viernes, 1 agosto 2014. Van llegando distintos grupos de estudiantes y debo presentarlos, pero no recuerdo ningún nombre. Parece una ciudad diseñada para ellos (los bares son silenciosos y tienes salas de estudio). Entro en un sótano con dos mesas de cantos redondeados. Llega un estudiante, dice que siempre quiso tener una mesa de cantos redondeados. Yo también, le digo. Todo es frío. Empiezan a morir estudiantes en situaciones extrañas. Por ejemplo, el más joven se tira desde un primer piso sobre una bandeja con espuma blanca en llamas. Nadie dice ni hace nada. Después tengo que guiarlos para hacer un trabajo, se me van perdiendo por el camino. Consigo hacer una especie de caravana con ellos y les voy diciendo que recuerden el sistema métrico decimal.