costillas

sábado, 11 de mayo 2013. Bajo en ascensor al garaje de la casa de mis padres. Al abrir la puerta un chico me dice que tenga cuidado porque voy a encontrarme un regalito de 101 años. Efectivamente, en el suelo hay una anciana muerta. El chico se acerca a mí, se ríe a carcajadas. Afortunadamente, en vez de coches aparcados hay mesas vestidas con manteles de cuadros rojos y cubiertos. Cojo un cuchillo, camino hacia atrás. Él dice que lo deje, que no tengo escapatoria y que el cuchillo es de postre. Cojo un cuchillo de carne con el mango de madera. Este sí, le digo. Se ríe, dice que yo será incapaz de clavárselo. Pienso que es verdad. Sí, pero mira, le digo y me lo clavo con fuerza. Me despierto con un dolor enorme entre las costillas.