jueves, 17 enero 2019. Hemos ido a ver a los sobrinos pequeños a bailar en la fiesta de fin de curso. Hay muchas cámaras. Al parecer la retransmiten por la tele. Me sorprende lo bien que lo hacen. Los vemos en unos monitores que hay en una sala. Le hago un gesto a una de mis tías, como preguntándole qué le pasa en el pelo. Se echa a llorar. La luz hace que se le vea media cabeza calva, pero le digo que lo tiene muy bien. Alberto ha encontrado una caja de cervezas debajo de una mesa y nos ponemos muy contentos, pero alguien dice que el tranvía al puerto sale ya y es el último. Todos corren a la parada. No llega, veo llegar una camioneta. Le hago un gesto a Alberto y saltamos dentro. Vamos a muchísima velocidad. El fondo está abierto y vemos la ciudad enmarcada. Pienso que me gustaría hacer una foto, pero vamos tan rápido que si me soltara caería. La ciudad está completamente vacía. Pienso que quizá, al ir tan rápido hayamos retrocedido en el tiempo. Así me gustan las ciudades, le digo a Alberto, ¿nos quedamos?