domingo, 26 mayo 2013. Una chica muy sosa nos da clases de repostería. Dicen que lo más importante es que las tartas lleven mensajes de paz, que el sabor es lo de menos. Intento dibujar una pajarita de papel, pero no me sale. Todos se han ido. Me como un caramelo cuadrado que hay sobre la mesa. Sabe a rayos. El sabor es lo de menos, pienso. Leo el sabor en un papel de celofán: Bosque duro. En ese momento llega Pablo. Es tan alto que para abrazarme me levanta y me cuelga de una alcayata. ¿Y si nos largamos de aquí?, le digo.
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Parece una estación de autobuses con un balcón. Miro desde arriba a los que van y vienen. Llega un bus cargado de conocidos que, al parecer, vienen a la entrega de un premio. El primero en salir es mi sobrino Diego. El actor Antonio Garrido fuma muy nervioso. ¿Quién es?, me pregunta alguien. Es uno de los hombres más guapos del mundo, respondo. Veo a mi amigo Agustín y le hago señas, pero está muy ocupado ayudando a bajar del bus a Caballero Bonald. Ya sé quién es el premiado, pienso. Detrás de ellos baja Robert de Niro. Lleva un bolso amarillo de mujer. Pienso que quizá dentro esté el premio y sea él quien se lo entregue Caballero Bonald. Cuando está suficientemente cerca, compruebo que es mi bolso. No sé qué hacer, si decirle que me lo devuelva o esperar al final de la ceremonia.