sábado, 7 diciembre 2014. Llego a la que se supone es la casa de Iker. Parece una casa de los 70, con el tejado plano, las habitaciones grandes con ventanas de rejas negras. En lo que parece un dormitorio hay dos camas de bambú sin hacer. Duermen en dos camas, qué raro, pienso. También hay un sofá con mantas revueltas, mucho desorden. Una chica me lo va mostrando todo. No digo nada. Hay una puerta cerrada. Ahí duermo yo, dice la chica. Me encierro cada noche porque él duerme con con pistola en la mano, dice.