miércoles, 11 julio 2013. Después de caminar mucho llego a una casa de pueblo. Me acompaña una niña que no ha dejado de recitar poemas (muy buenos para su edad) durante todo el viaje. Al fondo de la casa veo un patio con mucha gente en pie, en filas ordenadas. A la entrada veo a mi abuela y a una de mis tías abuelas. me sorprende verlas vivas y, sobre todo, tan maquilladas. Abrazo a mi abuela, le doy muchos besos, le digo que me alegro de volver a verla. Me dice que no se lo diga a nadie, pero que en realidad no va a celebrar su cumpleaños sino que va a morirse esa misma noche. No lo entiendo porque murió hace muchos años, pero no digo nada. Me alegra en cierto sentido que ahora vaya a morir con una fiesta. En el patio, mi hermana grita que hay comida de todos los países, pero los platos ya están casi vacíos. Mi suegra también está viva, alguien le ofrece unos caramelos. Antes de que se los coma, le advierto de que son de regaliz y plátano. Gracias por avisar, dice. Veo a Andrés y a Antonio al fondo, les pregunto si hay algo de beber. Antonio saca unos vasos con hielo de un hueco de la pared. Un tipo muy gordo con pinta de saber de cómics se sienta a mi lado. Dice que se alegra de que sólo le hiciera una pregunta. Al parecer le pregunté si un libro de Jota era bueno. Dice que es muy bueno y se ofrece como agente. Se lo diré, le digo, pero no te hagas muchas ilusiones.