miércoles, 5 junio 2019. Paseo por una ciudad desconocida. Pienso que no sé dónde estoy ni reconozco ninguna calle, y eso me gusta. Me ilusiona pensar que estoy en Bolonia. Entro en un local que parece un bar. Un grupo de chicas pasa detrás de mí y los camareros piensan que vamos juntas. Intento desligarme de ellas subiendo por una escala de grapas. En el techo hay un agujero cuadrado. Sólo me pasa la cabeza, y a duras penas. Las chicas se agolpan en la escala, les digo que bajen, que si no entran mis hombros mucho menos sus caderas.