suegra

lunes, 8 septiembre 2025. Estoy sentada (hacia dentro) en el poyete de la ventana de un bar. Una chica entra y toca la flauta. Se pone delante de mí y dice que son 16,38 euros. Le digo que no voy a dar nada y menos así, con una tarifa. La chica me amenaza con algo que lleva escondido en el pelo.
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Subo (entre niñas de uniforme) el Camino Nuevo hacia el que fue mi colegio. Al ir acercándome a la puerta noto cierto revuelo. Las aceras están como entonces, sin losas, de tierra y piedras, pero esta vez embarradas. Hay tipos muy raros en coches muy raros (tipo Mad Max). Se oyen hasta disparos. Las niñas siguen apiñándose delante de la verja del colegio que sigue cerrada. Pienso que son tontas, que aprovechen y se vayan a casa, que se alegren de que hoy no haya clases. El ambiente es cada vez más peligroso. Veo un camión aparcado y me meto en la cubeta, bajo una lona, esperando a que todo pase.
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Estamos en una habitación con las paredes verde pito, en silencio, comiendo fideos chinos. Cada uno come de su caja, ni siquiera los volcamos en un plato. Las cajas son tan grandes y profundas como las de palomitas que ponen en los cines. Veo como los demás las rebañan metiendo las manos o la cara dentro. Yo intento sacar lo que hay e el fondo con unos palillos. Solo conozco a Alberto que, sentado a mi lado, es el único que no come con ganas. Raúl Cimas aparece de repente (se supone que es el dueño de la casa) y dice que necesita papel higiénico. Su mujer le da un rollo y desaparece. Aparece de nuevo haciendo la V de victoria, feliz, gritando que ni quiero lo ha necesitado. Abraza por detrás a una señora que estira masa con un rodillo sobre la mesa de la cocina. ¡Esa es mi suegra!, grita. Necesito ir al cuarto de baño, pero la puerta tiene una ventana de cristal redonda (pueden verme desde fuera), además no hay pestillo y el váter está demasiado lejos de la puerta como para aguantarla. No sé qué hacer, si arriesgarme. Antes que nada busco papel y no hay. Sobre el lavabo hay toallitas húmedas, pero al coger una se deshace entre los dedos como si fueran espuma.
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Alguien ha subido a Facebook unas fotos en las que salgo con Nené, Ángeles y otra chica en un balancín. Todas llevamos jerséis verdes tirando a turquesa. En otra sale el erizo César (con su pantalón verde). A pie de foto han escrito: ¿Qué pasa con el verde? Todos el mundo pone comentarios jocosos. No entiendo de qué se ríen.