lunes, 21 mayo 2012. Estoy en una catedral inmensa donde se entregan unos premios de poesía. Antonio está en primera fila, esperando que digan su nombre. Al pasar entre la gente, me entero de los nombres de los ganadores y ninguno es Antonio. Le digo que nos vayamos, que todo eso da lo mismo. Él quiere quedarse. Intento salir de allí, pero me cuesta porque hay mucha gente. En la sacristía veo a Javier. Tiene delante un plato de carne cruda. Me ofrece. Meto el plato en una radio antigua y al cabo de unos segundos la carne está perfectamente cocinada. Javier me pregunta por mis zapatos morados. Le cuento que se los regalé a María. Después le hablo de que prefiero los zapatos grandes a los pequeños y el porqué. Doy unos cuantos saltos en el suelo.
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Begoña me pregunta de qué color tiene los ojos Chivite. Le digo que azules. Saca mi cámara del bolso, quiere que le enseñe alguna foto. Paso las fotos para elegir una y enseñársela, pero pienso que a él no le gustaría que fuera enseñando fotos por ahí. Guardo la cámara sin enseñarle ninguna. Son azules, muy azules, le digo.