jueves, 18 diciembre 2014. Antonio y yo caminamos junto a un río. Según avanzamos, nos alejamos hacia arriba hasta llegar a una terraza de un piso 13. Desde allí vemos el fondo del río, transparente. Hay un tipo sentado en el fondo. Es Panero, dice Antonio. Gritamos su nombre, le hacemos señas levantando los brazos. Temo que caigamos al vacío. Le pido a Antonio que no se acerque tanto a la barandilla (es muy baja y los barrotes están separados). Antonio dice que no le da miedo, echa todo el cuerpo hacia adelante para gritarle a Panero. Me agarro a sus piernas para hacer de contrapeso. No sé si podré aguantar mucho.