el vestido rojo

jueves, 8 septiembre 2022. Alberto y yo corremos con la calle hasta llegar a un buzón. Yo llevo un lienzo en su bastidor (no sé si se supone que es lo que voy a enviar). Cuando llegamos, le digo lo bien que sienta correr. Dice que estoy muy guapa. Le digo que es por el vestido rojo (un vestido camisero que tenía con 17 años). Volvemos corriendo de nuevo por donde hemos venido, solo que ahora la acera está llena de gente con la que tropezamos y el lienzo es más grande. Llegamos a una especie de estación con varios niveles. veo a Alberto en una de las vías superiores y corro hacia él. Espero que haya sacado los billetes para no perder más tiempo, pienso. Por el camino me entretengo mirando un edificio con apartamentos sin cortinas. Me encanta ver la vida de los demás, pienso mientras me siento en el patio interior. Pienso que no me importaría mudarme a uno de esos apartamentos. En ese momento llega un chico vendiendo vino dulce. Dice que es el vino de la Virgen. le digo que en Málaga también tenemos vino dulce. El patio se ha transformado en una habitación con mesa camilla llena de botellas y comida. Hay un grupo al que le hablo del vino dulce y del trono de la Siervita, les cuento que lo llevan muy pocos hombres y los puestos se heredan de padres a hijos, y que los varales llevan tacos de madera para mantener el nivel del trono. Todos beben alcohol menos yo. Veo cómo se divierten y las tonterías que dicen. Pienso que cuando yo bebía también parecería tonta. Uno de los chicos pone una película. Cuando la película se vuelve gore (un tipo se autolesiona las manos y la cabeza con una sierra, después se va comiendo con palillos chinos su propia cara) el tipo la para, enciende las luces y todos se marchan. Pues me la he tragado toda, dice marcos (que no sé de dónde ha salido). Una chica me pregunta qué hago al verme recoger papeles y plásticos. Le digo que es una manía, que de todas partes me llevo lo que hay que reciclar porque nadie lo hace. Una vez en la calle, uno de los chicos camina haciendo eses. Se apoya en mí, lo tomo por la cintura, se va volviendo cada vez más bajito.