martes, 25 marzo 2025. Masip y yo salimos de un edificio, nos cruzamos con tres señores que van disfrazados de libros. Mira, van de Código civil, le digo a Masip. Oigo unas risitas. Detrás de nosotros van sus mujeres. Me vuelvo y les digo me encantan los disfraces de sus maridos. Se sienten orgullosas, supongo, porque los han hecho ellas. Cuando estamos fuera, de repente la calle es un camino de tierra blanca (entre montones de tierra) muy ancho, que da una explanada. Se supone que vamos a pilotar una nave espacial. Le digo a Masip que se dé prisa, que vienen esos señores vestidos de libro y nos quieren ganar, y tenemos que ganarles como la otra vez. Corremos hacia la nave, pero de repente Masip se convierte en Antonio y la nave en una casa donde tenemos que robar algo. Tenemos muy poco tiempo, le digo a Antonio (buscamos un motor o algo así). Oímos llegar un coche. Antonio, con una agilidad pasmosa, dale a la terraza y salta una valla. Salgo tras él, pero antes me llamo las manos para no dejar huellas. Una vez fuera, pienso que el dueño se dará cuenta de que alguien ha entrado porque verá gotas en el lavabo y la puerta de la terraza no está cerrada desde dentro.