lunes, 28 septiembre 2015. La casa de mi abuela cae desde el cielo a una playa y queda encajada de mala manera muy cerca de la orilla. Me cuesta abrir la puerta. La orilla está llena de piedras que brillan cuando se mojan. Miro hacia un lado y otro. Nada, nadie. Una playa completamente desierta. Pienso que quizá pueda quedarme a vivir allí. Así podría vivir desnuda y bañarme en el mar a todas horas, pienso.