domingo, 21 marzo 2021. Llegamos con los sobrinos a un hotel. Nuestra habitación está bajando unas escaleras mecánicas que parecen de gomaespuma. Varios chicos acosas a mi sobrina mientras por megafonía anuncian una fiesta. Hay monitores donde se puede ver el tipo de fiesta: una especie de orgía donde atan y violan a chicas muy jóvenes. Mi sobrino se echa a llorar, me cuenta que alguna vez tuvo que rescatar a su hermana de una de esas fiestas. Ella, muy arrepentida, dice que no sabe cómo pudo ser tan tonta. Quiero que nos larguemos de allí, intentamos subir la escalera mecánica que baja. Intento gritar, pedir ayuda, pero por mucho que abra la boca pero no sale ningún sonido (me despierto).
+
Estoy en casa de mi abuela. Alguien ha dejado un casco de bicicleta sobre la mesa. Me lo pongo. Parezco un dibujo animado. Me veo tan graciosa que intento hacerme una foto. Apoyo el móvil un una pieza de metacrilato en forma de L. La pieza tiene una especie de holograma de un hombre muy serio vestido de militar. Al apoyar el móvil el hombre se transforma en una silueta (ese logo simple que está en los servicios de los museos). Una vez hecha la foto, al retirar el móvil, la silueta es un chimpancé graciosísimo. Llegan Alberto y Antonio. Les cuento lo que ha pasado como si fuera la historia más graciosa del mundo. No se ríen. Miran en el móvil mi foto con el casco. No quieren que yo la vea. Mejor la borramos, dice Alberto.