sábado, 22 agosto 2015. Camino con un chico desconocido por unas calles desconocidas. Eso hace que me sienta especialmente a gusto. Llegamos a un concierto al aire libre. Una chica me pregunta si he probado "La silla salvaje". Me lleva al escenario, me sienta en una silla de cuero y noto como algo o alguien me da pequeños mordiscos. Puedes ir donde quieras, dice. El público aplaude. Me veo bajando una escalera de caracol que lleva a una pequeña sala de baile. El chico desconocido está esperándome. Bailamos. Las otras parejas van vestidas a la moda de los saloones del oeste. Me veo en un pasillo donde me arrastran hacia unas habitaciones tipo monasterio. Otras chicas me miran con asco. Ellas van vestidas muy recatadas y yo llevo un vestido tipo can-can. Me pego a la pared, cierro los ojos y deseo: Quiero salir de aquí. Noto que alrededor de mí se forma una caja vertical, como un ataúd. Puedes salir cuando quieras, oigo decir.