viernes, 15 agosto 2014. Voy con Cristina por la calle, habla por el móvil. Me lo pasa, quiere que le diga algo a alguien, pero yo llevo una croqueta enorme en la boca que no me deja articular palabra. Llegamos a un puerto donde la gente mira al mar desde arriba, apoyados en una baranda oxidada. Una chica nos da un plano y subimos también a mirar. En el mar flotan, ordenadamente, cientos de ataúdes blancos.