un pato y dos gallinas de dos metros

sábado, 12 abril 2025. Tenemos que llegar a casa porque ha empezado a llover y las calles se están inundando. Sonia dice que necesita dinero suelto y va a comprar lo mínimo, un tomate, para que le den cambio. La frutera se pone muy contenta al verla, le pregunta cuántos kilos quiere y Sonia responde que solo quiere un tomate bola. La frutera dice que se lo regala. Sonia quiere que le cobre algo para poder tener dinero suelto, pero la frutera cree que está burlándose de ella y enfurece, le tira el tomate a la cara. La lluvia moja a Sonia y la convierte en un pato. Para que no se me pierda le ato un cordel. Al llegar a la que se supone que es su casa, está la calle inundada. Desde unos escalones balanceo el cordel para que el pato-Sonia coja impulso y entre directamente por la puerta sin pasar por la calle. Lo consigo. Alberto dice que ya que estamos allí, y hay tanta agua, va a aprovechar para nadar los 1.500 que hace a la semana, y que yo también debería nadar para mis dolores de espalda. Al meter la punta del pie para comprobar si está muy fría, el agua se vuelve negra y se hace de noche de repente. Miro por la ventana de la casa de Sonia y veo que ha encendido la luz. Sonia ya no es un pato, le digo a Alberto. ¿Cómo lo sabes? Porque los patos no llegan a los interruptores, respondo.
+
Llego a un hotel con un grupo de chicas. Se supone que Sr. Chinarro nos está esperando para grabar un vídeo musical. La chica de la recepción me dice que acaban de limpiar la moqueta y tenemos que llegar sin pisar el suelo. No nos da más instrucciones. Avanzo agarrándome a las lámparas del techo como si fuera un mono. Tengo ganas de llegar para contárselo porque sé que se reirá. ¡Por fin estás aquí!, dice y me abraza. Comienzan a grabar. Las chicas que venían conmigo están disfrazadas de personajes de cuentos. Cristina Pedroche dirige (va vestida de pastorcilla). La habitación está decorada con muebles pintados en colores pastel. Sr. Chinarro me advierte: Veas lo que veas no te rías, que esto también es trabajo. Asiento y me quedo en un rincón a mirar. Todo está en completo silencio. De repente las puertas de los muebles se abren y aparecen bailando los personajes de cuento. Del mueble del fondo sale Sr. Chinarro disfrazado de gallina doble (cosido a su disfraz otro muñeco de gallina idéntico). Aguanto lo que puedo, pero se me escapa un ruido tipo risa de perro Pulgoso. Pedroche entra en cólera, pregunta quién está riéndose. Me escondo como puedo bajo un montón de ropa.