tiempo todas las chaquetas le quedan grandes. ¡A mí también!, le digo sorprendida. Nos alegramos mucho de semejante coincidencia. Entramos en una tienda que se llama "Beckett's Souvenir". Nos probamos chaquetas de espiga, nos reímos.

ser bulto

domingo, 31 marzo 2013. Francis está leyendo, en la postura de loto, sobre un colchón que hay en el suelo. Al asomarme a la ventana veo que todos transeúntes que doblan la esquina, levantan las manos. Pienso que debe haber algún loco amenazándolos con una pistola. Al momento aparece un grupo de personas con pistolas de cañón largo y hacen que los transeúntes se metan en una casa. Le digo a Francis que se esconda rápidamente. Agarro de la mano a un niño que hay por allí y lo meto en un armario. Subo a una especie de buhardilla sin ventanas con muebles viejos. Me acurruco sobre la cama y me tapo con varios trapos, para que cuando entren sólo se vea un bulto. Oigo pasos, oigo que se paran junto a mí, oigo la respiración de alguien. Me pregunto si esa persona escuchará la mía y cuánto tiempo podré aguantar así.

ecuaciones

sábado, 30 marzo 2013. Tengo delante una mesa enorme de madera llena de papeles. Después de hacer un montón de ecuaciones y abrir y cerrar varias enciclopedias, llego a la conclusión de que el niño Jesús era chino. Dudo si debo dar la noticia.

sombrillas azules

martes, 26 marzo 2013. Alberto y yo caminamos pro el paseo marítimo, buscamos un sitio para cenar. Mientras una pareja se hace arrumacos en la terraza de un bar, Alberto prueba su comida. Está buena, nos quedamos. Los dos lo miran con más miedo que furia. Sólo hay una mesa, es muy pequeña y está mal encolada. Al poner las bebidas encima se rompe. La camarera, embarazada de ocho meses, se ríe a carcajadas. Nos vamos, llegamos a casa de Daniel. Está jugando con su hija. Os ha crecido mucho el pelo, le digo. Hablamos de quién ha perdido más pelo en todo este tiempo sin vernos. La casa está en obras, hablamos de cómo era antes. Nos cuenta que Clara tiene pesadillas y algunas noche lanza cuchillos mientras duerme. En realidad lanza camiones de juguete, pero ella cree que lanza cuchillos, dice. Salimos de la casa, es Navidad, todo está lleno de gente adornada con espumillón y matasuegras. Los camareros hacen bromas a la gente que pasa. Siempre me gustó Madrid, le digo a Daniel. Eso es porque no vives aquí, dice. Intento que Alberto me apoye, que le diga que yo fui muy feliz cuando vivíamos allí. Alberto dice que no, que me pasaba el día llorando. Eso sólo fue el primer mes, le digo. Bajamos con dificultad un terraplén de piedras. Ellos desaparecen. Cuando llego a la carretera intento adivinar qué camino han cogido. Para ir más rápido elevo los pies del suelo y me desplazo como si nadara a braza. Te adelantan todos, me dice con sorna una señora que empuja un cochecito de bebé. Demasiado hago, le respondo. Acabo en un barrio de casas apuntaladas con grafitis muy feos en los muros. Una niña me dice con señas que la siga. Va unos pasos por delante, al dar vuelta a una esquina se convierte en una especie de sombrilla azul de papel de seda y se clava en un jardín lleno de pequeñas sombrillas azules. Pienso que a Alberto le encantaría verlo. Entro en lo que parece un restaurante chino, donde espero encontrar a Alberto y Daniel. La estábamos esperando, dice con mucha ceremonia un camarero. Me hace pasar a una sala dorada ostentosa y fea. Hay dos chinos idénticos, vestidos igual, sólo que uno lleva la chaqueta puesta del revés dejando ver el forro de raso. Me siento junto al que lleva la chaqueta del derecho. El camarero vuelve. ¿Le traigo su café?, pregunta. Cortito, dicen los dos chinos a la vez. Y usted, ¿quiere tomar algo? Un café pequeño, gracias. Estoy muy cansada, le digo a los chinos y de momento me quedo dormida sobre los cojines dorados.

albornoces repentinos

domingo, 23 marzo 2013. Llego a la que era la casa de mi abuela. La cancela está cerrada por una gruesa cadena y un candado. Una niña me recibe como lo haría un cachorrito. No deja de hablar, dice que tiene muchas cosas que contarme. Le digo que pare, que no tengo tiempo, que debo ducharme, cambiarme e irme. ¿Dónde? A un retiro, sólo estaré fuera tres días. La niña responde que s imposible, que dentro de poco empezarán allegar los invitados. Y señala la calle. Efectivamente llegan tres personas que no reconozco a la primera: mi tía Pepa (que murió hace cuarenta años), Juan Carlos y un actor con bigote (del que no recuerdo el nombre). La niña les hace pasar, les ofrece platos de postre con lo que parecen dedos con las uñas pintadas. Corro hacia el interior de la casa, pienso que si el tubo extensible de la ducha llegara hasta el cuarto podría ducharme allí y mirar la fiesta desde la ventana, escondida tras las rejas y la hiedra. Finalmente voy al cuarto de baño. Cuanta más prisa me doy más lento sucede todo. La ropa se me pega al cuerpo, me cuesta desnudarme. Todo va quedando amontonado en el suelo, ropa y toallas. Al fin puedo ducharme, pero me doy cuenta de que otra niña (más pequeña) y Daniel, están dentro de la bañera. Sin tonterías que tengo prisa, les digo. Daniel me observa. Estás muy delgada, dice. La niña juega con una esponja. Alguien abre la puerta de repente. ¡No!, gritamos los tres a la vez. Oímos como alguien cuenta que hay tres personas en la bañera. Por una ventana horizontal de hojas correderas, que no existía, se asoma una monja. ¡Tranquilos, no están desnudos, los tres llevan albornoz!, grita la monja. Se oye un murmullo. Daniel y yo nos miramos, no entendemos nada. Los repentinos albornoces mojados nos pesan mucho. Ahora fuera, les digo. Intento secarrme, pero todas las toallas están mojadas, también mi ropa. Me cuesta ponérmela porque se agarra a la piel. Pienso que, si me doy prisa, quizá me dé tiempo a saludar brevemente a los invitados y llegar a tiempo al retiro, pero me quedo quieta, pensativa, mirando toda aquella ropa mojada en el suelo.

un paseo

jueves, 21 marzo 2013. Estoy en una especie de claustro donde va a celebrarse una lectura. La chica que lo organiza dice que leeré en segundo lugar y que si sé algo sobre la vida de Picasso. Todo, le respondo. Pues dime la fecha de nacimiento y divídela por diecisiete, dice. Ciento once, le digo. Estupendo. Una chica sube al escenario y proyecta algo. Me levanto para ir al servicio. Para no hacer ruido entro por una ventana que hay a mi izquierda. Parece una celda de un monje. Al salir, un monje muy viejo está barriendo el pasillo. Le digo que busco el servicio. Dice que no hay, que tendremos que andar un poco. Salimos del monasterio y caminamos campo a través. A veces cruzamos ríos que nos mojan hasta las rodillas. Junto al río hay pieles de cordero secándose al sol. Veo que no me dará tiempo, que pasarán mi turno. Volvamos, le digo. El hombre intenta convencerme de que me quede en el monasterio, que allí la vida maravillosa. No sabía que admitieran mujeres, respondo. me mira como si me viera por primera vez.

cigarrillos

lunes, 18 marzo 2013. Chivite y yo hablamos sentados en el suelo del que era mi cuarto en la casa de mis padres. Me cuenta cuántos cigarrillos se fuma al día. Yo pongo cara de dibujo animado que se enfada. Nos reímos. En el sueño consta que es mi cuarto, pero al final del sueño es una habitación sin muebles, muy blanca, con un zócalo de azulejos también blancos.

una calle amarilla

domingo, 17 marzo 2013. Antonio y yo llegamos a lo que parece un museo de objetos de labranza. Sobre el suelo de tierra hay señales que indican dónde se puede o no pisar. No sé muy bien cómo ni por qué hemos llegado hasta allí. Un tipo me mira mal. Le oigo decir entre dientes que me odia, que quiere que me echen. Le hago una seña a Antonio y salimos por una ventana. No sabemos dónde estamos, la calle es estrecha con paredes amarillas y desemboca en una enorme plaza de estética soviética. En la calle hace sol, en la plaza está nublado. Veo una mesa y dos sillas. Me siento y sobre la mesa aparece una cerveza y un plato de aceitunas. Ya está, pienso.

regreso

miércoles, 13 marzo 2013. Llego a casa de mis padres. La que fue mi habitación está desordenada, la cama deshecha como si alguien hubiese estado durmiendo un mes sin cambiar las sábanas. Junto a la cama han colocado una bañera con mampara. La abro, me asomo, está sucia, parece que hayan vomitado dentro. Bajo el vómito distingo varios pares de zapatos de tacón en tonos pastel que no sé de quién son. En el suelo se amontona mi ropa. Intento doblarla, pero mi hermana me habla de su nuevo corte de pelo. Dice que durante mi ausencia ha dormido en mi cama. No le pregunto por qué no ha usado el suyo, sigo doblando ropa. Mi madre se asoma y nos dice si queremos intercambiar los dormitorios. ¡No! , gritamos las dos a la vez.

la visita

domingo, 10 marzo 2013. Voy a visitar a Odila, una amiga del colegio a la que no veo hace años. Vuelve a vivir en la casa de sus padres, jardín con jardín, con la que fue la casa de mi abuela. Justo antes de llamar pienso en el miedo que siempre me dio esa casa cuando estaba vacía. Odila me recibe en kimono, un bonito kimono de estampado rosa, que la hace parecer aún más triste. Nos abrazamos, le digo cuánto me alegro de que haya vuelto. La mesa del comedor está vestida para una fiesta. Hablamos como si nos hubiéramos visto el día anterior.

una mesa muy sólida

lunes, 4 marzo 2013. Un chico, idéntico a Pacho cuando era más joven, se sienta a mi lado. Estamos frente a una enorme mesa de madera. Me recuerda a la que Irazoki tiene en su casa. El chico intenta convencerme de que siga escribiendo y publicando poemas. Yo le cojo las manos, se las miro, como si esa fuera mi manera de decirle que no tengo ni idea de lo que haré en un futuro. En ese momento veo pasar a Daniel con su hija de la mano. Le hago señas, se acerca, se sienta junto al chico. Pienso que no comprendo cómo Daniel pudo dejar de escribir. No levantamos la vista de la mesa. No decimos nada.

nada de sombras

viernes, 1 marzo 2013. Camilo ha convocado en su casa a varios amigos. A cada uno nos mete en un cuarto y nos explica a través de un vídeo lo que espera de nosotros. Al cabo de un rato, entra y me deja en el suelo unos carteles. Aprovecho para preguntarle si lo he entendido bien. ¿Quieres que entre los cuatro escribamos una novela, que presentarás como tuya en la fecha que pone en el cartel? Sí. ¿Y no crees que se notará mucho que son cuatro estilos completamente diferentes? Sí. ¿Y no te importa? No, eso es justo lo que quiero. Sólo hay una norma, dice, debe ser una historia sin sombras. ¿Sombras metafóricas? Sombras de la luz sobre las cosas. En mi novela nada tendrá sombras, dice entusiasmado.

maestra de las sopas

jueves, 28 febrero 2013. Mi abuela espera tumbada en una hamaca bajo la marquesina de una parada de bus. Parece feliz. Me dice que alguien va a llamar para felicitarme por mi cumpleaños y haga el favor de descolgar el teléfono. No es mi cumpleaños, le digo. No sea tan rebelde, dice. Señala hacia unos apartamentos años 60 con las esquinas redondeadas y las barandillas naranjas. Voy hacia allí. Una señora, que se presenta como "Maestra de las sopas", me hace pasar. Espero en una biblioteca. Un tipo muy elegante me pregunta si deseo escuchar algo y acto seguido mueve los dedos sobre una mesa de centro. La habitación se llena de notas de piano. Hablamos de nuestro gusto  por el diseño de los años 50-60, por nuestra afición a las máquinas, a las caravanas, y nuestra aversión a los 80. Chabacano, dice sin dejar de tocar la mesa-piano. Soy partidario del invierno de Illinois, dice elevando la voz. Yo soy partidaria del invierno a secas, le digo.

sueños feos

martes, 12 febrero 2013. Hoy perdía el abrigo, perdía un bus a Praga y me secuestraban dos locos de pelo largo. A mi hermana la violaba ese actor francés tan repelente.

espejismo

domingo, 3 febrero 2013. En mitad de un descampado hay una puerta de madera muy vieja, en vertical, pero sin marco siquiera. Miro por el agujero que hay donde debería estar la cerradura. Veo edificios excavados en la roca, minaretes, palmeras, una preciosa puesta de sol. Cuando rodeo la puerta, detrás no hay nada.

caballos y colchones

miércoles, 30 enero 2013. Una piscina a oscuras. Sólo hay algunas bombillas encendidas e el fondo. En un extremo, más de diez caballos numerados. Llevan los números pintados en las capuchas que les cubren la cabeza. Al otro extremo hay colchones, que parecen recogidos de la basura, flotando. Enrique saca una pistola, dispara al aire y los caballos se lanzan al agua. Nado todo lo rápido que puedo, intento llegar a los colchones antes que los caballos.

ópera

sábado, 26 enero 2013. Luis señala un barco atracado junto a una acera. Mar no hay. Dice que tiene un sorpresa para mí. Aparece Cecilia Gallego, una compañera de colegio a quien no he vuelto a ver. La abrazo, le digo que sigo su carrera, que me alegro muchísimo de que le vaya tan bien. Luis se sorprende porque no sabía que la conociera. Cecilia dice que actuará esa misma noche y que vayamos a verla. Luis levanta la mano y se abanica dramáticamente con dos entradas para la ópera.

el peso del papel mojado

domingo, 20 enero 2013. Estoy en la playa esperando a alguien que debe salir del mar. El mar no es de agua, también es de arena. Tiene aspecto de arenas movedizas, no está quieto, va y viene a la orilla formando una espuma marrón con aspecto de crema de cacahuetes. Del agua salen unos buzos que más bien parecen astronautas, tiran del copo, aunque la red está llena de hojas arrancadas de libros. Les cuesta, pienso en el peso del papel mojado. Uno de los buzos me llama, se quita la escafandra y se sienta frente a mí, sobre la mesa hay alicates. Me gusta uno con puntas en forma de conos truncados. Le digo que siempre quise tener mi propia caja de herramientas. Dice que tenemos que comenzar con las pruebas. En el sueño consta que los buzos son eminentes psiquiatras que sólo hacen pruebas una vez al año y yo he tenido la suerte de que me atiendan. Cuando voy a comenzar, alguien se acerca por detrás y me dice que el Papa ha llegado. Se supone que el Papa sólo atiende una vez al año. Tengo que decidirme por el eminente psiquiatra de los alicates o por el Papa. Me levanto y me voy. El Papa mira el mar de arena con extrañeza. No lo comprendo, dice. Yo no comprendo que él, siendo quien es, no comprenda algo tan simple. Me da la mano, quiere que le explique algunas cosas. Señala unas hamacas vacías. Son para tomar el sol. Caminamos de la mano, señala una taza sobre una mesa. Es café, le digo. Definitivamente, pienso, tenía que haberme quedado con el psiquiatra de los alicates, pienso.

el jersey de los niños perdidos

martes, 8 enero 2013. Entro en un bar. Junto a una mesa se arremolina gente. Meto la cabeza entre ellos par ver qué pasa. Manuel y dos chicas le quitan bolillas de lana al jersey que suelo usar para estar en casa, conocido familiarmente como "el jersey de los niños perdidos". Tened cuidado, ¡lo tejí yo misma hace 25 años!, les digo. No me hacen caso, no me oyen, y el jersey tiene ya varios agujeros que no sé cómo arreglaré después.

perro de agua

lunes, 7 enero 2013. Me meto en la cama con una bolsa de agua caliente que coloco entre los pies. De repente noto que me muerden con fuerza los pies y las piernas. La bolsa de agua se ha convertido en un perro y no puedo librarme de sus dentelladas.

de madera

domingo, 6 enero 2013. Estoy dentro de una caja. No es una caja hermética, es más bien de las que se usan para guardar fruta, hecha con tablones de madera blanda y clara. Aun así, no puedo romperlos y salir. Por el espacio que hay entre un tablón y otro puedo ver a alguien con una sierra de carpintero. Me extraña no oír el sonido que suele hacer la madera al ser serrada. Como si esa persona pudiera saber lo que estoy pensando, me responde: No es madera, es tu corazón. En ese momento siento un dolor inmenso en el pecho.

trece dedos

jueves, 3 enero 2013. Mi cuñada está fregando unos platos en la cocina. Me acerco a ayudarla. Noto un dolor enorme en el brazo, el húmero se dobla por la mitad y sale un brote de rama con espinas que empieza a enredárseme en la muñeca y en la mano. Corro a enseñárselo a Alberto porque pienso que si lo ve no me creerá. Alberto me pregunta si me duele. Ya no. El brote se desenreda, entra de nuevo en la carne y el brazo vuelve a ser recto. Me miro la mano, parece un abanico. Lo malo es que ahora tengo trece dedos, le digo. Eso te pasa por fregar con agua fría, dice Alberto.

pulseras robadas

miércoles, 2 enero 2013. Paseo con Joan. Se fija en unas pulseras que llevo puestas. Es la primera vez que las veo, le digo asombrada. Intento quitármelas pero no tienen cierre. Una de ellas tiene una inscripción en un idioma que no reconocemos. Joan dice que será mejor preguntar a un experto, y sale corriendo. Me veo en el centro de una sala muy blanca donde se exponen de joyas antiguas. Algunas se parecen a mis pulseras. temo que, ya que no son mías, piensen que las he robado. Intento llamar a Joan, pero cada vez que marco los números saltan y siempre descuelga otra persona.

vonnegut y la piñata humana

martes, 1 enero 2013. Estoy en un jardín que a ratos se convierte en una sala de estar con vitrinas repletas de caballitos de cristal. Al fondo del jardín, en una especie de establo, puedo ver a Vonnegut metido en la cama. Le pregunto a un chico, que se supone es su hijo, si puedo acercarme a decirle algo. Me detiene levantando un brazo, como si fuera guardia de tráfico. Dice que su padre ha perdido la cabeza, que se pasa el día en la cama hablando solo, que los últimos libros que se han publicado ni siquiera los ha escrito él. Comienza a llover y unos niños se refugian bajo un columpio con sombrilla de cañizo. De repente avanzo a cuatro patas por una galería de tubos blancos que empieza a estrecharse cada vez más, resbalo, caigo a un patio y me estrello en el suelo. Puedo ver, pero no puedo moverme ni hablar. Un tipo llega con un carrito de chucherías. Al parecer se dedica a recoger cuerpos de las calles, rellenarlos de chucherías y a venderlos como piñatas. Noto como me abre, me rellena de caramelos y juguetes de plástico y me cose. Confío en que pronto sea el cumpleaños de Vonnegut y su hijo me lleve a casa. Así sucede. Estoy colgada del cañizo y los niños de antes van a golpearme con un palo para que los caramelos caigan.