miércoles, 17 febrero 2016. El escritor Chivite ha venido con su familia a Málaga para enseñarme su nuevo proyecto: una app para encontrar playas en Pamplona. Dice que nadie ha tenido antes esa idea. No me extraña, pienso, pero no digo nada. En el sueño, además de sus dos hijas, tiene dos hijos. Un bebé de poco más de un año y otro muy alto y delgado que se parece a Beckett. Me llamo Nevado, dice, aunque todos me llaman Sam. Entramos en un bar. La mesa es muy larga y todos estamos muy separados. Tenemos que hablar a gritos. Nos vamos, dice Chivite. Habrá que pagar, les digo. Salimos con prisa por una puerta que hay junto a los servicios. ¿Hemos hecho un "simpa"?, pregunto, pero nadie me responde. Llegamos a casa de mis padres. No sé qué hacemos allí, no quiero estar allí, pero Chivite pasea observándolo todo como si estuviera en un museo. Me gustan mucho los cuadros que hay en el dormitorio de tus padres. Asiento, y espero que no haya visto el caracol de peluche que hay sobre la cama. Este era mi cuarto, le digo. Pero de repente me doy cuenta de que todos han desaparecido.