miércoles, 27 diciembre 2023. Voy por la calle, encuentro un espejo de aumento completamente desvencijado, lo tomo con dos dedos y se lo pongo delante Alberto. Esto es justo lo que quería como regalo de Navidad, le digo.
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Salgo andando de lo que parece el bar de un hotel, pero al llegar a la calle estoy sentada en el suelo con las piernas extendidas. No puedo moverlas y avanzo empujándome con las manos. Un perro se me acerca y se me sube sobre las piernas. Avanzamos juntos. Pienso que él tampoco puede andar. Me gusta sentir su calorcito y su gesto de agradecimiento. Cuando llevamos un rato largo por lo que parece un paseo marítimo, un tipo me dice que el perro es suyo, lo toma en brazos y se lo lleva.