viernes, 6 noviembre 2015. Tengo una melena larga y naranja. Al echarme el pelo hacia un lado me quedo con un mechón enorme entre los dedos. Daniel, que está sentado a mi lado, me pregunta si me lo he cortado. Se me ha caído, respondo. Se le abren mucho los ojos. Dice que él podría igualármelo.
+
Javier y Daniel me cuentan que después de la boda fueron a un bar. Se supone que yo también fui a esa boda, pero me retiré pronto. En el bar hubo un encuentro muy desagradable, dice. No quiero preguntarles nada, pero Javier lo repite muchas veces. Se van. Me siento al sol en una plaza enorme. Llega un tipo medio loco, se pone detrás de mí y me habla de su novia. Me cambio de sitio, me sigue. Un tipo que me resulta familiar dice que puede acompañarme a buscar a mis amigos. ¿Cómo sabes eso? Sé cosas, dice. Noto que intenta animarme. Me cuenta que una amiga le ha puesto a su hija Naranja. Yo tengo un amigo que le puso a su hijo Duende, respondo. Y en ese momento a parece Héctor, el padre de Duende. Tiene los ojos y la piel como si se hubiera hecho un lifting, parece más joven. Aunque también más triste. Tienes la piel tan..., y sin dejarme terminar la frase, se sienta en el suelo, en un rincón a llorar.