sábado, 7 julio 2018. Estamos en Praga y hemos quedado con Marcos en un museo que parece un patio andaluz. Lo que hay dentro da vergüenza ajena y salimos aguantando la risa. Se ha hecho de noche y las casa parecen sacadas de una película de Tim Burton. Esta te gustará, le digo a Alberto que se agarra con las dos manos a la reja, emocionado. Mientras caminamos hacia el tranvía Marcos y yo hablamos animadamente. Al subir, se transforma en un teléfono gris de rueda, típico de los años sesenta. Sigo hablando con él a través del micrófono.