lunes, 3 agosto 2015. Habitación con paredes encaladas. Luz de fluorescentes. Ventanas alargadas pegadas al techo. Da la impresión de un sótano. Formamos filas. Vamos de uniforme (camisa blanca, falda o pantalón gris). Algunas caras me resultan familiares. Quizá sean niñas del colegio que se han hecho mayores. Suena el teléfono. Está en la pared junto a la reja que hace de puerta. Un tipo, sin descolgarlo, dice que es para mí. Es la voz de Joan. Antes de que diga nada le advierto: Manos libres. Me cuenta cosas que ve, dice que vendrá a por mí y, nada más decirlo, ya estamos juntos caminando por la calle.