naranjas

lunes, 2 marzo 2009. Llego a un gimnasio. Un entrenador me dice que suba a una bici estática. La bici es cuadrada y no tiene pedales.
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Alberto está durmiendo. Mientras lo miro, como naranjas del tamaño de una cereza. Cuando despierta le pregunto si quiere una. Me da un libro de un fraile, dice que debo aprenderme uno de sus poemas porque el fraile en persona vendrá a examinarme.
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Una moto pasa sin conductor a toda velocidad. Después pasa una bici, también sin conductor. En la parada del bus hay gente pero nadie hace nada por detenerlas. Un chico me entrega un bañador de competición mojado y sube al bus. Ante mi cara de asombro, responde: Piel de toro.