jueves, 24 octubre 2013. Hay una exposición de cuadros y objetos frikis hechos con sábanas y cortinas de baño. Al entrar, una de las azafatas me acompaña, se ríe con mis comentarios. Hay un huerto enorme donde Elena, la artista, labra la tierra y siembra objetos de su infancia. Incluso hay una pequeña playa de piedras. Un museo con playa, qué original, le digo. La azafata me cuenta que de niña vivía allí, que los terrenos son de su padre y que se pasó la niñez tomando autobuses y deseando vivir en la ciudad. Aparece Daniel con otro amigo y dos niños muy pequeños. Por su cara, tiene algún problema. Un problema muy grande, me dice. Entran en una especie de horno con agua. Me despido. Devuelvo la piedra que cogí, al mar. Elisa aparece disfrazada de años 20, pero con una capa blanca de tul hasta los pies. Todos están en el comedor. La azafata nos acompaña. Daniel ya está seco, vestido y sentado. Yo llevo un oso de peluche en la mano. Al pasar por su lado le digo acercándole el oso: soy un abogado disfrazado de oso de peluche. Se ríe. Le digo con la mirada: tenemos que hablar. El asiente.