sentido contrario

jueves, 30 octubre 2014. Sora y yo vamos en taxi. Se supone que hemos quedado en recoger a Juan Cabezas. Lo vemos a lo lejos tomando un café en la terraza de su casa. El taxista da una vuelta y pasa de largo. Vamos en sentido contrario, todas las calles están en obras, hay muchísimo tráfico. El coche que va delante del nuestro da dos vueltas en el aire, caer en la calzada y continua su camino. Pienso en si será una maniobra nueva para adelantar.
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Jurdi me explica la nueva táctica que ha inventado para conquistar mujeres y vivir a su costa. Me da mucha pena que hable así. Lo dejo desayunando en el comedor de la casa de mi abuela. Yo voy hasta la habitación del fondo y me tumbo a los pies de la cama a mirar la pared que miraba de niña para buscar caras dibujadas por la humedad.

sopa

miércoles, 22 octubre 2014. Mi padre ha usado una camiseta amarilla que claramente no es suya para usarla como trapo para hacer bricolaje. También ha volcado una lata de cola sobre la mesa que yo acababa de barnizar. Me voy a la cocina por no pelear con él. Hago sopa con unas bolitas verdes que vienen en racimo. No sé qué son, pero hago sopa de todos modos con tal de no pelear con nadie.

ver, oír, callar

martes, 21 octubre 2014. Chivite conduce un coche con volante a la derecha. Voy en el asiento de atrás. Me fijo en que lleva un jersey de mezcla rojo y negro. Se supone que lo he tricotado yo. No le digo nada. Se supone a ha venido a verme y ya se marcha. Pasamos de largo por mi calle. No le digo nada.

los días sin sombras

viernes, 10 octubre 2014. He comprado algunas cosas y a la hora de pagar no llevo suficientes monedas. Las que le voy poniendo sobre el mostrador resultan ser fichas plástico, botones o antiguas pesetas. Mientras meto las cosas en la bolsa de Beckett se me rompe.
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Llego a lo que parece un cine. Mientras espero a que empiece la película los asientos se van convirtiendo en camas. Sólo hay chicas, charlan. Me levanto para irme. Una me pregunta si me acuerdo de ella. No. Otra pregunta por mi familia (al hacerlo tengo la visión del jardín de la casa de mi abuela en una reunión de verano). No sé cómo acabo explicándole que los días blancos me entristecen. ¿Los días nublados? No, los días blancos, los días sin sombras.

el adolescente menguante y la niña huevo

jueves, 8 octubre 2014. Camino con un adolescente por la calle. Al cruzarnos con sus amigos quita mi mano de su hombro. Le digo que no se avergüence, que podría ser su madre. Nos reímos. Al cruzar, un banco de listones de madera nos impide llegar a la acera. Le propongo que nos sentemos sobre el respaldo y alcemos el cuerpo. Él lo hace sin esfuerzo y yo rompo dos listones. Se forma un corro de transeúntes. Alguien dice que hay que llamar a la policía. Ahí hay uno, dicen, pero cuando se acerca es un cura vestido para dar misa. Le explico que la culpa es sólo mía. El adolescente, mientras tanto, ha ido menguando y no es más que un pequeño niño de barro o plastilina en la palma de mi mano.
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Parece una fiesta. Una chica debe conseguir pétalos para un concurso y golpea un ramo contra una mesa enorme de madera. Mientras una niña bebe a escondidas vino y cerveza, y se abanica con un fajo de billetes. Quiero irme de allí. Me despido de todos uno a uno, eligiendo a quién dejaré para el final. La niña es ahora un muñeco con forma de huevo en su caja. Según cambia de expresión, la etiqueta de caja cambia también y describe lo que la niña huevo siente. "Sonrisa enorme, duerme", leo y dejo la caja sobre una silla.

ladrillos

martes, 7 octubre 2014. Salgo a la calle a través de una tapia encalada. No la salto ni paso por una puerta, la atravieso. Afuera veo a Juan apilando ladrillos de barro aún sin cocer. Los coloca pegados al muro, como si ordenara libros en una estantería. Le pregunto si puedo ayudarle. No dice nada. Cojo ladrillos por mi cuenta e intento colocarlos al lado de los suyos, pero los ladrillos atraviesan mis manos como yo atravesé la tapia.

pulsera

viernes, 3 octubre 2014. ¿Por qué llevas esa pulsera?, me pregunta una chica. Me fijo entonces en que llevo una pulsera que no había visto antes. Le cuento que me la regalaron para que al mirarla recordara que no debo beber alcohol. Pero no es fácil que te vendan alcohol ni cigarrillos, dice. Me fijo en que la chica es muy joven y cree que yo soy de su edad. La chica se pone a recoger ropa de un enorme tendedero plegable. Al fondo construyen el esqueleto de un armario. La ayudo. Un chico, carpeta en mano, nos pregunta si iremos a la excursión o nos quedaremos en la hora de estudio. No sé de qué habla, pero por lo que veo a mi alrededor deduzco que estamos en una cárcel o un reformatorio. Nos quedamos, dice la chica. Recogemos la ropa del tendedero y la metemos en cestos. Después los que construían el armario hacen una coreografía.