jueves, 11 diciembre 2025. Estoy en la cocina de la que fue mi casa en calle Salitre. Está desordenada, hay una mesa llena de platos y vasos sucios como si hubiese habido una fiesta. Aparece el jardinero e intenta besarme. No lo entiendo porque es su nombre respetuoso y amable, pienso que quizá haya bebido. Me lo quito de encima como puedo. Dice que si no quiero nada con él por qué los saludo todas las mañanas. Aparece Araceli, una vecina de mi madre. Dice que también lo ha intentado con ella. De repente la cocina se ha transformado en un bar. Tdos miran hacia una tele que hay muy cerca del techo. Aprovecho para escaparme. Llegó a casa de mis padres y al entrar en el portal sale el actor Javi Maroto con tres niños y una perrita muy simpática. La perrita viene hacia mí, juego con ella. Él saca una tarjeta y me dice que es de una asociación, si quiero adoptarla. El portal se va llenando de gente, montan una barra de bar y un proyector. Todos se sientan en el suelo para ver un vídeo poema. Le digo a Maroto que me voy, que ya he tenido bastantes actos como esos en mi vida. Me pide que me quede. Después, con cara de ilusión, me pregunta si me ha gustado. Le digo que el poema era horrible pero la música estaba bien. El poeta (es el camarero), me oye, se ofende y dice que para mí no habrá cerveza. Mejor, pienso, porque solo quiero subir a casa de mis padres. Cuatro cervezas para los Maroteros, dice. Al volverme, veo a una pareja y a una chica (la mujer de Maroto, supongo). La chica me mira con mala cara y registra mi mochila. Él agacha la cabeza avergonzado. Le hago un gesto de que no se preocupe (en la mochila solo llevo un saco de dormir). Aparece Salud, la separo del grupo, le digo que tengo que contarle todo lo que me ha pasado. Veo a Daniel, me alegro tanto de verlo que al abrazarlo le rodeo la cintura con las piernas. A su lado hay un Daniel exactamente igual. Espero haber abrazado al auténtico, les digo. Se ríen. El auténtico Daniel se ha comprado el vídeo poema (una cinta VHS). Dice que solo por la música, porque es que Diamanda Galás. Pensé que te daba miedo, le digo y nos reímos. Veo llegar a Alberto. ¡Pensé que estaba de viaje!, le digo, lo abrazo y le pido que me saque de allí.