lunes, 2 febrero 2015. Se supone que estoy en un hotel. Mi habitación no es más que una cama sobre un escalón de arena. Al despertar, no estoy segura de si es bueno o malo dormir a la intemperie, aunque la intemperie sea una playa. La playa tampoco es gran cosa. Una de las mañanas encuentro en la arena unos pendientes de aro muy feos. Decepción.
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Un niño golpea una cabina de teléfono. Consigue unos céntimos. Cuando se marcha, paso el dedo por la bandeja y encuentro varias monedas. Quiero enseñarle a Alberto una tienda de juguetes y teléfonos antiguos, pero cuando llegamos ya han apagado las luces.