domingo, 16 junio 2019. Mi hermana me lleva a un edificio. Es aquí, dice y entramos en un hall enorme con una portería de madera tallada acristalada con el portero uniformado. Le pregunta quién soy. Es mi hermana, le hace una seña y él sonríe. Hay zócalos de madera y frescos en el techo. Llegamos a una de las puertas. Abre. Se supone que mi hermana y mi madre viven ahí. La puerta da directamente al dormitorio como si fuera una habitación de hotel. La cama está deshecha. Mi madre no está. No debió dejarla sola, pienso. Mi madre está dentro de la bañera con la mirada perdida. Le pongo por encima una toalla. Dice que no tiene frío a pesar de tener la piel de gallina. Mira lo que hago, dice y mete la cabeza bajo el agua. La saca, sigue completamente peinada, con su cardado intacto. Nos reímos.