miércoles, 30 enero 2019. Estoy en un bar. Voy con un grupo, pero no conozco a nadie. Una chica, cansada de intentar que le hagamos caso para pedir lo qué vamos a tomar, sale a la calle dando bufidos. Entran Carmen y Enrique. Me alegro mucho de verlos. De Carmen me gusta el olor de su melena cuando la abrazo. Enrique parece enorme, mide más de dos metros. ¡Cómo has crecido!, le digo. Su hija Ariadna es un bebé con pijama, la lleva en los brazos. Cuando me la pasa le aparece otra Ariadna igual con distinto pijama. Eso no me sorprende, sólo cuánto ha crecido Enrique desde que no nos vemos.