lunes, 7 marzo 2016. Parece que hemos ido a un hotel en mitad de un bosque para ver algo que sucederá en el cielo. Hay gente que ya está tumbada sobre la tierra, entre los árboles, junto a un lago, para ver lo que sea que vaya a suceder. Los miro buscar un sitio desde la ventana de mi habitación. Alguien me hace señas y corro la cortina. No quiero ver a nadie, no quiero bajar a ver nada. ¡Vamos, nos esperan!, dice Alberto. Bajamos y buscamos un sitio entre los árboles. Quedan pocos metros cuadrado libres. Alguien se asoma desde un montón de tierra. ¡Begoña!, grito. ¡Isabel!, grita ella, y de un salto con voltereta se lanza y cae sentada a mi lado. Qué agilidad, le dio. Lo haré otra vez, dice y vuelve a subir y a lanzarse con la misma precisión.