miércoles, 8 abril 2009. Alguien me dice que una mujer encargó el retrato de su hija a Camilo de Ory y que cuando se lo entregó, en vez de pagarle el trabajo, se lo rompió en la cabeza. No me imagino a Camilo pintando, tiene letra de ratón, le digo.
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Una niña del tamaño de mi dedo índice me invita a subir a su coche de juguete. Pienso que no voy a caber pero, cuando intento entrar, yo misma tengo el tamaño de un índice. Nos lanzamos a toda velocidad por una cuesta.
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Mesa Toré está solo en la terraza de un bar. Me siento a su lado, le pregunto si tiene frío y le tiendo mi bufanda verde. Mesa Toré se la lía a la cabeza. Tiene el color de tus ojos, le digo.
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Una niña del tamaño de mi dedo índice me invita a subir a su coche de juguete. Pienso que no voy a caber pero, cuando intento entrar, yo misma tengo el tamaño de un índice. Nos lanzamos a toda velocidad por una cuesta.
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Mesa Toré está solo en la terraza de un bar. Me siento a su lado, le pregunto si tiene frío y le tiendo mi bufanda verde. Mesa Toré se la lía a la cabeza. Tiene el color de tus ojos, le digo.