sábado, 21 diciembre 2013. Llego a un bar. Le pido a una chica que me guíe hacia el patio. Aparecemos en lo alto de un muro estrecho de más de 50 metros de altura. Ahora hay que bajar, dice la chica, y comienza a descender agarrándose a la parte estrecha del muro con las puntas de los dedos. Le digo que jamás he escalado hacia abajo. La chica se suelta y la agarro al vuelo. Grito pidiendo ayuda. Desde abajo nos miran sin hacer nada. De repente yo también estoy mirando la escena desde abajo con mi madre. Mira, soy yo, le digo.