miércoles, 11 febrero 2015. Parece un restaurante decorado como si fuera una cabaña de madera. Entra un niño y se sienta con varias mujeres. El niño es el escritor Chivite. Me extraña que lleve un pendiente. Me extraña doblemente, por ser un niño y por ser él. Pienso que cuando me vea se acercará a mi mesa a saludarme, pero pasa el tiempo y no me reconoce. La gente en la calle se agolpa porque va a pasar el Papa. En el restaurante todos se acercan a la ventana. Yo aprovecho para ir al servicio.