domingo, 1 marzo 2009. Fiesta en la playa, quizá un concierto. Alberto desaparece entre la gente. Imagino que ha ido a hacer fotos. Mientras lo espero se hace de noche. Salvador se sienta a mi lado, dice que no piensa dejarme sola. Cuando habla, me fijo en que su boca está llena de cera.
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Andrés y yo entramos en la oficina donde trabaja mi padre por las tardes. En el portal hay una niña saltando escalones. Es mi hermana de pequeña. Toco las cosas sin querer dejar huellas, todo es extremadamente suave. Andrés le dice a dos chicas quien soy. Me abrazan, me cubren de besos, me dicen lo bueno que era mi padre, hablan de él como si estuviese muerto. Las chicas, de cerca, son dos ancianas. Van vestidas igual, con unos mandilones verdes de cuadros. Todo está manga por hombro excepto el despacho de mi padre que se conserva intacto, incluso está su paraguas y sus zapatos de repuesto por si un día le sorprendía la lluvia.
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Andrés y yo entramos en la oficina donde trabaja mi padre por las tardes. En el portal hay una niña saltando escalones. Es mi hermana de pequeña. Toco las cosas sin querer dejar huellas, todo es extremadamente suave. Andrés le dice a dos chicas quien soy. Me abrazan, me cubren de besos, me dicen lo bueno que era mi padre, hablan de él como si estuviese muerto. Las chicas, de cerca, son dos ancianas. Van vestidas igual, con unos mandilones verdes de cuadros. Todo está manga por hombro excepto el despacho de mi padre que se conserva intacto, incluso está su paraguas y sus zapatos de repuesto por si un día le sorprendía la lluvia.