el congreso

lunes, 9 septiembre 2019. Se supone que hay un congreso de poetas y editores en un hotel. El hotel es un edificio enorme que abarca todo el perímetro de una plaza. En cada esquina hay una torre de unos cuarenta pisos. Mi habitación está en una de esas torres, pero no recuerdo cuál. Llego en escalera mecánica al centro de la plaza. Al salir, en cada escalera, hay una bolsa de plástico con pinzas de madera. Tomo dos para poder tender la toalla, cuando la use. De los que pasan sin coger pinzas, pienso: Novatos. Atravieso el comedor para llegar a los ascensores. No he comido, pero no quiero sentarme con nadie. Paso mirando al suelo. Delante de los ascensores está Masip (pero físicamente no es él). Se supone que todo esto transcurre en un tiempo paralelo en el que Masip y yo no nos hemos conocido, por eso él no me reconoce. Va con una chica. Me hablan de que son editores, publican libros muy antiguos libres de derechos. Les digo que conozco sus libros, que tengo algunos. No se lo creen. Se los describo. Tapa dura, lomos amarillos con cuadradito negro abajo. Se ponen muy contentos. Antes de salir ella me da un papelito donde ha escrito mi nombre. ¿Sabes cómo me llamo?, le digo sorprendida. Te vi en el periódico, dice y se van. Una chica entra al ascensor que se convierte en una cama con edredón voluminoso. Nos tapamos. La chica me pregunta si he probado los "nosequé" (ni entiendo el nombre ni lo recuerdo), que son de su pueblo y están buenísimos. Bajamos del ascensor como si lo hiciéramos de un tren, porque ahora el ascensor se desplaza horizontalmente. Entramos a un bar que parece una frutería y que muestra rodajas de chacina como si fueran frutas. Me da un poco de asco que todo esté a la intemperie, cogiendo polvo. La chica toma dos rodajas del "nosequé" de su pueblo y le dice al tendero que están rancios. Subimos al primer piso. Se supone que es su casa, pero parece un bar lleno de mesas de playa. La casa no tiene techo ni dejado, pero tampoco es una azotea. Pregunto por el servicio. Un chico con gafas de sol, sin mediar palabra, me da un papel con un plano e instrucciones complicadísimas. Mientras lo leo, a menos de dos metros en segundo plano, veo una puerta que dice "Toilette".