cumpleaños y ducha

sábado, 31 agosto 2024. Es el cumpleaños de mi hermana. Dice que ha quedado con unas amigas en un bar. Solo hay una chica y tres chicos (no conozco a ninguno). Se la ve nerviosa, va de un lado a otro entre las mesas. Las mesas del parecen de colegio. Cuenta en voz muy alta que cumple 24 años y que aunque parezcan muchos todavía es muy joven. Le digo a la chica que con 23 yo ya estaba casada y llevando mi casa. De repente caigo en la cuenta de que cumple 54, pero no digo nada. Uno de los chicos tiene cara de extraterrestre, con los ojos enormes muy claros. Los otros dos no destacan por nada. Le pregunto a la chica si le gusta alguno. Dice que no está segura, que no saben cuál le gusta a cada una. Le pregunto a mi hermana. Dice que le gusta el de los ojos claros, pero que sabe que no tiene nada que hacer con él. Nunca se sabe, le digo. Me aburro muchísimo, me quedo en la puerta del bar a mirar la calle. Pienso que en realidad no tiene nada que hacer con ninguno.
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Habitación de hotel enorme y destartalada. Solo hay una cama metálica de matrimonio en un rincón. El colchón parece de lana, se hunde. La colcha va a juego con las cortinas que en otro tiempo fueron de damasco dorado y ahora son jirones. Las paredes están desconchadas, quedan restos de lo que pudieron ser frescos con escenas de dioses griegos. A un lado de la cama hay una ventana que da a una plaza con escalinata de mármol donde los turistas se hacen fotos. Mi padre está en la cama leyendo. Le pregunto a mi madre dónde está la ducha y me señala la barra de las cortinas. Me subo a la cama y antes de abrir el grifo, pregunto si hay que correr la cama para que no se moje. No hace falta, dice mi padre. Espero un poco para que salgan mkentras me ducho, pero no se mueven, siguen a lo suyo. Hago tiempo buscando champú o gel, pero solo encuentro pedazos pequeños de jabón. Elijo uno amarillo transparente que parece de glicerina. Sigo esperando a que salgan, carraspeo para que se den por aludidos. Nada.

meter primera

jueves, 29 agosto 2024. Vamos en coche a toda velocidad desde calle Beatas a calle Álamos. Llevo un traje de chaqueta verde oscuro con corbata a juego (se supone que vengo que un evento en el que tenía que ir así vestida). Al coche le pasa algo. Alberto dice que es mejor empujarlo para que arranque solo. Lo empuja por una calle en cuesta, estrecha y empinada. Sería mejor bajar en primera para usarla como freno, le digo. Le coche baja a toda velocidad, corremos tras él, lo perdemos de vista. Oigo un golpe. Alberto se para y se lleva las manos a la cabeza.

la hora de los superhéroes

lunes 26 agosto 2024. Entro en el dormitorio de mis padres, está todo muy revuelto, la cama sin hacer. Es la hora de los superhéroes, todos a dormir, digo y lanzó un muñeco que parece más un luchador de pressing catch que un superhéroe. Después me meto en la cama y Homer, el gato de mi cuñada, se tumba a mi lado.

rampas y blusa

domingo, 25 agosto 2024. Estoy con mí padre y otros familiares en lo que parece la sala de espera de un médico. Mi padre dice que quiere dibujar, me pongo muy contenta de que tenga ganas de hacer algo. Sobre la mesa hay cuatro carpetas enfrentadas como si fueran cuatro manteles individuales. Abro una, pero no hay cuaderno, en otra solo hay hojas ya usadas, en la tercera solo un bolígrafo. Por fin, en la cuarta, hay cuaderno sin usar y bolígrafo, pero mi padre prefiere un lápiz. Busco uno. En el momento que va a ponerse a dibujar dice que tiene sueño y quiere irse a casa. Alberto lo levanta y se lo lleva. Todos se van. La sala ha quedado desordenada, se han olvidado las chaquetas y las bolsas. Coloco las sillas en su sitio y las cuatro carpetas como estaban. Me llama mi tía M, me pregunta cómo va la cosa, le digo que se han marchado y que estoy recogiéndolo todo, que llevo cinco bolsas que pesan mucho, que la casa es un laberinto y no encuentro la salida. Hablo con ella mientras voy por la casa abriendo puertas y recorriendo pasillos. En una de las habitaciones hay una anciana durmiendo. En otra, unos ancianos cocinan mientras canturrean. Cuando por fin voy a salir, al abrir la puerta, suena el timbre (que está por dentro y lleva una cruz roja pintada). Varios ancianos se me acercan a ver qué pasa. Nos despedimos. El descansillo es enorme y enmoquetado, no veo el ascensor por ninguna parte, hay rampas y escaleras (casi ruedo por una), se me caen las bolsas, una toalla fucsia (que tuve hace años para ir a la playa enrollada) cae rampa abajo. Ahí se queda. Cuando por fin llegó a la calle no sé dónde estoy. Sobre otra rampa de cemento se ve una autovía, los coches pasan en blanco y negro (parecen coches del siglo XIX). Miro a mi alrededor, estoy en un polígono, hay obreros charlando en las aceras, no sé cómo llegar al hotel donde se supone que estamos alojados. Sacó un móvil del bolso pero no es mi móvil, es un móvil cuadrado pequeño donde aparece la cara de Puigdemont. Lo guardo rápidamente antes de que nadie lo vea, porque pienso que me puede traer problemas.
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Estoy en lo que parece el hall de un cineclub situado en los bajos de un edificio. La luz es muy pobre, deprime. Miro la cartelera, ponen seis películas. No me suena ninguna. Oigo  decir a alguien que solo se accede con invitación y solo queda una en el mostrador. Varias personas corren a por ella. Voy a coger un programa pero no quedan, en su lugar alguien ha dejado una blusa de tirantes de vichy en rojo y blanco. Decido llevármela, pienso que me vendrá muy bien para dormir fresquita.

terrario

jueves, 22 agosto 2024. El mueble de las medicinas de la casa de mis padres tiene la puerta de cristal. Me pregunto cuándo la habrán cambiado. Dentro hay un terrario. Me acerco y veo unos huevos con manchas que parecen de codorniz. Temo que sean de serpiente y, cuando eclosionen, ataquen a la gata de mi hermana.

dentadura

miércoles, 21 agosto 2024. Estoy en casa de mi abuela, entró en el comedor, está a oscuras. Me siento en el sofá. Me sorprende ver que a mi lado está Larry David. Oigo ruidos en la puerta, entran dos hombres. Le digo a Larry David que nos escondamos, pero no nos da tiempo. De repente estamos en una especie de hangar enorme (se supone que nos han secuestrado). Hay mucha gente que hace colas para entregar sus abrigos. No parecen asustados. Cuando llega mi turno me dicen que saque lo que lleven los bolsillos. Sacó una dentadura postiza que no sé de dónde ha salido. Se ríen de mí. Intento esconder el móvil para poder pedir ayuda. Intento llamar, pero el móvil no funciona. En uno de los rincones hay un sofá semicircular pegado a la pared con una mesa delante, como en las cafeterías americanas. Se van arremolinando algunas personas, se sientan y hablan como si lo que está pasando fuera de lo más normal. Intentó sentarme y ser una más entre la gente. Los miro. La imagen me recuerda a cuando le das vuelta a un puré de patatas y se queda pegado a las paredes de la olla.

ropavieja

martes, 20 agosto 2024. Voy por la calle. Llevo un top rojo sin tirantes y una falda corta. Me miro y me veo muy delgada, ni siquiera tengo pecho. La acera es muy estrecha y está llena de señoras mayores que caminan muy despacio. Al verme se apartan hacia la pared para que pase. Llego a casa de mi prima Elisa (no se parece a su casa). Mi sobrina Nadia está en la cama y tiene el teléfono en la mano. Del teléfono sale la voz de mi tía M. Cojo el teléfono y le digo que ya he llegado. Se enfada porque he llegado muy pronto. Solo diez minutos antes, le digo. Me cuelga. Sobre la cama hay un montón de ropa, me pongo a doblarla, hago varios montones (camisetas, pantalones...). Voy a la cocina (ya no estoy en casa de mi prima, estoy en casa de Francis) tengo que preparar comida para mucha gente y solo tengo una bola de carne desmenuzada sobre un papel. Cuanto más la amaso mas pequeña se hace. Decido hacer ropavieja para que cunda más. La cocina está desordenada, llena de cacharros sucios, busco una olla pero no encuentro nada. Francis está en la despensa buscando algo y no quiero molestarlo.
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Mi prima Cristina dice que me trajo de Londres un neceser que pone London. Dice que no sabe si me gustará. Me encantas los neceseres, le digo entusiasmada. Alguien dice que Torre Eiffel se pronuncia de la misma manera en inglés que en francés. No corrijo. Les digo que los ingleses, cuando se refieren a la Torre de Londres, pronuncian el the, de the tower, como di, no como de. Alberto me mira con escepticismo.

hojas secas

lunes, 19 agosto 2024. Estoy en lo que parece una terraza de un bar pero no hay bar, solo son unas mesas en la acera junto a un árbol. El árbol deja caer todo el tiempo hojas secas, la acera está cubierta de hojas amarillas. No sé que hago allí no hablo con nadie. De repente estoy en casa de mis padres, cojo dos o tres cosas, las meto en un neceser y subo al piso de arriba (donde vivía Enmita). Al entrar me abre Zayas. Le digo que no me acordaba que estaba allí, que había subido a echarle un ojo a la casa. Por hablar de algo, le cuento que en las aceras ya hay hojas secas.
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Estoy en un despacho con tres personas que no conozco. Una chica dice algo sobre unas sandalias y le cuento que me hice unas con una base de madera y dos tiras elásticas cruzadas. Por sus caras, veo que no me creen. El chico me pregunta si también hago maquetas de trenes (señalando una que tiene justo al lado).

antebrazo

viernes, 2 agosto 2024. Voy en autobús. La chica que hay a mi lado le cuenta a su novio los dolores que tiene, que no entiende por qué le duele aquí (señala el antebrazo) donde no hay siquiera articulación. Dice que los médicos no saben lo que tiene. Dudo si decirle algo. En un momento que calla, mira al suelo y parece abatida, le digo que seguramente padezca fibromialgia, que yo tenía (y tengo) esos mismos dolores. Ya lo sospechaba, dice ella sin dejar de mirar al suelo.

estolas de piel

jueves, 1 agosto 2024. Por el público (parejas mayores muy arregladas) parece la terraza de un bar de hotel. Un tipo, vestido elegantemente de camarero, está sentado en un taburete sobre una tarima. Cuando entras debes recoger una tarjeta donde aparecen las tapas, y una casilla para poner una cruz al lado de lo que quieras tomar. Alberto pasa de largo y busca una mesa. Me fijo en que nadie ha cogido tarjetas. Le pido al camarero tarjetas para todos y las reparto entre las mesas. El tipo pone los ojos en blanco y me mira con gesto cómplice de "no se enteran de nada". De repente estamos en una sala de cine, llena hasta los topes. Las luces están encendidas a pesar de que la película esté proyectándose. De repente se abre una puerta lateral que hay justo al lado de mi asiento, y salen un montón de personas mayores muy arregladas (parecidas a las de la terraza de antes). Algunas señoras llevan estolas de piel. Varios acomodadores hacen gestos para que salgamos, mueven los brazos, nos echan como si fuésemos ganado. Protesto. Nuestra película no había terminado y quiero saber cómo termina, les grito.