jueves, 10 abril 2025. Subo en un ascensor con rejas de hierro y puertas plegables de cristal. Estoy inquieta, como si no supiera qué voy a encontrar cuando llegue. Justo antes de pegar a la puerta con los nudillos, se abre. Sr. Chinarro me recibe sonriente, me da un beso. Pasa, estás en tu casa, dice.