miércoles, 10 febrero 2016. Camino por la calle. Veo en la acera un reloj de bolsillo muy grande. Pienso que quizá le gustaría a mi padre. Vuelvo sobre mis pasos para cogerlo. La acera está mojada y el reloj en un charco. Me lo acerco para ver si funciona, pero el reloj se ha convertido en una peonza.