marqués

viernes, 15 mayo 2009. Paso marítimo. La playa queda mucho más abajo que de costumbre. Me asomo para ver cómo brillan las piedras. Miro al poeta Juan Marqués, que está a mi lado, y como si supiera lo que estoy pensando me dice que sí con la cabeza. Me agarra de los pies para que llegue hasta la orilla. Sólo puedes coger las amarillas, me advierte. Después de un rato todavía no he cogido ninguna. No sé cuánto tiempo podrá sostenerme y empiezo a preocuparme.
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Mi cuñada va en una silla baja de tres ruedas, que más bien parece un coche de juguete. Nos metemos por callejones muy estrechos y hasta tenemos que cruzar el salón de una casa. Yo voy andando a su lado. Me cuenta que desde que se fue de casa de su madre es muy feliz, que lo nota hasta en la madera de los armarios. Los armarios respiran, dice.