domingo, 6 enero 2013. Estoy dentro de una caja. No es una caja hermética, es más bien de las que se usan para guardar fruta, hecha con tablones de madera blanda y clara. Aun así, no puedo romperlos y salir. Por el espacio que hay entre un tablón y otro puedo ver a alguien con una sierra de carpintero. Me extraña no oír el sonido que suele hacer la madera al ser serrada. Como si esa persona pudiera saber lo que estoy pensando, me responde: No es madera, es tu corazón. En ese momento siento un dolor inmenso en el pecho.