miércoles, 3 diciembre 2025. Estoy muy relajada en una especie de baños públicos, tumbada en una piscina que no cubre. Empieza a llegar público. Todos son hombres. A mi lado se tumba uno muy parecido a Shaggy el de Scooby-Doo e intenta darme conversación. Me doy cuenta de que todos van vestidos menos yo. Sigo tumbada, pero me cubro con una toalla negra.
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Estoy en la cocina de la casa de mis padres. Tengo que poner la lavadora. Como detergente, se supone, debo usar un cubo de orina que, se supone sirve para blanquear la ropa. Aparece alguien e intenta ayudarme. Mete un tubo en el cubo y se lo lleva al ojo, como si mirara por un catalejo. Le advierto que es orina y no sé de quién. Al final acaba por tirársela por encima.
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Hemos quedado en un mercadillo que hay en las afueras. Vamos en coche muy rápido por una carretera que no conozco. Veo al fondo la fábrica de cemento, pero en vez de quedar a la izquierda queda a la derecha. Pasamos a toda velocidad por hoteles muy lujosos abandonados. A la derecha, en la playa, veo los puestos. Creo que hemos llegado, le digo a Alberto. Cuando bajamos, a la entrada hay una terraza de hotel con cientos de personas completamente borrachas. No creo que sea buen plan, le digo a Alberto.