oídos sordos

martes, 31 marzo 2009. Bajo por una cuesta de arena volcánica. Llevo tacones, se hunden al caminar. Araceli, vecina de mis padres, intenta darme indicaciones pero yo sólo atiendo al maravilloso crujir bajo mis pies.
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Camilo de Ory lame un plato. Después mi padre dibuja con el dedo sobre el plato vacío.
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Salgo de un bar subiendo por una escala de cuerda. Una chica con gafas de pasta negra, desde abajo, me dice que tengo las piernas muy bonitas. Temo que el escritor Chivite, que está acodado en la barra, la haya oído.