lunes, 12 julio 2021. Entro en una casa antigua con un gran patio. Ahora es un bar. Alguien dispara a un hombre con gabardina. Lo veo caer al agua, pero el agua está arriba, en el lugar del cielo. No sé si lo ha visto alguien más, incluso dudo de que sólo sea una película que están proyectando y por eso le resto baila, bebe o habla con otros. Un chico alto muy delgado se me pega, supongo que pretende ligar. Intento darle esquinazo, pero me sigue a todas partes. Desde detrás de uno de los muros del patio caen pegotes de cemento como si fuera granizo. Nos ponemos todos perdidos, pero nadie parece darse cuenta. Intento salir de la casa-bar. El chico me sigue. A la salida encontramos a unos supuestos policías que interrogan a todo el que entra o sale. Pienso que es por el muerto. El chico alto y delgado, al verlos, desaparece. Me preguntan qué me ha pasado. Les digo que junto a la casa hay un hospital en obras y se les ha debido de escapar la mezcla. ¿Qué llevas ahí?, dicen señalándome las manos. Mis manos están llenas de anillos que no son míos. Lo curioso es que sé de quién es cada uno. Nombro a cada persona (este de fulanita, este de menganita, etc). Hay uno que no sé de quién es. El anillo del muerto, pienso. Pienso que quizá el chico sea el asesino, pero no quiero delatarlo porque quizá el hombre de la gabardina merecía morir. Les digo que voy a intentar devolver todos los anillos. Vuelvo a la fiesta. El patio es ahora una sala chill out. Intento distinguir entre los grupos de chicas qué anillo es de quién.
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Le explico a un niño con dos pelotas de goma (de esas que rebotan muchísimo) cómo se podría viajar en el tiempo. Una de las pelotas es una esfera terrestre. Por fin voy a darle uso, le digo al niño muy contenta. Le explico que cuando la luz sale de una estrella y llega a la tierra, esa luz salió antes de que siquiera pudiéramos verla y que si fuéramos capaces del volver sobre esa línea de luz hacia atrás viajaríamos en el tiempo hasta el nacimiento de esa luz. El niño dice que eso no sirve para viajar de verdad. Le digo que es un viaje para las partículas de luz, no para las personas, pero que igual que se puede conseguir que una partícula de luz viaje, quizá en un futuro podrían viajar nuestras partículas. El niño parece desencantado. No tengo telescopio, dice al fin. A su lado hay un telescopio blanco muy grande, se lo señalo. No tengo terraza, dice. Ven a la mía, le digo. Me levanto porque me entran ganas de orinar. Todo eso sucede en el kiosco Los paragüitas, que no tiene servicio. Recuerdo que está cruzando la calle. Cruzo hacia el Málaga Palacio. Hay militares por la calle armados hasta los dientes. Me doy cuenta de que voy descalza. Intento no mirarlos a los ojos. Veo a una chica entrar en un portal. Llamo con los nudillos a la puerta de cristal. ¿Sabes dónde está el servicio de Los paragüitas? No, y ahora déjame hacer caca, dice y se mete debajo de la escalera. Camino unos metros y llego al que fue mi colegio (que en realidad está en otro lugar). Entro. Han modernizado los pasillos y las puertas, en cada una hay un número. Pienso que si alguien me pregunta le diré que estudié allí y que necesitaba urgentemente ir al "gavinet" (como le llamábamos entonces). Una chica sale de la puerta número tres. Veo que es un servicio y entro (como en todos los sueños, los cuartos de baños, servicios, etc, están siempre sucios y el suelo mojado). Como voy descalza, me da mucho asco y quiero salir de allí.