viernes, 18 mayo 2012. Voy por una calle con las paredes forradas de madera. No sé si es de día o de noche. Una chica habla a gritos por el móvil. Dice mi nombre. Dice, ¿Cómo voy a encontrarla? Me acerco, le digo que soy yo. Dice que puedo escribir el artículo que quiera, que ya no tengo que opinar de moda. No sé de qué me habla. Llego a un bar-guardería. Le digo a una chica que se parece a mí: Ya no tienes que escribir sobre moda, ahora puedes hablar de lo que quieras en la revista. Parece muy feliz, se aleja dando saltos de alegría. Yo me siento a mirar cómo juegan los niños.